Manolo Royo
Artículo 71
TOROS
San Isidro era labrador y muy taurino.
Es más peligroso encerrarse con unos antitaurinos que con seis toros bravos. Al menos los toros sabes lo que van a hacer.
El otro día vi a la Presidenta de la Comunidad de Madrid en el burladero de la Plaza de las Ventas comentando con una risa irónica, dirigida sin duda a los antitaurinos, que la plaza de toros más grande e importante del mundo generaba unos beneficios, solo en las fiestas de San Isidro de 700 millones de euros.
La gente paga su entrada para ver los toros, para ser vistos, para el postureo, porque son turistas o porque les da la gana y con ese dinero se contratan ganaderías, cuadrillas, figuras del toreo… La verdad es que lo que menos les importa es el toro. Lo que verdaderamente les cabrea es que haya gente que se gane la vida de esa manera.
No se les ve a los activistas en la puerta donde se celebran peleas de gallos o perros, se les ve en la puerta principal del circo perturbando la entrada ilusionada de grandes y pequeños y eso que en el circo no matan seis animales en cada función sino que los acompañan de por vida y reciben mejor trato que los humanos que duermen en las calles entre cartones y ratones.
El pasado lunes 23 de mayo se celebró en Las Ventas una novillada en la que en ocasiones el presidente de la misma daba la sensación de ser el papá de una antitaurina. Al novillero Jorge Martínez le negó la oreja solicitada por la mayoría de la plaza y por lo tanto la salida a hombros por la puerta grande.
Como buen español, al presidente le sentó mal la bronca anterior y sin pensarlo dos veces le atizó las dos orejas, casi antes de que las solicitaran al siguiente novillero, como diciendo: tomad las orejas y dejadme en paz. Pues no señor, la primera oreja es potestad del público y la segunda y el rabo es cosa suya. Esta postura no ayuda en nada a los que empiezan y se merecen el triunfo.
Manolo Royo, humorista www.manolo-royo.com
