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¿Tenemos tiempo para experimentos en Atención Primaria?

Vamos tarde. Llevamos yendo tarde desde hace meses. O más bien años. Nuestra Atención Primaria ya pedía a gritos un cambio estructural, funcional y de personal cuando todavía no nos había arrollado el coronavirus. Ahora, con el actual contexto sanitario, las deficiencias que este servicio tenía, y de las cuales sólo veíamos la punta del iceberg, han salido a flote como un géiser. Desde muchos ámbitos pero, especialmente, desde el de los profesionales sanitarios y organizaciones relacionadas se insistía en la necesidad de trabajar en un plan de choque urgente que paliase el más que previsible colapso que iban a tener los centros de salud con la llegada del otoño. La necesidad de redimensionar las plantillas para afrontar la asistencia habitual en esta época del año más todo lo que conlleva de forma adicional la detección y seguimiento del coronavirus era obvia… para casi todos. Sin embargo, como casi habíamos vencido el virus, había que irse de vacaciones. Ahora, en pleno mes de octubre, estamos a la cabeza de Europa en casos positivos por coronavirus, también a la cabeza de España en realización de PCRs y hemos arrancado en paralelo la campaña de la gripe. La realización de PCRs, las extracciones de sangre, vacunaciones, las revisiones de enfermos agudos, crónicos y niños sanos, las consultas telefónicas o la atención domiciliaria, entre otras tantas funciones, copan el 100% de la agenda de las enfermeras que viven a la carrera para poder llegar al máximo de pacientes en cualquier centro de salud. Similar ocurre con las consultas de medicina. No hay que tener demasiada experiencia para ver rápidamente que hay determinados puestos que hay que reforzar para agilizar el grueso de consultas y que nadie quede sin ser asistido a tiempo. Y no tenemos, a día de hoy, tiempo para experimentar e improvisar medidas que no tengan el 100% de seguridad de ser efectivas. No tenemos margen para improvisar nuevos modelos de una posible Atención Primaria que, quizá, en otro momento, pueda acoger una organización funcional que dé cabida a nuevas profesiones y funciones. Ahora hay que poner solución allí donde efectivamente hay embudo.

La Administración debe ser responsable y poner el criterio sanitario y asistencial ante cualquier otro que no cumpla el objetivo que perseguimos, que es la de descongestionar las consultas asistenciales. Es entendible querer contentar y dar respuesta a las inquietudes y exigencias de todas las categorías del sistema de salud pero, la realidad es la que es y ahora obliga a ser eficaz, eficiente y resolutivo. Las funciones son las que son, y cada categoría profesional debe desarrollar su proyección dentro de lo que compete.  Y la normativa es la que es, sin necesidad de estirar la cuerda hasta estar delante de un juez. ¿Merece la pena exponerse a un varapalo así? No estamos para perder el tiempo. No podemos permitirnos más retrasos. Cojan las listas de contratación, llamen a las enfermeras y enfermeros que hay disponibles, o complementen con productividad las que actualmente fuerzan sus agendas al máximo fuera de sus horarios, y conviertan la Atención Primaria en un servicio de calidad donde ni el administrativo, ni el enfermero, ni la médica reciban la frustración de la población por una demostrada mala gestión desde los despachos.

Mª José Algarra, secretaria Autonómica de SATSE Navarra

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