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¿A quién beneficia la ley “trans»?

El pasado sábado 5 de noviembre tuvo lugar en Madrid la jornada ¿A quién beneficia la ley “trans”? Análisis feminista desde la educación, la sanidad y las familias, que se
celebró en el Centro de Mayores Benito Pérez Galdós, primer acto presencial
organizado por Confluencia Movimiento Feminista y el apoyo de la asociación de
Mujeres Feministas del Retiro.
Las ponencias estuvieron a cargo de organizaciones y asociaciones críticas con el
Proyecto de Ley “trans” del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y con la
ideología transgenerista que lo sustenta. Con un indiscutible éxito de convocatoria, más
de 100 personas llenaron la sala y pudieron dialogar y debatir con las ponentes a lo
largo de la mañana. Durante la jornada se puso a la venta el libro realizado por varias
integrantes de Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo), recién publicado y
aún en incipiente proceso de distribución en librerías, La Coeducación secuestrada.
Crítica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación, de la
Editorial Octaedro.
La jornada contó con dos mesas de ponencias, presentadas y conducidas por la
psicóloga feminista Cruz Torrijos, integrante de Confluencia Movimiento Feminista y
del Frente Abolición Prostitución de Madrid. Abrió la primera mesa Amparo
Domingo, representante de Women’s Declaration International en España y de la
coordinadora de Confluencia Movimiento Feminista, plataforma estatal que reúne a
más de 70 organizaciones del territorio creada específicamente para luchar contra el
avance de las propuestas legislativas transgeneristas en julio de 2020. La ponente
analizó las nefastas consecuencias de los tres ejes clave del Proyecto de Ley “trans” para
los derechos de las mujeres y las niñas: autodeterminación del sexo registral para toda
persona de nacionalidad española mayor de 14 años, prohibición por ley de todo
enfoque que no sea afirmativo de las “identidades de género” y criminalización del
disenso con una nueva Ley mordaza, que se ceba especialmente en las familias y en las
personas profesionales de la salud mental, a las que dedica el tramo más elevado con
multas de hasta 150.000 euros.
A continuación, tomó la palabra Carola López Moya, psicóloga feminista sevillana
integrante de la Red de psicología Casandra, que ha sufrido en primera persona la
difamación y el intento de inhabilitación y sanción, ya desestimado, por parte del
colectivo transactivista de Andalucía. Detalló con diversos ejemplos y casos, entre otras
cuestiones, el peligro que supone para las y los profesionales de la salud mental la
prohibición de todo abordaje terapéutico de la disforia de género que siga los
preceptos sin fundamento del llamado “modelo afirmativo” que propugna el Proyecto
de Ley “trans”. Es decir, la obligación de dar por válido todo autodiagnóstico y
autodeclaración de “ser trans” de cualquier persona que lo emita, tenga la edad que
tenga, y sin explorar las razones subyacentes de su malestar. No hacerlo comportaría
las multas que ya había detallado Amparo Domingo en su intervención.
Cerró la primera mesa una madre, María (nombre ficticio), de la Agrupación
AMANDA de familias de adolescentes y niñas y niños afectados por el fenómeno de la
Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR), bajo nombre ficticio y que no podrá
aparecer en imágenes ni grabaciones -este es solo uno de los muchos indicadores de la
seriedad del problema-. La ponente expuso cómo se produce el contagio social que
afecta a sus hijas e hijos, el papel de las redes en la captación y las instrucciones que
repiten las y los adolescentes sobre cómo actuar, la angustia, la incomprensión y la
negación del fenómeno de la DGIR por parte de las instituciones educativas y sanitarias,
y el desamparo de las familias y las y los menores, que los ha llevado a organizarse para
hacerle frente.
La segunda mesa contó con dos intervenciones. En primer lugar, intervino Sandra
Rocha, del colectivo Sanitarias Feministas, también integrante de Confluencia
Movimiento Feminista, cuyo manifiesto de denuncia de la falta absoluta de base
científico-médica de los protocolos sanitarios “trans” de las CCAA y el tratamiento
hormonal que indican, de nuevo basado en el “modelo afirmativo”, sigue sumando
adhesiones. La ponente analizó múltiples ejemplos de tales deficiencias y
contradicciones y su impacto en la población atendida, además del callejón sin salida
deontológico en el que sitúan a las profesiones sanitarias, y concluyó con una crítica a la
falta de un enfoque ético basado en el precepto de “primero no hacer daño” y la
priorización del principio de autonomía del paciente por encima del de maleficencia
profesional.
Por último, intervino la antropóloga de la educación Silvia Carrasco, en nombre de
Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo, también integrada en
Confluencia Movimiento Feminista), que expuso por qué el ámbito educativo y, en
concreto, la Coeducación, resultan claves para expandir y consolidar la ideología
transgenerista a base de suplantarla con contenidos que están en sus antípodas. Se
utiliza como puerta de acceso para adoctrinar a toda la generación menor, contando
con el respaldo institucional y académico a sus postulados anticientíficos, según los
cuales: se puede “nacer en cuerpo equivocado”, ser mujer u hombres es una “identidad
sentida”, “la especie humana no es binaria”, ser “trans” es una “identidad innata” o
“fluida” al mismo tiempo (y, celebrada como “antisistema”), etc. Y, entre otras
cuestiones, planteó cómo se ha ido infiltrando el lobby transactivista en la formación
del profesorado y en los centros, a través de protocolos educativos “trans” de las CCAA.
Como conclusión de la Jornada, de todas las ponencias se desprende que la respuesta a
la pregunta ‘¿A quién beneficia la “ley trans”?’ parece clara, como se ha podido
constatar en todos los países que nos han precedido en la aprobación de este tipo de
leyes y están dando marcha atrás por sus nefastas consecuencias: solo beneficia a la
industria farmacéutica especializada en la falacia de la “identidad de género”,
conocida como #BigPharma, y a los proyectos de experimentación con seres humanos
en lo que la última ponente calificó como “el mercado de la vida”, para los que
necesitan debilitar el Estado de derecho y disponer de mujeres y menores. Algo que las
políticas de identidad que han sustituido en la izquierda a los grandes relatos de
transformación social están favoreciendo

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