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¿Reacciona España? Un debate entre dos vascas aguerridas

Hablaba en mi anterior artículo de la presentación del I Congreso Nacional de la Sociedad Civil, cuya segunda parte fue un debate entre María San Gil y Rosa Díez, moderadas por Manuel Marín, adjunto al director de ABC, sobre la idea principal del Congreso, «Repensar España en el momento actual». Presentó a las intervinientes como «dos mujeres con muchas cosas en común, vascas, han dedicado lo mejor de su vida al servicio público y a la política, han vivido muy de cerca los zarpazos del terrorismo y ambas creen que España es España» desde un «no me equivocaré mucho si sostengo que Rosa Díez es progresista y que María San Gil es conservadora, pero hay algo por encima de la ideología que las une, su amor a España» y dejó a los organizadores la pregunta en el aire «¿cómo pretenden ustedes que yo modere a estas dos mujeres, si son ingobernables?».

Ante la «puesta en suerte» del «Repensar España», dio la palabra a María San Gil que expresó su satisfacción por el «revival con Rosa Díez», con la que había «compartido muchas pancartas -funerales, lágrimas y momentos duros- que hace que las adhesiones emocionales sean fuertes» desde las discrepancias. Apeló a que la Sociedad Civil (en adelante SC) «tiene todo el derecho del mundo a defender aquello en lo que cree» y «Es fundamental que asuma el papel protagonista que tiene y que seamos capaces, entre todos, de cohesionar planteamientos, de buscar puntos en común para avanzar en hacer una sociedad mejor». Cedió a Rosa Díez la respuesta a Repensar España y esta no eludió el brindis, pero empezó por «discutir el uso lenguaje y en especial la palabra progresista» porque «progreso no es propiedad de la izquierda, eso nos lo han vendido estos», espetó. Señaló la oportunidad del Congreso y apostilló que para ella «ya ha triunfado, porque ‘la meta es partir‘. Ponerse tanta gente a pensar en lo que hace falta hacer y a reflexionar sobre las circunstancias que nos han traído hasta aquí, a pensar qué podemos aportar, ya es un éxito». Entró a fondo en el tema y dijo que «no hay que repensar España, tenemos que pensar España. No la hemos pensado en cuarenta años de democracia, hemos hecho la democracia, las leyes democráticas, constituido las instituciones, pero no hemos pensado en España, en vertebrar la propia democracia». Insistió en esta idea diciendo que «Hemos estado ocupados en lo urgente y no dedicamos esfuerzo, inteligencia, reposo, a pensar en nuestra democracia, a hacer pedagogía democrática en esa España que está mal escrita y peor contada, porque muchos de los males que sufrimos vienen del desconocimiento de la Historia real de nuestro país». «No conocemos la Historia de España porque no conocemos la historia de muchos españoles que nos han precedido» y citó la conocida frase de Blas de Lezo, «Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden», modificando lo de «quienes la aman» por «los que tienen la obligación de defenderla, quienes la quieren, en el sentido patrimonial del término, que no la defendimos, no la hemos pensado por encima de lo sentimental, la bandera, el himno, etc.». Lo importante es que «la nación es el instrumento imprescindible para defender mi derecho como ciudadana de un Estado de derecho, no somos individuos vascos, catalanes, de Huelva o andaluces, sino ciudadanos españoles, del Estado de derecho, y en la medida que se ataca éste, se ataca nuestro derecho como ciudadanos» y cerró esta parte afirmando que «Cuando decimos, se rompe España, no se cae un trozo del mapa, se rompe la igualdad de los españoles, nuestro derecho a ejercer la ciudadanía, por eso quiero vincular el Congreso de la SC Ahora con el concepto principal, la ciudadanía», porque «ser ciudadanos significa participar, cada uno en su ámbito. No creo que España sea un país que tenga una SC vertebrada, en el sentido amplio,  para coger a los políticos por las solapas y obligarles a comportarse«.

María San Gil estuvo de acuerdo en que lo urgente no había dejado «pensar España y nos hemos dejado lo importante por el camino», y que «somos un país curioso, porque teniendo que ser envidiable por el resto de Europa, por la Historia que tenemos, ponemos continuamente en entredicho lo que valemos. No solamente nos avergonzamos sino que contamos mal la Historia. Nos tragamos la Leyenda Negra y lo que los demás países quieren contar de nosotros sin reivindicar lo que ha sido esta Historia y su valor».

Rosa Díez afirmó que «No hay un sistema mejor que el democrático. Con todos sus problemas, el parlamentarismo es lo mejor que hay. Otra cosa es este parlamento español, que no es lo mismo que hablar de parlamentarismo. Dentro de nuestro parlamento hay un porcentaje, no pequeño, de parlamentarios y partidos que quieren destruir el sistema democrático que nos dimos en el 78». «El problema no son los independentistas ni los nacionalistas ni siquiera los sediciosos ni los bilduetarras. El problema es que un partido, otrora nacional, con pedigrí democrático –esto lo pondría yo en cuarentena-, imprescindible para la transición del 78, el PSOE, se ha cambiado de bando, ese es el problema» -por eso empecé llamándolo Partido Siempre Opuesto a España y tras la última humillación en Barcelona, Partido Sánchez Oprobiosamente Entregado-. Sin pelos en la lengua, como se echa en falta a muchos políticos actuales, Rosa Díez apostilló: «Que el PSOE que hemos conocido como actor fundamental para transitar de la dictadura a la democracia, hoy no está en su sitio, en el sitio histórico que le ha correspondido de lealtad institucional» -le hubiera preguntado si la tuvo alguna vez, pero no era cosa-. «Ese es el problema de España. Todos los independentistas juntos, más nacionalistas y populistas de Podemos, no pueden destruir el sistema del 78. Para destruirlo, haciéndolo inviable o inútil, necesitan al partido socialista. Y lo tienen». «En la sesión del lunes, no me daba vergüenza escuchar a Rufián, me daba vergüenza ver callado a Sánchez. Ese es el síntoma de la enfermedad, de la tragedia que está viviendo España». Y fue más allá de la petición de María San Gil sobre unirse el «centroderecha», preguntando «¿caben ahí socialdemócratas, los socialistas que no estén de acuerdo con lo que hace su dirigente y su partido?» e hizo un llamamiento mucho mayor «hay que agruparse los demócratas, no derecha e izquierda, los demócratas que militan o no en partidos políticos, que votan o no, tenemos el deber de reagruparnos porque la nación no se defiende sola» y contra el pronóstico de que se pueda romper España, fue contundente «Creo que España, en el verdadero sentido de la palabra, de igualdad y de libertad, ya se está rompiendo. ¿Acaso hay la misma libertad en Cataluña que en Madrid?. Los ciudadanos no nacionalistas que viven en Cataluña, no gozan de derechos y libertades como los que lo son y, al no poder disfrutarlos, los de los nacionalistas son privilegios» y remató afirmando que «el problema no es Pablo Iglesias, el problema se llama Pedro Sánchez» para hacer un llamamiento general: «hay que salir a la calle a demostrar que los buenos somos mayoría -más y mejores, añado yo- y ahora, toca».

María San Gil continuó diciendo que «ETA está más viva que nunca en las instituciones, legitimada como partido plenamente democrático, al que el resto lo tratan como si fueran demócratas de pleno derecho y están en ayuntamientos, juntas generales, diputaciones, Congreso, Senado, Europa, dando lecciones de democracia». Pidió que «se forje una alternativa, no un relevo», porque «en el año 2011 Rajoy llegó a la Moncloa, pero no fue una alternativa, fue un relevo, de caras y de partido para luego volver a hacer la misma política».

Terminó Rosa Díez dudando sobre si «son las bases del partido socialista las que han cambiado y el líder lo que hace es seguir a las bases», para dar el aldabonazo final «Si Sánchez llegó a ser secretario general del PSOE fue porque antes existió Zapatero, con quien el PSOE dejó de ser, en lo esencial, lo que había sido históricamente». «José Luis Rodríguez Zapatero decidió romper con la historia del PSOE, hacer la segunda transición y protagonizarla con los nacionalistas y excluyendo al partido popular. Todo empezó entonces, lo de ZP no fue un error de cálculo, él se sintió ‘enviado a la Tierra‘ para esa segunda transición y llegó rompiendo todos los pactos de Estado que había habido en España, desde la política europea hasta el pacto por las libertades y contra el terrorismo que lo había propuesto él». «El partido socialista se empezó a sectarizar hasta el punto de ser capaces de elegir a Sánchez, cuyo único discurso no es propositivo, sino el odio a la derecha». Lo que dicho por una destacada militante del antiguo PSOE, no deja de ser destacable.

En definitiva, toma cuerpo ese rumor de que las dos vascas están en el punto de mira del nuevo Partido Popular de Pablo Casado para ese España Suma que Ciudadanos parece empezar a ver con buenos ojos y el de Amurrio desprecia porque su objetivo no es España, sino él mismo, como muchos sabemos.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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