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El virus es el comunismo

Una y otra vez, con cada problema potencialmente grave de salud pública, los regímenes comunistas muestran su absoluta incapacidad de afrontar adecuadamente una emergencia. Y el patrón es siempre el mismo:

– inadecuada prevención

– estallido del problema

– minimización del problema por parte de los burócratas concernidos, para no desatar las iras de sus superiores

– ocultación del problema por parte del gobierno y del partido, para evitar protestas internas y descrédito internacional

– y, finalmente, agravamiento de un problema que podría haberse evitado o cuyas consecuencias podrían haberse limitado

Lo vimos con Chernobyl. Y lo estamos viendo ahora con el nuevo brote de coronavirus.

Parece ser que el primer caso documentado de infección por coronavirus data del 1 de diciembre, pero el contagio masivo que dio origen a la epidemia se produjo a mediados de ese mes en un mercado de animales exóticos para consumo humano, en la ciudad de Wuhan, mercado que continuó operando durante un par de semanas a pesar de que la mayoría de los primeros enfermos detectados tenía relación con ese establecimiento comercial.

El último día del año, las autoridades chinas comunicaban a la Organización Mundial de la Salud que tenían 27 personas afectadas por una neumonía de origen desconocido. Pero, en lugar de decretar una alerta sanitaria y afrontar el problema con transparencia, el gobierno procedió cuatro días más tarde (el 4 de enero) a arrestar a ocho personas por «esparcir rumores sobre el virus»: eran personas que habían escrito en las redes sociales que se había declarado una nueva epidemia.

El 14 de enero, la policía detenía e interrogaba a varios periodistas, incluyendo el corresponsal de la agencia de noticia hongkonesa TVB, por informar de la epidemia desde un hospital de Wuhan; el reportero de la agencia de Hong Kong fur obligado a borrar todo el material gráfico. También el corresponsal de la revista Time, Charlie Campbell, fue acosado por la policía china por tratar de informar desde el mercado de animales que se sospecha que dio origen al brote epidémico.

Durante 16 días (entre el 2 y el 18 de enero), las autoridades chinas no informaron de los nuevos casos de coronavirus detectados, a pesar de que ya habían comenzado a detectarse casos en otros países.

Y, aunque parezca increíble, en su afán de que las cosas parecieran normales, las autoridades de Wuhan, el epicentro de la epidemia, acordaron no cancelar el banquete anual que se iba a celebrar en la ciudad para celebrar el Año Nuevo lunar. Para colmo, la intención este año era batir el récord previo de asistentes, así que el 18 de enero se dieron cita en la ciudad 40.000 familias venidas de toda la provincia, que compartieron mesa, mantel y viandas.

No solo eso: el ayuntamiento regaló 200.000 billetes de tren gratuitos para animar a la gente a visitar la ciudad y promoverla así como destino turístico.

Solo a partir del 20 de enero, cuando se sumaban ya 200 infectados y 3 muertos, comenzaron las autoridades chinas a tratar el problema como una verdadera emergencia. Y solo lo hicieron cuando el reputado neumólogo chino Zhong Nanshan declaró que el virus se contagiaba de persona a persona y no solo de animales a personas.

Ayer, el secretario del Partido Comunista Chino en la ciudad de Wuhan comparecía en televisión para asumir toda la culpa de la frivolidad con la que se afrontó la epidemia durante ese primer mes crucial. Como él mismo declaró, si la alerta se hubiera decretado antes, la epidemia se habría podido restringir y hubiera quedado prácticamente circunscrita a una sola ciudad china.

Pero no se hizo así y ahora vamos por los casi 10.000 casos y más de 200 muertos. El virus no solo se ha extendido por toda China, sino que ha llegado ya a otros 26 países.

Pero no tiene razón el secretario del Partido Comunista Chino de Wuhan: él no es el responsable último. Porque no es que él sea especialmente incompetente: ese alto cargo solo es una pieza del sistema. Y si en lugar de él hubiera habido otra persona, el resultado habría sido idéntico, porque es el sistema comunista lo que no funciona. Cualquier otro burócrata habría hecho lo que él hizo: minimizar el problema para no desatar las iras de sus superiores.

Luis del Pino, Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

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