Ayer se presentaban, cual estrella de cine, los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Actores principales, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Socialista uno y comunista otro.
Las comparaciones son odiosas diría uno. Pero es que enorgullecerse de unos presupuestos donde va a primar el gasto sin capacidad de control presupuestario, amparándose en una pandemia, y donde va a primar, también, la subida de impuestos, es realmente odioso, máxime cuando en Europa, las políticas pandémicas, tienden a lo contrario a la bajada de impuestos, tal es el caso, por ejemplo, de Alemania o Italia.
Se saca la excusa de que los impuestos se van a subir a las rentas altas y a las grandes empresas, pero, sin embargo, se esconde que quienes se van a ver más perjudicados van a ser todos los demás, las rentas medias y bajas.
El impuesto al diesel (la mayoría de los vehículos más viejos), a los envases de plástico, bebidas azucaradas, tasa google, tasa tobin, solo perjudica a quién no tiene gran fortuna, a quien vive al día.
Menos parafernalia, tipo estrellas de cine, y más apoyo a quien menos tiene, generalmente un trabajador, un obrero, aunque la “nueva casta”, ya se sabe, de diez, nueve para mí y uno para el resto.
“El réquiem de la etapa neoliberal”, dijo Iglesias.
Horripilante.