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Blonde (rubia)

Artículo 86

Han estrenado una película sobre Marilyn Monroe, que visto lo visto, parece, guardando mucho las distancias, la vida de la primera mártir rubia de bote de la historia.

Un calvario sufrió la pobre Norma, huérfana de padre y con una madre que trató de hacer carambola matando dos pájaros de un tiro en un incendio forestal cercano a su casa, para acabar con la perturbación materna. Como no lo logró, acudió a su casa y trató de ahogar a su hija en la bañera.

La internaron en un hospicio. La violaron en repetidas ocasiones, la usaron para chantajear a terceros, le pegaron cuando les daba la gana. Esa manía que tienen algunos hombres de golpear a las mujeres a las que no entienden ni aman. Esos cobardes que siembran sus dictaduras en los domicilios que comparten con las víctimas.

Blonde (rubia) que en inglés suena casi como blood (sangre), un juego de palabras que acaba diciendo: “Rubia ensangrentada”. Duele la película por ser sangrante entre abortos, palizas, desprecios y la falta de cariño, porque aunque parezca extraño, nadie amaba a aquella rubia explosiva. Daba juego a la industria y en la cama, pero solo era egoísmo.

Con la correa por la parte de la hebilla le pegaba su marido, mientas los niñatos de papá la chantajeaban. Aquella no fue una buena época, por la España dictada, había padres que le daban a sus hijos el mismo jarabe de palo ante el silencio cómplice de la madre. ¿Quién ataría a la pata de la cama con la correa de un perro a una criatura de ocho años por haberse comido un plato sin permiso. ¿Quién te grita que hubiera preferido haber criado a un cerdo de veinte arrobas que a un hijo de 15 años?

¿De quién te fías, a quién le cuentas el penar si las palizas eran caseras, a un familiar para que luego acuda al verdugo con el cuento?

El mundo artístico fue el salvavidas de Marilyn y de tantos otros, puesto que, mientras estaba delante de las cámaras se sentía observada y querida por todos, útil e inaccesible, ella que fue explotada y violada a partes iguales.

No comprende uno cómo, si no es por padecer el síndrome de Estocolmo, acude al hospital a visitar a su madre, madre que la rechazaba porque para ella estaba mejor muerta que dándole el cariño que no recibió.

Un camarero te invita a un café porque le hiciste reír, pero los tiranos no ríen por no dar muestras de humanidad o porque perdieron esa capacidad.

Una película “de Armas” tomar.

Manolo Royo, humorista www.manolo-royo.com

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