Tras el euskera hasta en la sopa de la etapa de Asiron (de Bildu con Geroa Bai, Podemos e I-E) en el Ayuntamiento pamplonés, la nueva corporación de Enrique Maya (Navarra Suma) impone la cordura en este tema con respaldo judicial incluido.
Resultado, una nueva ordenanza del Euskera, en la que los derechos de la mayoría de pamploneses dejan de estar pisoteados.
Y es que un 7% de vascohablantes se estaba imponiendo a un 93% de hispanohablantes.
La política de la imposición, del amedrentamiento lingüístico era una realidad en Pamplona. Ahora, desde el punto de vista normativo, lo será bastante menos. Y es qué, ¡Ya esta bien!
Primar un idioma minoritario sobre todas las cosas y por encima de toda lógica y, además, utilizar todo tipo de armas para imponer no es la característica de una democracia. Y ellos lo saben, pero… como se les deja o dejaba…