El debate sobre la Eutanasia, cuya Ley ha sido aprobada por el Parlamento español hace pocos días, por supuesto que no es un debate cerrado. Como tampoco lo es el aborto.
En este país por mucho que unas mayorías circunstanciales hayan aprobado estos atentados contra la vida, no por ello son debates válidos e inmutables. La cultura de la muerte no debería imponerse en este país.
Asistimos a una destrucción de los valores tradicionales, de los valores naturales. Uno de ellos, el de la vida, seriamente cuestionado.
La educación y la cultura deberían servir para rebatir ambos planteamientos. Ya no digamos la cultura de lo trascendente, de lo religioso. España es un estado aconfesional donde deberían defenderse ambos derechos.
Debería ser muy fácil. Nuevo gobierno, ambas leyes derogadas.
Pero la política no camina por ese camino.