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Ganadlo

Lo que nadie se esperaba es que en esta tercera semana de abril con el lío de las vacunas y en plena campaña electoral de la Comunidad de Madrid, el futbol les robase los titulares.

La campaña de vacunación, como el año pasado el avance da la pandemia, se recuenta día a día y se nos informa mañana, tarde y noche. Lo cual hace que el avance parezca aún más lento. Por no hablar del exceso de información sobre los tipos de vacunas, sus posibles efectos secundarios y sus pocos y aireados casos.

La “neopolítica” de zascas y virales, el abuso del “código binario*” (socialismo ó libertad, fascismo o democracia) impregna y satura la delicada convivencia social. La hiperpolarización nos lleva a la perdida de la mesura, la centralidad, la moderación, la tolerancia, el diálogo, el consenso, el equilibrio, la transigencia y la desmemoria de que en la diversidad, y sus matices, está la riqueza. ¡Que pronto se olvida lo que tanto esfuerzo ha costado conseguir!

Pero volvamos al grito unánime que las masas abducidas, alienadas y “cretinizadas” han lanzado como nuevo eslogan y hashtag para ir contra la superliga que algunos clubes querían organizar.

Es cierto que este “selecto” grupo de equipos ha caído en el elitismo, pero en su soberbia estaba su penitencia.

Lo que entendemos por futbol es un negocio que se apoya en un deporte y lamentablemente, para sus aficionados, rara vez es un espectáculo. Ya lo dijo el que fuera presidente de la FIFA, Joao Havelange “El futbol es un producto comercial, hay que tener mucho cuidado con el envoltorio.”

La consigna de ¡ganadlo! también se la debieran aplicar las verdaderas elites que manejan el futbol, FIFA, UEFA, Federaciones nacionales y Liga de Futbol Profesional con sus luchas cainitas. Todos ellas apenas arriesgan nada, y controlan y se reparten el negocio, manejando presupuestos traslucidos aderezados con escándalos de sobornos disimulados en caros regalos e incluso comprados líos de faldas.

Es falso que el futbol pertenece a los aficionados, si fuera así, no señalarían los partidos en extraños horarios, las entradas en España no serían tan caras, su precio sí que es exclusivo de bolsillos con abultada cartera.

Tampoco se llevarían partidos de la liga y finales de copa a otros países. Cuidarían más a los protagonistas, los futbolistas. Si el futbol fuese igualitario, las futbolistas cobrarían lo mismo que sus compañeros. El único deporte-espectáculo-negocio donde hay igualdad salarial es en el “elitista” tenis.

La igualdad que piden los equipos no se da en ningún sorteo de competiciones, pues existen los grupos cabezas de series, los segundones, etc. De alguna manera se prima o cuida a una “elite” en aras de un espectáculo que no se da y se evitan sorpresas de eliminaciones tempranas de equipos que atraen por sus “figuras” o por su “historia” y que “llenarán” estadios o “asegurarán” audiencias. De ahí que la competición de Copa resulte cada vez más atractiva. Tampoco el trato es igual que se lo cuenten al Logroñes y Racing y comparen con Celta y Sevilla.

El futbol como lo conocemos ahora para subsitir, necesita de rápidas y urgentes transformaciones y puede que este amago de superliga haya sido el catalizador de que algo debe cambiar, unido a las protestas desde hace años de los jugadores y entrenadores que se quejan del abultado y apretado calendario. La gallina de los huevos de oro está llegando a su límite de extenuación. Mientras la UEFA se inventa nuevas competiciones como la Liga de Naciones, ellos si tienen “licencia para crear nuevas competiciones” y con los jugadores que no son suyos.

Los clubes están con números rojos y resulta que ha perdido atractivo para los jóvenes. Ellos prefieren ver los torneos de LoL (League of Legends) que es a lo que juegan ahora, porque juegan con sus amigos. Es difícil jugar en la calle como lo hacíamos nosotros. El futbol se ha convertido en una competición y el ganar ha sustituido a la diversión empoderándose como único objetivo. El amigo patoso no tiene cabida en el equipo y esto lo maman desde pequeños en la iniciación al deporte con los torneos de futbito, a lo que se añade la presión parental de tener una figura en casa. La dimensión lúdica y relacional del futbol se pierde y el sustituto lo han encontrado en la partida de videojuego en donde además el “patoso” puede ser el “crack”. Si a esto le añadimos el efecto pandemia. La tormenta está servida.

Hay muchas cosas que cambiar, empezando desde abajo.

Jesús Bodegas Frías, licenciado en Ciencias Biológicas

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