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Dobles parejas

 

Cuando, en 2008, la crisis económica iniciada en USA el año anterior, expulsó prácticamente  del mercado, al sector cementero, en el que trabajé veintitrés años, de mis cuarenta y dos de vida laboral, empecé, por primera vez, a tener tiempo libre, de verdad, para convertirme en uno de esos “personajes”, de Luigi Pirandello, “en busca de autor”. Si bien, en la obra del prestigioso autor italiano eran “Seis”, en España, no menos de seis millones –el 20 N de 2011, fuimos once–, estábamos hartos del desastre que, entre 2004 y 2008, había perpetrado un traidor a su país, como lo demuestra que hoy sea el “embajador”, a lo largo y ancho del mundo, de un chavista bolivariano como Nicolás Maduro, sucesor del pájaro golpista, Hugo Chávez –“pajarito”, lo llama el chófer de autobús, hoy presidente de Venezuela, cuando lo cita–. Supongo que, hasta el menos avezado en el seguimiento del desastroso devenir político de nuestra querida España, desde 1982 –puede que antes– y, especialmente, en el actual Siglo XXI, se habrá dado cuenta de que me refiero a un vallisoletano, que se dice leonés –hasta en eso es poco fiable–, de nombre José Luis Rodríguez y más conocido por su segundo apellido, Zapatero, al que Jaime Campmany (q.e.p.d.), llamó en uno de sus libros, que recomiendo leer, muy acertadamente, Zapatiesta, que fue lo que dejó en España.

Hecho ese pequeño preámbulo, que ya se  verá que tiene que ver con el título de mi artículo, vamos con las “Dobles parejas”, que, aparte de la conocida jugada del juego de póker, supongo también que no pocos de mis lectores se habrán dado cuenta de que no son otras que las que, los últimos días de Septiembre, han aterrizado en el panorama político. Exacto, Mario Conde con Macarena Olona en España, concretamente en Sevilla, y Giorgia Meloni con Silvio Berlusconi, en la algo más que vecina Italia, con Francia de por medio, en lo geográfico.  Dos parejas, con evidentes similitudes y no menores diferencias que, cada una en su ámbito, la primera, por ahora y, la segunda, con mucho más recorrido, están dando bastante que hablar estos días. Pero, de momento, para uno y otra componentes de la pareja española, su “saldo”, político, y creo que el económico en el caso de los empresarios, es, definitivamente, inferior al de la pareja italiana. Eso sí, a nivel académico, el balance se inclina claramente del lado español, dos abogados del Estado frente a dos periodistas.

Me ceñiré al aspecto político, que me interesa más y, en lo económico, que cada cual disfrute de su patrimonio, como pueda, con permiso de las respectivas haciendas depredadoras. Los dos italianos han tenido claro protagonismo en la política del país alpino. Berlusconi, como primer ministro en varias ocasiones, Presidente de turno del Consejo de Europa, diputado, nacional y europeo, senador y ministro de Asuntos Exteriores de la República italiana, además de presidente del club de futbol A. C. Milán, que es otra forma de hacer política. Meloni, ha sido diputada en varias legislaturas y fue ministra de Juventud, precisamente con Berlusconi de primer ministro, entre 2008 y 2011. En las últimas elecciones italianas comparecieron en coalición, aunque el triunfo (26%) cayó del lado de ella, pero el respaldo se lo da, principalmente, Berlusconi (8’1%) porque el tercero en discordia, Mateo Salvini (8’8%), les puede dar algún dolor de cabeza ante la negativa de la ganadora de cederle algún ministerio de calado. Ya veremos cómo sortea el escollo la previsible primera mujer primer ministro en Italia, porque ya sabemos que, el “meloni”, no se sabe como sale, hasta que se cala.

En el lado de la pareja española, sabido es que el balance político es manifiestamente inferior. Conde no pasó de ser un “peligro” para Felipe González, en franca decadencia, y José Mª Aznar, todavía no acreditado, que, dicen las malas lenguas y parece bastante creíble, que una jugada de ambos acabó con los huesos en la cárcel del aspirante gallego, que ya se veía como líder de la España conservadora, especialmente de la comprendida entre 25 y 40 años, que lo tomó como ejemplo de proyección profesional. A esto se unió la ambición del, por entonces, presidente de BANESTO y peligro también para los banqueros clásicos, que tampoco parece que movieran un dedo para librarlo de esas vacaciones entre rejas. Con Olona, su reciente pareja accidental, parece que no había coincidido hasta el pasado 19 de Septiembre, pese a ser compañeros de Cuerpo, en una conferencia que daba Conde en Sevilla, a la que ella asistió como oyente y preguntona. Se repitió el encuentro una semana después, en el mismo escenario, pero con los papeles invertidos, aunque no faltó el protagonismo de su compañero –¡qué fiesta sin la tía Juana! –, que fue galardonado por el Club Rotary de Sevilla, y se explayó durante casi veinte minutos de charla agradecida, pero la protagonista fue ella, que parece que está en una gira de conferencias por Andalucía, primero en Granada, con polémica e intento de agresión, supuestamente, por “alumnos” de la extrema izquierda, y la última, por ahora, en Córdoba, el viernes, dentro de la “vena santera” que está descubriendo la alicantina, con su declarado “amor” a la Semana Santa andaluza, que parece similar a su empadronamiento en Salobreña, puro oportunismo político, que siempre habrá alguien que le compre.

Pero la pareja española no puede decir que pasó con éxito por la política, y enlazo aquí con lo que decía más arriba, después del pequeño preámbulo. Conocí un poco a Mario Conde allá por 2011, cuando presentó su Fundación para la Sociedad Civil, con enorme éxito de asistencia por cierto, en el Hotel Intercontinental de Madrid. Al año siguiente, formé parte del equipo organizador del congreso del, ya partido, Sociedad Civil y Democracia (SCD), con el que, de nuevo, creo que pensaba dar el salto al primer plano de la política, frustrado en los primeros 90. Y lo hice porque me enganchó, a pesar de los recelos que pudiera despertar el personaje, un mensaje que lanzó repetidamente en sus intervenciones semanales en El Gato al Agua y en sus comparecencias con la Fundación antes citada: “Que no llegue a la política, nadie que no haya hecho nada en la vida”. Justo lo que no pocos años antes, y todavía hoy, venimos reclamando muchos y yo he repetido infinidad de veces en comentarios y artículos. Así que, hilando con la obra de Pirandello, me dije: “Este es mi autor”, pero lo que en realidad vi es que era el “actor”, porque no otra cosa que una actuación, cuidadosamente estudiada, fue su discurso de apertura del congreso –como otros muchos repetitivos que le escuché–, y un fiasco su primera decisión posterior, el nombramiento de un “Comité Ejecutivo”, de unas doce o trece personas, en el que, escasamente, había tres o cuatro que hubieran hecho algo –de cierto nivel– en su vida. Casi todos, jóvenes y no tanto, mediocres y, me temo, con currículos que podían caber juntos en una tarjeta de visita. No me alargo con esta historia.

A Macarena Olona no la conozco personalmente, pero sí conocí bien a su partido hasta hace unos días, desde sus comienzos, y a los que hoy, repescado, lo lideran, cuando, en 2012-13, participé, en colaboración con Alejo Vidal-Quadras, del proyecto que daría lugar a Vox, presentado a la prensa en Enero de 2014, en la calle Pradillo de Madrid, y, posteriormente, a la sociedad española, en el Hotel Meliá Castilla, también en Madrid, el 8 de Marzo siguiente. Unos días antes, el 1 de Marzo, lo presentamos en el Hotel Córdoba Center de mi ciudad, ya que yo fui el primer coordinador provincial que nombró el Comité Ejecutivo Nacional provisional. Digo esto para dejar constancia de que conocí bien los primeros meses de vida de ese partido, hasta que, no conseguido el ansiado escaño europeo –sobre todo por el presidente– en Mayo de ese año, debido en gran parte al juego sucio en contra de Santiago Abascal y sus muchachos, a los ocho meses de su presentación, Septiembre de 2014, entró en tal crisis, que le costó una larga travesía del desierto. Un lugar del que no hubiera salido, de no ser por la llegada de Pedro Antonio Sánchez PinócHEZ a la Moncloa, que, todo apunta, lo rescató de la nada para que actuara como “cuña de la misma madera” –la peor, dice el refrán– con el Partido Popular, que trataba entonces de recuperar un Pablo Casado de triste memoria. Pero esa es otra historia que no corresponde ahora y sobre la que ya he escrito bastante y puede que algún día haya que volver. Lo cierto es que, como decía, la señorita Olona –hasta donde yo sé es soltera–, como su nueva pareja de baile –que ya va por tres–, tampoco hizo nada en política hasta ahora, fuera de ser una buena parlamentaria en lo que iba de legislatura, con fluida oratoria –no es poco para lo que abunda en el “hemicirco” de la Carrera de San Jerónimo (que cualquier día sale corriendo)– y un fallido clamoroso en Andalucía, víctima de una “trampa” de su cúpula, a la que hacía sombra, y de una ambición que le demostró que, pese a su probada memoria y elocuencia, en política, alcanzaba pronto su nivel de incompetencia. Y es que, como decía una vieja coplilla “…si no sabes torear p’a qué te metes”, y está claro que doña Macarena no sabía con quiénes se juntaba. Y le repito a Doña Macarena: “Nunca, segundas partes fueron buenas” ni creo que sea una buena idea intentar una nueva aventura política que sólo contribuiría a dividir otra vez a la derecha, y menos con esa compañía en la sombra. Lime sus asperezas con el PP y consolide los valores de la derecha popular. Otra opción sería, hoy, claramente perjudicial para España, a la que tanto dice querer. Las elecciones europeas de 2024, quedan un poco lejos para otro “sueño” político. “Y los sueños… sueños son”.

Me parece que, en este nuevo intento de volver, que probadas las mieles del escaño, pocos se resisten a dejarlo  o a no recuperarlo, ¿verdad Cayetana Álvarez de Toledo?, se equivoca de pareja y de estrategia, que ya sería un segundo error de calado, después de aceptar ser cunera por Granada y candidata a la Junta de Andalucía, de la que ni conocía el traje de gitana ni sabe de su semana Santa. Pero, como decía en otro artículo y en algún comentario en redes, “doctores tiene la Iglesia” y el tiempo dará o quitará razones. Mientras, asistimos a la “crónica de una muerte anunciada” en el camino de Vox, que ya anuncié hace tiempo que seguiría el de Podemos, con el natural desfase temporal, los extremos se tocan, pero que le servirá al de Amurrio para seguir enganchado a los PGE durante algunos años, que era el objetivo. Lo triste es que, el desencanto y desesperación de muchos buenos españoles, le dieron un soporte infinitamente mayor del que ese grupito y los infiltrados de la extremista Plataforma por Cataluña, que se unieron en masa tras su disolución, se merecían.

Una cosa más, para terminar. A pesar de sus relativos parecidos, en el mensaje político y en los antecedentes paternos, ni Meloni ni Olona –el apoyo de Mario Draghi, tras su acuerdo, lo prueba– son fascistas. Recordemos, para algunos desmemoriados o ignorantes inducidos, que el “fascio” nació en Italia en 1919, de la mano de Benito Mussolini, Il Duce, como régimen totalitario socialista, que gobernó la República Social de Italia, así, entre 1922 y 1944, y cuyo máximo exponente, posiblemente, haya sido el nacionalsocialismo de Adolf Hitler, más conocido como nazismo, que no pocos países hispanoamericanos emulan hoy. Y tampoco son de ultraderecha, como sí puede decirse, en el otro extremo, de los socios del desgobierno actual, Podemos, y de sus apoyos ERC y BILDU.

Acabo con un mensaje a los que parecen llamados a ganar las próximas elecciones, en todos los ámbitos: ¿no ha sido precisamente que la derecha española no lo hizo bien, la consecuencia del crecimiento del populismo de izquierdas, del nacionalismo y de que la propia derecha se haya roto, propiciando el crecimiento de Vox y su pegote catalán? Piénsenlo, por favor y no repitan los errores de sus dos antecesores. España lo agradecerá.

Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.

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