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La campaña tributaria

Un año más, oficialmente, comienza la campaña de la renta por estas fechas de mitades de abril. Aunque oficiosamente empezó hace unas semanas, cuando en el objetivo de los medios se puso a un conocido “you tuber” por trasladar su domicilio a Andorra para acogerse a las libertades fiscales que rigen en aquel país.

Por cierto, no confundir el mini principado pirenaico con la localidad turolense, en la cual algunos “vivos” pidieron empadronarse para emular a su ídolo. Y es que el nivel o la competencia geográfica de algunos es de traca, y cuando pongan el navegador gracias a su ignorancia conocerán mundo.

No hace muchos años la pieza precampaña tributaria eran las folclóricas, luego fueron los reconocidos cantantes a los cuales sucedieron deportistas que se alternaban con actores y actrices. Pero de cara a concienciar a las nuevas generaciones de tributantes nada mejor que un o una o une “influenzer”.

Eso si los pobres jóvenes, con sus exiguos sueldos o sus sucesiones de contratos precarios, llegan a superar el mínimo requerido para realizar la declaración. Aunque, en cualquier caso, siempre es aconsejable realizarla, para que les devuelvan lo que les hubiera podido retener papa Estado vía mama Hacienda. El estado postmoderno es un ejemplo de matriarcado. La Hacienda lo abarca todo.

Este año la campaña vuelve a ser presencial, aunque el dpto. de Hacienda para demostrar su eficacia envía gran parte de las declaraciones preformadas para sólo darle el visto bueno y así ser más rápidos en las devoluciones, dicen. Personalmente y puestos a efectuar sugerencias me gustaría que fuera más eficiente en reducir el fraude fiscal y en disminuir el déficit presupuestario. Lo fácil es subir impuestos, lo difícil ajustar el número de carteras ministeriales a no más de 15 y consejerías autonómicas a no más 12, y reducir el número de asesores. El gobierno no debe ser una agencia de colocación de amigos y allegados, debe ser eficiente en el servicio al ciudadano.

En esta campaña muchos contribuyentes nos enfrentamos a la incertidumbre de cuanto nos saldrá a pagar de más debido bien a los errores del SEPE, bien a que al cobrar el ERTE no se llevan a cabo ningún tipo de retención. La” burrocracia” es lo que tiene. Sin olvidar el jaleo que tienen quienes aportaron demás a sus planes de pensiones y ahora se encuentran que esa ley foral parece no vale.

La información que los trabajadores reciben de dichas oficinas puede ser muy útil para el equipo gestor del SEPE, pero prácticamente inservible para el currela que padece el paro y que la recibe. No sabe cuanto le han pagado, salvo por el extracto de ingresos y gastos de su banco, y si este se lo envía y no tiene que mirarlo vía internet, eso si no ha tenido que darse de baja de su proveedor de línea para poder comer. En caso de ser un ERTE de continua entrada y salida, el obrero, ya sea de buzo o bata, debe hacer un acto de fe y pensar que no se han olvidado de pagarle algún día. Es bastante posible, que este año se dé la kafkiana circunstancia, en donde algún ciudadano tenga que pagar sin haber cobrado, dado el retraso por exceso de trabajo del SEPE unido al misterioso, pero oportuno, ataque cibernético de su sistema informático.

Todos estamos de acuerdo en que hay que contribuir y así aportar para que los servicios públicos funcionen. De ahí la importancia del derecho, y el deber también, de un trabajo digno y justamente remunerado.

Mas es significativo que coincidiendo con la campaña de tributación casi siempre se hable e incluso apruebe una nueva reforma fiscal para el siguiente ejercicio, como no, abalada por estudios de expertos. En donde se coge la parte del estudio que interesa al gobierno de turno (autonómico o estatal) y se tira a la papelera el resto de este. Además, siempre los “ricos” son los que “más pagan”, la realidad es la desaparición progresiva de la clase media y trabajadora. Sin embargo, si alguien critica la nueva reforma se le tilda de mal patriota y facha, el insulto preferido al sur de los Pirineos, aunque al tiempo hasta la prensa progubernamental, pondrá en titulares que somos los que más pagamos de toda España.

Lo divertido es cuando en campaña electoral autonómica al candidato Gabilondo le dejan desnudo, fiscalmente hablando, sus compañeros en el desgobierno nacional. Y empieza la sucesión de matizaciones.

También surgen los tertulianos que les gusta la fiscalidad comparada para decir que en las Españas la carga fiscal es menor que en otros países de la Comunidad Europea. Curiosamente estos mismos tertulianos no les gusta la remuneración comparada, ni el déficit comparado, ni la administración comparada, ni el presupuesto porcentual comparado. Puestos a compararnos, comparemos todo para tener una buena fotografía y antes de retocar las arrugas de la cara apliquemos el Photoshop a toda la imagen.

Jesús Bodegas Frías, licenciado en Ciencias Biológicas

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