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La zona arqueológica romana “Zaldua”, declarada bien de interés cultural

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La zona arqueológica romana “Zaldua”, ubicada en Burguete y Espinal (Erro), declarada bien de interés cultural

El Gobierno de Navarra ha declarado bien de interés cultural (BIC) la zona arqueológica de época romana denominada “Zaldua”, ubicada en los términos municipales de Auritz / Burguete y Aurizberri / Espinal (Erro).  El conjunto comprende dos áreas de asentamiento (Zaldua y Ateabalsa II), dos necrópolis (Ateabalsa y Otegi) y un tramo de calzada, todos ellos de la época altoimperial siglos I-II d.C.

La declaración de BIC determina para los ayuntamientos donde radica el bien la obligación de redactar un Plan Especial de Protección del área afectada u otro instrumento de planeamiento de los previstos en la legislación urbanística. Queda prohibida la parcelación y edificación, así como la instalación de cualquier tipo de anuncios publicitarios, cables, antenas y otras conducciones. Además, se delimita un entorno protegido de 50 m en todo el perímetro. También se primarán las actuaciones que contribuyan a resaltar el valor cultural del bien y su acceso público, según lo establecido en la Ley Foral de Patrimonio Cultural.

Las excavaciones y prospecciones en el lugar se han desarrollado desde finales de los 80 del pasado siglo y continúan en la actualidad. La importancia y variedad de los hallazgos efectuados hacen de esta zona arqueológica un caso excepcional en la Navarra atlántica. Además, cabe destacar que Zaldua es el conjunto urbano más septentrional dentro del territorio del populus vascón.

Este conjunto arqueológico se ha relacionado con la antigua ciudad de Iturissa. Las referencias en las fuentes escritas antiguas son escasas, como es habitual en todo el territorio vascón.

La zona está ubicada en un lugar estratégico por su relación con el paso occidental de los Pirineos, por donde transcurría una de las principales calzadas de Hispania, Iter XXXIV De Hispania in Aquitania, ab Asturica Burdigalam (vía romana de Burdeos a Astorga). Por lo que se sabe, desempeñó un papel fundamental para controlar el tránsito de personas y mercancías entre Hispania y la Galia, con la pacificación entre ambos territorios en el cambio de era.

Las recientes excavaciones y prospecciones geofísicas, las más completas llevadas a cabo hasta la fecha en Navarra, han descubierto que el conjunto gira en torno al asentamiento de Zaldua, que a su vez surgió en relación con la calzada, que hacía las funciones de calle o vía principal

Áreas de asentamientos (Zaldua y Ateabalsa II)

El conjunto incluye dos áreas de habitación o asentamientos, denominadas Zaldua y Ateabalsa II.

Ateabalsa II se sitúa al noreste de la necrópolis homónima, en Erro, y parece ser que data de los siglos I y II d. C. Se cree que el lugar era un asentamiento de población militar, relacionado con el control de la calzada romana y el paso occidental de los Pirineos.

La zona  contaba con buenas condiciones de dominio visual, con una superficie aproximada de 4,5 ha. Los sondeos realizados indican que las viviendas estaban construidas con zócalos de piedra local, y alzados y tabiquería de tapial y madera, de los que se han descubierto abundantes clavos de hierro. Las cubiertas serían de material perecedero y, como aislante para la humedad, se empleaban fragmentos de vasijas fuera de uso.

El estado de conservación de las estructuras es deficiente, debido a la naturaleza de los materiales constructivos y roturación de los terrenos, de forma que únicamente se han podido definir dos estancias de planta cuadrangular y un muro que prolonga la construcción.

Por su parte, la zona habitada de Zaldua, también con una superficie aproximada de 4,5 ha, tiene continuidad espacial con la calzada romana y la necrópolis de Otegi. En pocas ocasiones como esta ha sido posible en Navarra conocer la organización de la urbanización de un asentamiento de primer orden.

Las principales evidencias de estructuras indican que había un área relacionada con la actividad metalúrgica, con suelo de baldosas rectangulares; otra área de servicios públicos con una superficie de 3.500 m2, organizada en torno a un amplio espacio abierto rectangular; y un edificio de uso termal, con dos estancias provistas de pavimento. El tipo de materiales empleados en su construcción (mármoles de diferentes procedencias, grupos de muros de sillarejo, ladrillos, etc), las sucesivas reutilizaciones del espacio y las dimensiones de las estancias apuntan a que se trataba de un edificio que gozaba de un alto estatus económico-social.

Entre los materiales arqueológicos recuperados en esta zona destaca un importante conjunto de monedas, un anillo de oro y varias lucernas casi completas. También se ha encontrado un amplio y variado elenco de cerámica, incluidos varios fragmentos de moldes, que indican la existencia de un taller cerámico en el yacimiento. Se trataría del primer taller de estas características identificado claramente en Navarra.

Necrópolis de Ateabalsa y Otegi

Ateabalsa (Espinal) es una necrópolis de incineración en urna. Localizada en 1985, fue la primera necrópolis romana de este tipo documentada en Navarra. Los restos se encuentran a muy poca profundidad de la superficie (30-40 cms), por los que las rotulaciones y la naturaleza del terreno (húmedo y ácido) hacen que el estado de conservación de restos cerámicos y óseos sea deficiente.

En la necrópolis se han reconocido 49 inhumaciones en urna, todas sin estructura de protección en piedra (mausoleos), aunque quedan indicios de un cierre definido por tablas de madera. Las urnas con los restos de la cremación eran depositadas en una cavidad en el terreno, sin ningún orden ni señalización permanente, lo que originó varios casos de superposiciones. Las urnas son de cerámica local, sobre todo jarras, aunque también hay ollas de borde plano.

Los objetos de acompañamiento o ajuares no son demasiado numerosos ni variados, por lo que se cree que las incineraciones correspondían a personas de extracción humilde. Entre estos objetos se han encontrado vasijas para ofrendas, ungüentarios de vidrio, armamento de hierro (9 puntas de lanza y una daga) y cuatro monedas (fechadas entre los años años 64 y 164 d.C.)

La necrópolis de incineración de Otegi, descubierta en 1989, es más extensa que la de Ateabalsa, aunque está peor conservada. En el lugar se han identificado al menos 43 sepulturas (urnas) y se han reconocido dos estructuras cuadrangulares de 4,5 metros de lado, con muros de mampostería y una puerta, que se han definido como mausoleos.

La presencia de restos de troncos quemados junto a las urnas y en el interior de un mausoleo denota que las cremaciones se realizaban tanto en el propio lugar donde se iban a depositar las urnas (bustum), como en un lugar definido al efecto y de carácter común (ustrinum).

La tipología de los materiales encontrados (urnas de cerámica común, urnas de vidrio, puntas de lanza de hierro, etc) indica que era coetánea a Ateabalsa, fechándose en los siglos I-II d.C.

El ritual funerario de ambas necrópolis fue similar. La persona difunta era conducida al lugar destinado a la cremación, donde se hallaba la pira funeraria de madera. Cabe destacar que las incineraciones se realizaban a altas temperaturas (superiores a los 700º), lo que indica existía una buena disponibilidad de combustible y una adecuada aireación de las piras. Una vez que se consumía la pira, los restos óseos se trituraban y se introducían en una urna, que se colocaba directamente en el suelo o se introducía en una caja de madera. Los enterramientos no estaban acompañados de señalización alguna.

La duplicidad de necrópolis, separadas entre sí por unos 900 metros, se ha tratado de explicar por el menor tamaño de Ateabalsa y su proximidad a la supuesta zona de asentamiento, lo que imposibilitaría su crecimiento. Entre ambas necrópolis no existe diferencias de género, edad y condición social (lo que se deduce por los ajuares que acompañaban a las personas fallecidas). La única diferencia entre ambas es la presencia o no de mausoleos.

Los estudios antropológicos y anatómico-patológicos indican que en ambas necrópolis se enterró una comunidad en la que están representados en paridad hombres y mujeres y diferentes grupos de edad, desde adultos a niños y niñas,  aunque sin individuos de edad avanzada. En este sentido, cabe indicar que la esperanza de vida media de este grupo se aproximaba a los 35-45 años, con un límite de 60-70.

Calzada romana

En la zona arqueológica se han localizado restos de la calzada Iter XXXIV De Hispania in Aquitania, ab Asturica Burdigalam, cuya existencia es conocida por las citas de Ptolomeo, del Anónimo de Ravena, y el llamado Itinerario de Antonino.

Investigaciones apuntan a que esta ruta se habría prolongado desde Pamplona / Iruña hacia Aquitania tras la conquista de las Galias por Julio César, lo que habría permitido la apertura al tráfico del paso de Ibañeta, donde apareció un ara dedicada al Sol, y recientes excavaciones han descubierto restos de un asentamiento altoimperial.

Su trazado se conoce a partir de prospecciones geofísicas realizadas entre 2012 y 2017, y también ha sido objeto de sondeos, tanto arqueológicos como geológicos. La calzada, con una anchura de entre 7 y 9,8 metros, sigue una dirección norte-sur, que se prolonga hasta atravesar todo el asentamiento de Zaldua, cuando gira en dirección a la necrópolis de Otegi. Este dato confirma la costumbre romana de instalar las zonas sepulcrales en torno a las vías de comunicación principales.

En su construcción se empleó una única capa de cantos rodados y arcilla, con una potencia conservada entre 40 y 65 cm, en la que se observa el progresivo engrosamiento de las piedras según se profundiza (entre 5 y 15 cm). A su paso por el asentamiento de Zaldua, la calzada se ensancha y se dota en sus laterales de dos conducciones para la canalización de aguas y de residuos fecales del asentamiento. Se dispone de una datación radiocarbónica que fecha su construcción en el siglo I de nuestra era. Los hallazgos de una pieza del emperador Galerio en la subida a Ibañeta indican que esta vía estuvo en uso hasta comienzos del siglo IV d.C.

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