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VOX, ¡qué buen partido, si tuviera buen señor!

Cuando se lea esto, puede que se esté votando o se haya votado ya la quinta moción de censura de nuestra última etapa constitucional que, a sus 42 años, pasa los peores momentos de su casi madura edad, porque como la vida se está alargando tanto parece que la madurez se retrasa también y estos pipiolos en torno a los cuarenta demuestran estar lejos de la madurez política necesaria para decidir el futuro de un país como España, que necesita de mucha más experiencia al frente, pero es lo que el “progresismo” ha insturado y con esos bueyes hay que arar para nuestra desgracia y preocupación creciente de una generación que por primera vez vivirá peor que la de sus padres.

Prueba de lo que digo sobre la inmadurez, poca seriedad y ligereza de la política actual, es que un instrumento constitucional como la moción de censura, que hasta 2017, es decir, en 39 años, se había producido dos veces, en los últimos tres ha sido presentada -mejor dicho, utilizada, en el sentido más peyorativo de la palabra- en tres ocasiones nada menos, una por cada uno de los extremos del hemicirco en el que ha degenerado el alguna vez foro de la soberanía popular -hoy de la manipulación de la voluntad popular-, en ambos casos no contra el gobierno de turno sino contra el principal partido de la oposición, y una tercera en medio, única que triunfó, apoyada en una clara tergiversación de un párrafo de una sentencia con un extensísimo -100 páginas- voto particular en contra, que unida a la mentira de un supuesto propósito “noble” y una promesa incumplida se llevó el “bolso”, perdón, el gato al agua -¿en qué estaría yo pensando?-. La de Pablo Iglesias en 2017, contra Mariano Rajoy, lo fue realmente para comerle espacio por la izquierda al PSOE y la que vivimos ayer y hoy se vota, lo es para hacer lo propio contra el Partido Popular, como en un lapsus propio de tenerlo muy interiorizado se le escapó al portavoz de la formación verde, Iván Espinosa de los Monteros, en una entrevista en la RTV “Espantosa” de la penosa Rosa Mª Mateo.

Era tan grotesca esta última moción que sólo buscaba unas horas de pantalla y de tertulia y algunos titulares de prensa, y tan evidente su fin partidista, que hasta incumplía el principio elemental de una operación de este tipo, el factor sorpresa, ya que se anunció con dos meses de antelación y entre pitos y flautas se presenta tres meses después y con avisos de cuanto antes por parte del mocionado, si estaría seguro de que estaba abocada al fracaso y que le beneficiará en todo. En definitiva, una “moción” que no es más que otro paso en el rencoroso y vengativo objetivo del mocetón de Amurrio contra el PP, que lo dejó en 2013 sin chiringuito del que vivir -sin dar palo al agua, como hasta entonces- justo cuando se “ofreció” a lo que iba a ser VOX, previo buen sueldo -faltaría más en semejante personaje sin principio alguno, salvo ese y algún otro que no viene al caso ahora-. Y, como le dejó claro el diputado navarro de UPN, Carlos García Adanero, la moción de censura requiere un candidato y un programa, el primer salió de rebote tras no encontrar otro en dos meses -y Dios nos libre del remedio- y el “programa” brilló por su ausencia con cero propuestas más allá de la crítica al frente popular que comparto, pero que no es un programa ya que no hizo una sola propuesta salvo la de convocar elecciones para formar “un gobierno de transición y emergencia” si lo apoyaran.

Como seguramente se sabrá a lo largo del día de hoy, la moción, que nacía abocada al fracaso porque la suma no daba, incluso con el posible voto favorable de PP y Ciudadanos, este último impensable y el del PP en duda hasta última hora entre el no y la abstención, habrá hecho bueno el pronóstico. Mi opinión previa es que el PP debería votar un NO rotundo, porque haga lo que haga recibirá palos por ambos lados del espectro político y de los medios. Lástima que, como buen profeta del pasado, José Mª Aznar, que no hizo su tarea del todo bien cuando pudo y ahora “arregla” el futuro de vez en cuando, haya hecho gala, a destiempo otra vez, de su incontinencia verbal y se haya decantado por ese no que, de darse, permitirá a muchos insistir en que Pablo Casado actúa manejado por el que fuera su Presidente. Una difícil papeleta para el líder de la Oposición al que ya le dicho desde estas reflexiones que le envío siempre que, como de Rajoy, cuanto más lejos, mejor, al menos a la vista.

Presentó la moción para contribuir al show “el negro de VOX”, como parece que no le disgusta que lo llamen, en una prerrogativa al menos inexacta, ya que, para empezar, no es negro sino mestizo y porque, en todo caso, no es “el”, sino “un”, porque hay otros, negros de verdad, como el camerunés Bertrand Ndongo, “asesor” -dicen- en Madrid, o el más incómodo, el cubano Sayde Chaling-Chong, que se presenta como “El auténtico. Soy, literalmente, el garbanzo negro de VOX”, integrante de una denuncia de militantes de Barcelona admitida a trámite por el juzgado número 44 de Madrid por “…coacciones, insultos y amenazas por no obedecer…”, que parece que hará que se sienten en el banquillo, en Noviembre, Santiago Abascal y el “pluriempleado” Javier Ortega Smith, como el ayer presentador de la moción reconocía hace poco. Un ponente -más de una hora para decir poco y proponer nada- que, como muchos de los militantes de VOX en Barcelona, proviene de Plataforma por Cataluña (PxC), partido ultra -identitarios se definen ahora- que hizo sus pinitos municipales con algunos concejales y se autodisolvió en Febrero de 2019, poco antes de las primeras elecciones generales que convocó el doctor Plagio cum Fraude, recomendando a sus afiliados y simpatizantes pasar o votar a VOX. Su fundador, Josep Anglada, y su otrora vicepresidente, Juan Garriga -creo que hermano de padre del diputado ponente- al que Abascal puso al frente de VOX Barcelona junto a la antigua tesorera de PxC, Mónica Lora, tras disolver la gestora, imputados los tres por un supuesto delito “de discriminación y provocación al odio”. El citado “garbanzo negro”, en una entrevista en El EspañolFederico Jiménez Losantos (posible inspirador del discurso) lo llama “El Sextañol”, tras su penúltima “ruptura” con su “amigo” Pedro J. Ramírez– decía que “es un partido abiertamente supremacista y racista, asesorado por Philip De Winter, un nazi belga, independentista y amigo de Puigdemont” y líder del partido nacionalista Vlaams Belang, que lo apoyó, para más señas.

Bien sin más -desde luego mejor que el del presentador- aunque nulo en sus propuestas, el discurso de dos horas largas -el jefe es el jefe- del “candidato” a líder de la Oposición, no es otro el verdadero objetivo del que no hizo el Servicio Militar -a base de prórrogas-, por lo que, de momento, al líder de la “derecha valiente” el “valor ni se le supone” -como aparecía sin el “ni” en las cartillas militares de los que sí lo hicimos pero no fuimos a la guerra-, por mucho que alardee desde la teoría y la falta de responsabilidad, que desinhiben al que sabe que no se juega nada salvo la afición de los que no lo conocen bien, y parece que suena mejor al decir a su manera lo que a muchos nos gusta oír, que no se diferencia mucho en el fondo -salvo en las propuestas que no hace- de lo que dice Pablo Casado, pero que éste suaviza porque pesa más hacerlo desde un partido con sentido de Estado y aspiraciones reales de gobierno, no de supervivencia de su líder, como es VOX, que por parecerse al del otro extremo, empieza por mudarse -nada más, llegar- a un casoplón de un millón de euros -casi 750.000 € de préstamo hipotecario se dice- en una de las mejores zonas de Madrid, que por cierto todavía no ha incluido, como sería preceptivo, en su declaración de bienes en el Congreso.

Espero que Pablo Casado sepa explicar bien lo que yo deseo que sea un NO después de adelantar -como algunos decíamos también- que “No se puede utilizar la figura de la moción de censura como trampolín electoral, ni mucho menos conseguir que un Gobierno que ya está roto se vuelva a unir frente a ese enemigo externo” y que haga de la necesidad virtud, parafraseando a mi paisano Lucio Anneo Séneca, presentándose como lo que no hizo el candidato ayer, un auténtico hombre de Estado. El Secretario General del PP, Teodoro García Egea, dejó ayer alguna pista ante los medios tras el discurso del vasco calificando muy acertadamente el discurso de Abascal como una serie de “Tuits encadenados en forma de discurso” y una forma de tomar “la política como espectáculo”, en la línea de lo antes expuesto, para rematar con una estocada hasta la bola que puede anticipar el  voto popular: “su moción es el único éxito de Pedro Sánchez en dos años” para añadir que “VOX es la derecha que más conviene a la izquierda”, que concuerda con lo que algunos empezamos a decir allá por Febrero de 2019, cuando el “presimiente” Sánchez anunció sus primeras elecciones: “Votar Vox es votar a Sánchez”, decíamos entonces y repetimos ante las segundas, como las urnas demostraron. Porque como muy bien ha dicho Casado “no solo debemos explicar muy bien la posición de nuestro partido, sino que tenemos que explicar alto y claro cuál es el partido que de verdad trabaja por los españoles, sin populismos ni artimañas, sin puestas en escena ni pérdida de tiempo. Porque nuestro adversario no es VOX. Nuestro adversario es Pedro Sánchez y no podemos permitir que esta moción fallida le refuerce”.

Lo triste es que en su simplismo populista, los fracasados en su moción, sus seguidores y sus dos medios de comunicación próximos, venderán el NO a la moción como un voto con los enemigos de España, confundiendo una moción de censura con una cuestión de confianza, como también le dejaba claro el diputado navarro antes citado. De haberse debatido una cuestión de confianza el inquilino de la Moncloa, potestad exclusiva y a lo que obviamente no se atrevería, el NO sería posiblemente mayoritario.

En fin, por decir algo positivo para terminar y ya que el Reglamento del Congreso no contempla esa posibilidad para el jefe del ejecutivo como sí se puede hacer con los ministros, dejaremos el inútil intento de moción del desleal alavés, aparte de lo ya dicho de oportunismo mediático, etc., en un manifiesto de reprobación a Pedro Sánchez por parte de VOX -que no viene mal y seguro que muchos compartimos, aunque sirvió de poco- pero me parece que resultó muy caro el “show” para la maltrecha economía española dedicar dos días de pleno, con todo lo que conlleva aparejado. Eso sí, tuvo sus buenos golpes de efecto tocando las vísceras de sus seguidores en alguna de sus réplicas, especialmente en su lectura de las víctimas de ETA, oportuno, aunque ineficaz, como casi todo. Aquí lo dejo.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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