Sinceramente, lo sucedido ayer en el Parlamento navarro recuerda a tiempos pasados cuando ciertas ideologías fracasadas pretendían el control total de las actividades políticas.
Cambiar el reglamento de todo un Parlamento para evitar declaraciones institucionales suena, tiene, un aire, de cierto tufo totalitario.
Que una declaración institucional no siga los principios elementales de la democracia (una mayoría simple solamente), y qué, a partir de ahora se pida unanimidad, reflejan ese aire arriba comentado.
Por lo visto, cuando no conviene o no gusta una norma, hay que cambiarla. Así, todos contentos. ¿Todos? No puede ser cierto.
La democracia saltando por los aires.