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EEUU declara la guerra a España

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 15 de febrero de 1898, volaba en pedazos el acorazado norteamericano Maine. Dicha voladura supuso la excusa perfecta para que EEUU declarara la guerra a España.

El hundimiento del Maine aconteció cuando Cuba era la última joya del Imperio Español en 1898. Su valor comercial, agrícola y estratégico ya había provocado numerosas ofertas de compra de la isla por parte de varios presidentes estadounidenses (Adams, Polk, Buchanan y Ulysses S. Grant), que el gobierno español siempre rechazó ya que, prestigio aparte, se trataba de uno de sus territorios más ricos y el tráfico comercial de su capital, La Habana, era comparable al que registraba en la misma época Barcelona.

Con la excusa de asegurar los intereses de los residentes estadounidenses en la isla, el gobierno estadounidense envió a La Habana el acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico.

El 25 de enero de 1898, el Maine hacía su entrada en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York.

El 15 de febrero de 1898, a las 21:40 una explosión hizo saltar al Maine por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254 hombres y dos oficiales.

El resto de la oficialidad disfrutaba, a esas horas, de un baile dado en su honor por las autoridades españolas.

A fin de determinar las causas del hundimiento se crearon dos comisiones de investigación, una española y otra estadounidense, puesto que estos últimos se negaron a una comisión conjunta. Los estadounidenses sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa. La conclusión española fue que la explosión era debida a causas internas. Los españoles argumentaron que no podía ser una mina como pretendían los estadounidenses, pues no se vio ninguna columna de agua y, además, si la causa de la explosión hubiera sido una mina, no tendrían que haber estallado los pañoles de munición.

En el mismo sentido, hicieron notar que tampoco había peces muertos en el puerto, lo que sería normal en una explosión externa.

La conclusión española fue que la explosión era debida a causas internas. Los españoles argumentaron que no podía ser una mina como pretendían los estadounidenses, pues no se vio ninguna columna de agua y, además, si la causa de la explosión hubiera sido una mina, no tendrían que haber estallado los pañoles de munición. En el mismo sentido, hicieron notar que tampoco había peces muertos en el puerto, lo que sería normal en una explosión externa.

España negó desde el principio que tuviera algo que ver con la explosión del Maine, pero la campaña mediática realizada por los periódicos de William Randolph Hearst, convencieron a la mayoría de los estadounidenses de la culpabilidad de España.

EEUU acusó a España del hundimiento y declaró un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba, además de empezar a movilizar voluntarios antes de recibir respuesta. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.

En cuanto al hundimiento del Maine, varios estudios posteriores han llegado a la conclusión de que lo más probable es que la explosión fuese provocada desde dentro del buque, debido a una ignición de la Santabárbara, común en los buques estadounidenses de la época a causa del cambio del tipo de carbón utilizado, ya que hasta la época de la construcción del Maine, se usaban mamparos comunes para separar las carboneras de los almacenes de munición pues usaban como combustible la antracita para alimentar sus calderas.

Con el incremento de la construcción de buques de acero, la Armada de los Estados Unidos, comenzó a utilizar carbón bituminoso, que arde a una mayor temperatura, permitiendo por tanto alcanzar una mayor velocidad, pero mientras que la antracita no está sujeta a la autocombustión, el carbón bituminoso es considerablemente más volátil.

De hecho, se había informado de incendios en las carboneras de buques de la Armada antes del hundimiento del Maine, varios de los cuales estuvieron a punto de provocar explosiones.

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