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De Don Antonio Álvarez a Twitter y Facebook, pasando por la Newtral de Ana Pastor, “la mala”

Recuerdo una época, ya lejana, en la que muchos de mi generación y algunos años posteriores -no sé cuando desapareció de la Enseñanza Primaria, pero sí que fue un gran error que lo hiciera- teníamos un texto de referencia, la famosa Enciclopedia Álvarez que, en sus niveles de Primero, Segundo y Tercer Grado, acompañó a buena parte de los que, a mediados de los cincuenta, iniciábamos lo que entonces se llamaba Escuela Preparatoria que terminaba con el examen de Ingreso al Bachillerato. Escuela pública, por supuesto, porque ya existía entonces, desde hacía unos cuantos años, la enseñanza pública y gratuita, señor David Lucas Parrón, que, como la Sanidad, también pública, no fue “inventada” por Felipe González, como -no sé si por ignorancia, grave, o tendenciosidad, más grave aún- afirmaba enfáticamente en una tertulia, hace tres o cuatro veranos en El Cascabel de Antonio Jiménez, en TRECE TV, sin que ni él ni ninguno de los contertulios -ya entrados en años y de ideologías supuestamente contrarias al entonces senador y alcalde de Móstoles, toda una paradoja si recordamos al famoso Alcalde de 1808-, dijeran nada al respecto ante tan soberana como interesada falsedad del que hoy sigue viviendo del presupuesto como “flamante” -es un decir- secretario general de Agenda Urbana y Vivienda, en ese engendro ministerial que creció desmesuradamente -hay que alimentar a muchos- y que dirige -es otro decir- otro profesional de la política, el magister de salón José Luis Ábalos Meco -ojo con el segundo apellido, que puede convertirse en premonición-, experto en “levitación” de invitados venezolanos sobre el suelo de Barajas.

Hoy, esa magnífica Enciclopedia, término que la R. A. E. define como “Conjunto orgánico de todos los conocimientos”, ha sido sustituida por el nuevo “enciclopedismo” que difunden las redes sociales y los voceros mediáticos que con no poca frecuencia cometen faltas de ortografía en los pies de texto de sus imágenes, y que llega como “dogma” y “verdad absoluta” a esas masas que suspenden en comprensión lectora según el Informe PISA, es decir el desterrado analfabetismo formal -un 7% al final del franquismo opresor- ha sido sustituido por un analfabetismo funcional, en el que una buena parte de “la juventud mejor preparada de nuestra historia” -de la que presume la progresía acomodada- sabe juntar letras pero no acaba de entender muy bien lo que lee, si es que lee.

Pues bien, esas inevitables redes sociales se han impuesto y, en esta época de reclusión“Encierro o prisión voluntaria o forzada”-, que no confinamiento“Pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente, en libertad, en un lugar distinto al de su domicilio”– como nos han querido transmitir desde el desgobierno socialcomunista, nos han dado a conocer un sinfín de “eruditos”, desconocidos hasta entonces, que han encontrado en esas redes sus minutos de gloria para transmitirnos versiones contradictorias de un mismo hecho o circunstancia que, desde una bien razonada lógica deductiva y ante el generalizado desconocimiento en la materia de la masa destinataria -como es mi caso-, han circulado de manera indiscriminada de dispositivo en dispositivo para crear aún más confusión que la que ya producía por sí sola la sesgada -y también controvertida muchas veces- información que muchos de nuestros responsables políticos nos iban facilitando de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19.

Pero también han circulado reflexiones muy buenas a mi juicio, como la que me llegó ayer, sin autoría expresa, en forma de decálogo inculpatorio -desde la ficción, claro- del máximo responsable de la pésima gestión de la pandemia, el doctor Plagio cum Fraude, causa más que probable de la virulencia con la que se ha cebado en España, que resume perfectamente su quehacer desde que la OMS alertó de lo que se nos venía encima y que permito copiar para compartirlo:

Primero: Me hago el loco y dejo que entre el virus sin hacer nada por contenerlo. Segundo: Decreto el estado de alarma que me da poder absoluto para hacer y deshacer y en esto que cuelo a Pablo en el CNI para que acceda a toda la información sensible del Estado. Tercero: Aliento los ataques al Rey y así le voy preparando el destierro. Cuarto: Coloco a dedo a más gente en la Administración que me van a servir de ayuda en el proceso. Quinto: Utilizo el dinero de todos para sobornar a las televisiones que contarán mi verdad oficial. Sexto: Manipulo a Policía y Guardia Civil para impedir protestas y vigilar a los discrepantes en redes sociales además de no tolerar opiniones contrarias. Séptimo: Demoro las ayudas permitiendo que la gente pase meses sin ingresar dinero y cuando empiece el hambre seré el salvador con una miserable paga que al menos les dé para comer. Octavo: Amenazo con que habrá miles de muertos y nadie cobrará los subsidios si pierdo el mando único. Noveno: Permito empadronarse a millones de inmigrantes -a todo el que venga-, les asigno una paga para tener sus votos de por vida y perpetuarme en el poder. Décimo: Subo impuestos de forma masiva para poder pagar el subsidio a mis millones de votantes y así me financio el golpe de estado.            Me llamo Pedro, Pedro Sánchez. Habéis caído en mi trampa y no tenéis escapatoria.”

Sin duda no se puede resumir mejor y en menos líneas lo vivido en esta primera mitad del ya cuestionado 2020, tras algo más de seis meses de desgobierno de coalición, que como muestra de lo que son capaces ya debería valernos y depende de muchos de nosotros que continúe o no la tendencia de ese guión diabólico anterior, del que sólo falta el punto décimo, aunque indicios hay en abundancia para que se haga realidad, y el corolario final vendría solo. Así que vuelvo a recordar que lo que llegó se debe en buena parte -sin duda- a que alguien no hizo bien la tarea encomendada, pero también, y en no menor medida, lo que tenemos se debe a que otro aprovechó ese descontento y se prestó a hacerle el juego a un megalómano de poder, a costa de lo que fuera, desde un no menos grande deseo de venganza con su anterior partido -que lo dejó en la calle- del que vivió dieciocho añitos. La división sólo acrecienta el problema y el enemigo lo sabe y lo alimenta para que no llegue el Partido Popular que aunque siguiera siendo el mal menor, que espero que haya mejorado con los cambios todavía no completados pero que se van haciendo, sería siempre infinitamente mejor que el mal mayor que ya tenemos y, como reza la Ley de Murphy, es susceptible de empeorar. Ya he dicho varias veces que los extremos se tocan y aunque con diferencias notables de ideología -mucho más próxima la de VOX, obviamente-, las coincidencias de los líderes de ambos extremos dan mucho que pensar: populismo, desprecio, prepotencia y totalitarismo a raudales en los dos, jefes supremos del partido, para los que la democracia real queda lejos -véanse cómo cambiaron los estatutos varias veces-, demostrado en las aclamaciones sin opción celebradas en Vistalegre 1 y 2 -otra coincidencia el escenario, vaya por Dios- o el casoplón millonario que estos días comentan medios poco “amigos” para el de la derecha. Ya veremos si aumentan esas coincidencias…

Me despido con un ¡Santiago y cierra. España!, grito militar nacido en la Reconquista, que viene muy a propósito por el día en que escribo esto, Festividad del Santo Patrón de España, y dada la situación que nos asola.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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