Jesús Bodegas Frías
En unas palabras que resultan de gran actualidad San Juan XXIII decía, en el día de Navidad de 1961, “Creemos vislumbrar en medio de las tinieblas tan sombrías, numerosos indicios que nos hacen concebir esperanzas de tiempos mejores para la humanidad y para la Iglesia”.
El papa Francisco en su última encíclica Fratelli tutti nos invita a soñar (n 8). Este año el lema del día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar es “Los sueños se construyen juntos”.
La pandemia, sorprendentemente, nos brinda la oportunidad de repensar muchas cosas y de repensar nuestros modelos de persona, sociedad e iglesia, en clave de fraternidad, la tercera y olvidada palabra del manido lema, y de sinodalidad que significa “hacer camino juntos”, o sea, “caminar juntos”, sin distinciones ni rangos.
En este proceso de discernimiento para elegir lo que es justo y nos lleve a una conversión o transformación primero de nosotros como personas y luego de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia, contamos con el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, sin olvidar estos tres puntos:
1º Profundizar en la conciencia de que la tarea de la fraternidad es de todos y, por ello, reclama apertura a los demás, cultura del encuentro y del diálogo para caminar juntos. El discernimiento nos pide escuchar a los demás con humildad, sintiéndonos necesitados de lo que nos aportan los demás.
2º Estar abiertos y atentos a la realidad, mirándola siempre desde la situación de los pobres. Focalizando nuestra atención en realidades como el deseo de una vida digna de los migrantes; la defensa de la dignidad del trabajo y del trabajo digno frente a la precariedad y pobreza en el mundo del trabajo; de la igualdad entre hombres y mujeres; del cuidado de las personas y de la fragilidad ante tanto descuido de la vida; del anhelo de una ecología integral ante la profunda crisis ecosocial que padecemos, ….
3º Abrirnos al amor de Dios, sabiéndonos amados por Dios y convocados por ese amor al servicio y la entrega a los demás. Cultivar la capacidad de oír la llamada del Espíritu en las realidades concretas de nuestro mundo.
El papa Francisco nos recuerda, el laicado, organizado en los movimientos de Apostolado Seglar, y en ellos los movimientos de Acción Católica, general y especializada, estamos llamados a crecer en ser servidores y animadores de ese discernimiento en nuestra Iglesia para colaborar con el que lo necesita en nuestra sociedad, y a hacerlo en la vida cotidiana, abriendo procesos en esa dirección en el día a día de nuestras comunidades eclesiales.
Con frecuencia uno de los grandes problemas de las convicciones religiosas de nuestras comunidades eclesiales es la separación de éstas de la realidad mundana y cotidiana, lo cual favorece un apartamiento de la esfera religiosa del ámbito terrenal, muchas veces propiciada por la actuación de algunos presbíteros que inculcan una fe formada en base a la memoria o costumbre poco razonadas, fomentando una participación en su mayoría de puertas para dentro del templo y de un voluntariado teledirigido y tutelado por el clero. En donde la sinodalidad, deja de ser un caminar juntos, como hizo Jesús camino de Emaús, y se convierte en otra cosa.
Para ser parte de una Iglesia en salida que permita el crecimiento de nosotros mismos y el de cada una de las personas creyentes o no, con las que convivimos, hemos de cultivar una fe madura y bien reflexionada.
Por último, en el mes de mayo y de la Virgen es conveniente recordad la oración de “Santa María de los indignados”
Enséñanos a leer la Biblia -…, más allá de la rutina de las sinagogas y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
Enséñanos a leer la Historia —leyendo a Dios, leyendo al hombre— …
Enséñanos a leer la Vida.
Jesús Bodegas Frías miembro de ACG (Acción Católica General)
Artículo anterior Ganadlo
