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Pero… ¿volvió a ganar Donald Trump?

PERO… ¿VOLVIÓ A GANAR DONALD TRUMP?

Hace cuatro años, pocos días después de las elecciones norteamericanas que acabamos de volver a vivir, escribía un artículo a propósito de la “sorpresa” para muchos del triunfo del candidato republicano, que titulé “Y LLEGÓ DONALD TRUMP” http://desdeelcaballodelastendillas.blogspot.com.es/2016/11/y-llego-donald-trump-por-antoniodltl.html.-

Hoy, cuatro años después y cuando continúa el recuento de papeletas, podría casi repetir lo escrito entonces con sólo cambiar fecha y nombre del candidato del Partido Demócrata y algún dato sobre la influencia o no, que la por algunos llamada “Plandemia” haya podido tener en el  resultado electoral, pero sobre todo en el de unas encuestas que de nuevo parecen haber fallado en su pronóstico de 10-12 puntos a favor del “demócrata”, que ya veremos si no se dan la vuelta de nuevo, como parece.

Decía entonces que “me gustaba esperar unos días después de cualquier hecho relevante porque ya se encarga la troupe periodística -como es lógico- de saturarnos con sus noticias diagnóstico -en su mayor parte, más reflejo de sus deseos que otra cosa-, dado que la prensa de los últimos años  parece que dejó de lado su labor de información en aras de esa fiebre de opinión sembrada por las tertulias de las que cualquier medio -radio o televisión- está surtido a casi cualquier hora de su parrilla -la prensa escrita va de capa caída, al tiempo que la afición lectora cae en picado y casi se limita al titular, muchas veces contradictorio con el artículo en sí-“. Añado hoy que esa “troupe” que decía se hizo cada vez más “periolista” –periodista socialista– de lo que ya era, sigue su tendencia creciente-.

Y en esta ocasión, a riesgo de equivocarme en mi apuesta, no espero como entonces a que pasen esos días que darán el resultado definitivo, todavía sujeto a recuento y a posible intervención del Tribunal Supremo -de abrumadora mayoría conservadora hoy- por el voto anticipado por correo que levanta algunas sospechas en el candidato republicano y, todavía, Presidente. Así que escribo en “el primer miércoles después del primer martes” de Noviembre -tras cerrarse las urnas la noche anterior, hace sólo unas horas en la Costa Oeste- ante otro todavía tan posible como inesperado triunfo de Donald Trump que, de confirmarse, me daría mayor alegría aún que la que me produjo la larga noche de ‘insomnio’ de aquel día 8 de Noviembre de 2016, que este año no repetí porque no se iba a saber nada.

Decía entonces que “No esperaba la victoria de Trump”, condicionado por la mayoría de encuestas y me preguntaba “cómo esa pléyade de vendedores de humo sigue sobreviviendo sin dar ni una a derechas (ni a izquierdas, claro) a uno y otro lado del charco”. También que  “no conocía  bien al pueblo americano, pero prefería el triunfo republicano, para empezar por principios y, sobre todo, tras los dos mandatos de Barak Obama y la no deseable continuidad de sus políticas con la Sra. Clinton, doña Hilaria, con más sombras que luces”, “hazañas” aparte bajo la mesa de su consorte Bill. Ahora, por el contrario, sí lo esperaba pese a esas mismas encuestas negativas que a uno y otro lado del Atlántico vendían al oso Joe Biden antes de cazarlo, y que me reafirman en el pésimo concepto que tengo de ellas dirigidas por la “ideología” de “el que paga, manda”. Pero lo esperaba por la gestión de estos años de crecimiento continuo de la economía americana, que había llegado a un desempleo del 3’5%, prácticamente nulo, y pese al bombardeo continuo a diario de los medios españoles subvencionados que nos ocultan su gran recuperación del desastre producido por el COVID 19, ya muy superados allí desde el punto de vista económico, aunque nos vendan repetidamente la “pésima” gestión y datos de fallecidos -698 por millón el lunes-, frente al “maravilloso” resultado del mayor encierro y dureza de medidas de Occidente del trío Dr. Plagio, filósofo y No doctor -léase Pedro Sánchez, Fernando Simón y Salvador Illa y sus expertos, ora inexistentes, ora tan numerosos que citarlos sería aburrido, traducidos en 1.276 muertos por millón, “oficiales” e ignorados, que arroja la cifra del entorno de 60.000 desaparecidos “por” o “con” el dichoso virus. Y algo en lo que los voceros oficiales de la izquierda parecen no haber querido reparar, Trump ha cumplido el programa con el que se presentó para ganar en 2016, algo que no suele ser común en nuestros lares. Su “América first” potenciando la producción nacional, la “bajada de impuestos” y “la lucha contra la inmigración ilegal” le han reportado un gran apoyo entre la población autóctona conservadora y entre la mayoría de la inmigración legal y afroamericanos, entre los que creció el empleo y eso que, según se comenta, muchos no saben que el Ku Klux Klan era de mayoría demócrata, pero el “progresismo” del que no se libra ni la avanzada sociedad americana, presente especialmente en los estados de Nueva York y California -84 votos electorales entre los dos- le facilita el “trabajo” a los demócratas. Y tampoco parece que le haya venido mal entre la sociedad americana su promesa tras ser elegido hace cuatro años: “Mi gobierno estará junto a los católicos, impulsando valores que compartimos como cristianos”, o que «Los católicos son una parte importante de la historia de Estados Unidos, que se ha fortalecido con católicos que trabajan duro” y declarándose defensor de la vida: «Soy y seré próvida -que se lo pregunten si no a la organización abortista Planned Parenthood-, cosas que no parecen haber influido mucho en buena parte de la Iglesia actual y de nuestra Conferencia Episcopal, viendo como la cadena TRECE TV apostaba estos días por Biden desde ese Cascabel al Gato que dirige el tan “grande” -de tamaño, me refiero- como melifluo Antonio Jiménez.

Veremos qué nos deparan las próximas horas o días, pero ya se van sabiendo cosas extrañas como la aparición de bolsas de votos por correo muy numerosas en las que sorprendentemente sólo había votos demócratas, como ha pasado en Michigan, uno de los estados clave ayer, en el que Biden “igualó” el escrutinio que iba liderando Trump, tras contabilizar de golpe cerca de 140.000 votos por ninguno del republicano, algo cuando menos sorprendente. Como apuntaba antes, parece que Trump podría recurrir estas “extrañezas” ante el Supremo, lo que puede hacer que el resultado final se retrase aún más, aunque en la máxima Magistratura estadounidense no se atisba la posibilidad de sentencias políticas, al estilo de la unanimidad de la nuestra para cambiar el delito de rebelión por el de sedición como vimos hace poco más de un año en la Sala presidida por nuestro reconocido juez Manuel Marchena, y puede que incluso se declare nula una parte del voto por correo si se demuestra que se produjo fuera de plazo o el propio proceso electoral completo.

En cualquier caso y pase lo que pase cuando conozcamos quién toma posesión en la Casa Blanca para los cuatro próximos años, espero que el que lo haga, que insisto que preferiría que vuelva a ser Donald Trump, sea con la “deportividad” que siempre suele demostrar el perdedor y se convierta en “el presidente para todos los estadounidenses” que anunció el actual, que allí no es una frase para la galería y aquí se convierte en una utopía, sobre todo cuando gobierna la izquierda y especialmente en esta etapa del “No es No” del socialcomunismo frentepopulista, apoyado por el nacionalismo, que la mala cabeza de los menos malos provocó y el “ardor guerrero” de los “héroes del cómic” propició.

Termino con lo que hace cuatro años dijo el que fuera Nuncio del Vaticano en Nueva York, Darío E. Viganó: “habrá que ver al Donald Trump presidente”, que ya hemos visto y desde mi punto de vista con un notable alto,  esperando que no se cumpla el presagio que en forma de aviso le hacía el propio arzobispo el pasado mes de Junio, en una carta dirigida a Trump que recomiendo leer:  https://www.religionenlibertad.com/eeuu/308109960/carta-viral-arzobispo-vigano-donald-trump-lucha-bien-mal.html. En ella hablaba de “los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas” y apuntaba que «en un lado están aquellos a quienes, aunque llenos de defectos y debilidades, les mueve el deseo de hacer el bien, de ser honrados, de educar a una familia, de trabajar duro, contribuir a la prosperidad de su patria… En el otro quienes se sirven a sí mismos, carecen de principios morales, quieren destruir la familia y la nación…, fomentar las divisiones internas y las guerras, y acumular poder y dinero”, que demuestran estar manejados por ese Nuevo Orden Mundial del “deep state, del globalismo y del pensamiento único” que denunciaba.

Habrá que volver sobre este asunto cuando se conozca el resultado definitivo de las últimas elecciones y, mientras tanto, Dios salve América y, de paso, al Mundo y al Humanismo Cristiano, algo que, en mi opinión, pasa necesariamente por la confirmación del actual Presidente Donald Trump, como ya he dicho otras veces, única y posiblemente última posibilidad desde mi punto de vista de conservar la esencia del mundo occidental que conocemos, cargado de defectos, pero intuyo mejor que lo que trae ese NOM globalista y su Agenda 2030, cuyo distintivo luce el inquilino de la Moncloa y me ha parecido ver alguna vez en la solapa de nuestro Rey -pido perdón si estoy confundido- y de la que basta decir que su máximo defensor en España es PabLenin Iglesias Turrión, marqués de Galapagar.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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