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El “Efecto Olona” era… dos diputados. Confirmación y posible excepción del Principio de Peter

La actualidad manda y toca reflexionar sobre el acontecimiento histórico que se produjo ayer, el domingo para el lector, en mi querida Andalucía.

Podía aceptar, e incluso entender, otra cosa es que tenga muchos matices en el cómo y el porqué, que Andalucía fuera mayoritariamente socialista. Por un lado el efecto pendular, al principio de la transición, de los mantras del franquismo, esgrimidos con fines espurios por la izquierda presentando el señoritismo andaluz y el abandono de las clases sociales trabajadoras, cierto en más casos de los deseables, tal vez, pero no general, creo. Por otro, el sobrevenido clientelismo que un totalitarismo de décadas propició, hasta ir consiguiendo una masa subvencionada, fiel y agradecida, que pasó por alto casi todo, gravísimos casos de corrupción y desvergüenza incluidos. También una mal entendida política de un centroderecha perdido que no acertaba con el mensaje ni el ejemplo, lo podía condicionar. Lo que me costaba admitir es que mi Andalucía fuera mayoritariamente tonta, y eso se desmontó el domingo, gracias a Dios, porque todo tiene un límite, incluida la manipulación que, con ayuda de unos medios de comunicación manipulados y una televisión pública autonómica penosa, vendía lo anterior para dejar a mi tierra como una región de pan y circo, tapitas y toros o fútbol, en la que todo valía. Una tierra sólo válida para el turismo pese a la gran labor de una provincia como Málaga en el plano cultural y tecnológico, verdadero motor inversor de Andalucía. Al final, mis paisanos despertaron mayoritariamente y, en una jornada que marcará un hito, dejaron cortas las encuestas más optimistas. Esas que barajaban la posibilidad de que el Partido Popular sumara más votos que las tres opciones de la izquierda, PSOE; Por Andalucía –amalgama podemita de tres o cuatro partidos–; su escisión, el Adelante Andalucía de la “hacendosa” Teresa Rodríguez y, el más centrado, pero de izquierdas también, Ciudadanos, socio obligado en la etapa que termina, tras la obligada abstención de VOX. Se especulaba con que se pudiera repetir el modelo Madrid, donde tras el sonoro triunfo de Isabel Díaz Ayuso, que rozó la mayoría absoluta, VOX quedara como un partido residual, sin mucha voz y poca posibilidad de voto. No pocos medios, los oficiales casi todos y los teñidos de verde desde 2018, todos, insistían en la necesidad de contar con VOX para que entrara en el próximo gobierno andaluz. Su principal argumento, lo ocurrido hace sólo cuatro meses en Castilla y León, que la mayoría quería que se repitiese en el Sur, algunos, como mal menor, para volver a utilizar la falacia de la coalición del PP con la extrema derecha. Frente a esto, el candidato del PP, sereno y cercano al electorado, como ha demostrado durante toda la campaña y avalado por una buena gestión en la última legislatura, aspiraba a poder gobernar en solitario, con apoyos esporádicos de VOX. Pero las urnas emitieron su sentencia, Juan Manuel Moreno BonillaJuanma– conseguía la mayoría absoluta que, una acertada encuesta a pie de urna de GAD 3, al cierre de los colegios, a las 20:00 horas, adelantaba con una horquilla de entre 56 y 61 diputados. Es decir, en el nivel inferior, ya superaba los 55 escaños mínimos, necesarios para esa mayoría absoluta. Junto a eso, un sonoro batacazo del hasta ahora referente político andaluz, el PSOE, que, con un mal candidato, Juan Espadas, y un aún peor, líder nacional, Pedro PinócHEZ Falconeti, doctor Plagio cum Fraude –no pondré todos sus apelativos para no alargarme demasiado– recortaba en tres escaños el ya mal resultado para esta opción que obtuvo en 2018 su antecesora, la “sultana andaluza”, Susana Díaz, con el suelo entonces de 33, que caía hasta los 30 el domingo. También, lo vaticinado por casi todas las encuestas, sobre todo a medida que avanzaba la campaña, la desaparición de Ciudadanos que, pese a su labor, parece que no desacertada, como vicepresidente del gobierno andaluz saliente, Juan Marín, no consiguió evitar ni siquiera paliar. Al final, el tan cacareado por Santiago Abascal, “efecto Olona”, se quedó en un simbólico maquillaje de dos escaños que no le sirve a la “granadina” de importación para nada y deja en brindis al Sol, como en cualquier caso hubiera sido de haberse producido una victoria de Moreno que sumara más que los partidos de izquierda (30+5+2), sin la apabullante e histórica mayoría absoluta final, con los 58 escaños que representan una subida de 32, respecto a las elecciones de 2018. Eso sí es una diferencia.

Los que hayan leído mi artículo del domingo, “El Principio de Peter ‘también’ se cumple en política” https://www.navarrainformacion.es/2022/06/18/el-principio-de-peter-tambien-se-cumple-en-politica/, tal vez recuerden que me despedía con un “No sé yo, si no veremos también superar su nivel de incompetencia a alguno de los que no se espera que le pueda llegar, todavía. Tres, de los seis, lo tienen más que demostrado, pero puede que haya sorpresas”. Obviamente, la “sorpresa”, que para mí no lo ha sido, era la que muchos seguidores y votantes de VOX se podían llevar con Macarena Olona, que ha demostrado, como era previsible, haber llegado a ese nivel de incompetencia que reza el Principio de Peter, su partido pierde una buena parlamentaria nacional para conseguir un  remedo de lideresa regional. Su prepotencia en uno de los debates electorales, dirigiéndose al candidato del PP: “Aceptaría ser mi vicepresidente, Sr. Moreno”, se ha quedado en lo que, con acierto y su sonrisa peculiar, le contestó el interpelado: “un delirio”. Lo mismo que su salida en la noche del domingo, escoltada por su presidente nacional, con cara de jugador de póquer al que le han pillado el farol, al dirigirse a los suyos con un artificial “Gracias. No podría haber llegado hasta aquí sin vuestra ayuda”, ¿a dónde, a Andalucía, a Granada o a Salobreña? O, tal vez, a liderar un partido inane, mero comparsa en la asamblea, con poca voz y menos voto. Porque a nada más ha llegado, salvo a cambiar un escaño en el Congreso, en Madrid, por uno en la asamblea andaluza, en Sevilla. Para ese viaje no hacían falta muchas alforjas, me parece. Claro que lo que sí cobra cierta fuerza es la idea de que lo que realmente se ha hecho desde el CEN de VOX con Olona, ha sido realmente un “Arabesco lateral”, que el propio autor del Principio, Lawrence J. Peter, define en su libro como: “Seudoascenso consistente en un nuevo título y un nuevo lugar de trabajo”. Porque dicen las malas lenguas que lo realmente perseguido por Abascal era sacar de su órbita más cercana, Madrid, a la portavoz adjunta en el Congreso, porque le hacía sombra, algo evidente a poco que se vea y escuche a los dos. Ya veremos en qué queda su promesa de “seguir en Andalucía”, que también decía desde el tablao en la noche electoral. De momento, que se sepa, no ha renunciado a su acta de diputada en el Congreso y puede haber sorpresas también en esto. Aunque también puede que hagan un paripé para que no se destape el teatro y aguante unos meses en Sevilla hasta las próximas elecciones generales o, quién sabe, la veamos de cabeza del cartel municipal de Granada o Salobreña, su tierra adoptiva de última hora. Como reza el dicho: “Todo es posible en Graná”.

Voy a ir concluyendo, no sin resaltar un posible “fallo” en el incuestionable Principio de Peter. Y sería el que se ha producido precisamente con Juanma Moreno. Recordaremos que, cuando Pablo Casado llegó a la Presidencia del PP en Julio de 2018, poco antes del “acuerdo” extraoficial PSOE-VOX para hacer cuña al PP, nadie daba un duro por Juanma. Recordemos también, que Moreno fue nombrado candidato a la Presidencia del PP andaluz, apadrinado por Javier Arenas, que se salió con la suya, con una posible maniobra, creo, de Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta de Mariano Rajoy a la sazón, que le ganó por la mano a Mª Dolores de Cospedal, que iba a Sevilla –AVE de ida y vuelta, sin salir de Santa Justa, se dijo– para nombrar a José Luis Sanz, entonces Alcalde de Tomares. Todo apuntaba, entonces, a que, Juanma Moreno, era uno de los que Casado tenía señalado como prescindible. Pero llegó la convocatoria de elecciones anticipadas por parte de la citada Susana Díaz, que cogió al palentino –y a su mano derecha, el murciano Teo García Egea– con el pie cambiado y sin tiempo material para el relevo, por lo que, creo que con buen criterio entonces –y mucho más después de lo visto el domingo–, el Presidente del PP optó por bajarse a la tierra de María Santísima y ayudarle en la campaña. Aunque ganó el PSOE esas elecciones, el resultado del PP no fue muy malo y la coalición con Ciudadanos y la ambigüedad de VOX, con su apoyo forzado por las circunstancias, le permitieron presidir Andalucía. La legislatura no fue mal, sino todo lo contrario y el resultado del domingo certificó que, lejos de demostrar su nivel de incompetencia, Juanma Moreno ha demostrado su “nivelazo de competencia”. ¡Enhorabuena Presidente! Y que sea la antesala de un triunfo nacional que puede tener un escalón más si, después de la imputación de su vicepresidente, Mónica Oltra, el presidente Ximo Puig se atreve a cumplir con su obligación, en lugar de aferrarse al sillón, y la cesa. Algo que podría llevar a un adelanto electoral si se cumple la amenaza del partido de la presunta prevaricadora después del nuevo show de baile con sus compañeros de Compromís y el mensaje de su amigo, el diputado Juan Baldoví: “Si tocan a una nos tocan a todos”.

No quiero terminar sin referirme a una pequeña anécdota que viví hace pocos días, en una “premesa” –perdón por el palabro, pero si se admite sobremesa para el después, ¿por qué no esto para la previa? –con dos buenos amigos, mientras esperábamos la llegada de otros a una cena. En relación con mis manifestaciones sobre VOX, me decían que debería cambiar de guion sobre mis reflexiones, que podían transmitir una supuesta animadversión hacia ese partido –que, de existir,  no sería con la mayoría de sus votantes sino con la cúpula de VOX, en todo caso– y, desde la sugerencia de olvidarme del plano político, me preguntaban cuál de las dos, Macarena Olona o Rocío Monasterio, me gustaba más como mujer. Mi respuesta fue fácil: “en ese aspecto, me quedo también con Isabel Díaz Ayuso”.

Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.

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