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Satisfecha la visceralidad irresponsable de muchos, llega la hora del “agradecimiento” a no pocos (…y 3)

Terminaba ayer en la antesala de lo que parece que se ha “consolidado”, dejando algunos “agradecimientos” directos e indirectos a dos instituciones que también han tenido mucho que ver con la preocupante situación de hoy, una, que en mi modesta opinión no dio la talla, y otra, a la que ese nombre le viene muy grande y también tuvo su gran influencia creando una opinión propicia al “error”, pero vamos por partes para terminar la miniserie de reconocimiento de “méritos”.

Por supuesto, no tengo motivo alguno para dar las gracias al protagonista del gobierno Frankenstein, faltaría más. En todo caso cabría darle la “enhorabuena” -algunos lo harán- porque la táctica que le diseñaron dio resultado. Respecto al personaje, le viene como anillo al dedo la letra de una copla de Rocío Jurado que circuló estos días por las redes sociales “cantando” algunos -no todos- de los epítetos que lo retratan: “Es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso, enano -mental, claro, porque alto sí es-, rencoroso -o sea, resentido por no se sabe qué-, que no tiene corazón -ni alma-. La fallecida cantante desconocía lo de las saunas gay del suegro, el plagio, el Falcon, los abusos de poder y, en definitiva, la “chulería” del personaje, que también darían juego, pero eso no toca ahora.

Sí tengo que dar las “gracias” por el desenlace de este esperpento a los líderes de dos de los nuevos partidos, Ciudadanos y VOX, uno, ya citado en la segunda parte de esta miniserie y desaparecido víctima de su ambición, Alberto C. Rivera, y otro, crecido por lo mismo y el impulso desde Moncloa que decía ayer, Santiago Abascal, al que le mueve además un irrefrenable deseo de venganza con el PP, que lo dejó sin sustento al borrarlo políticamente en Vascongadas y no contar con él -lo conocían muy bien- y suprimirle los chiringuitos que le montaron en Madrid. Espero que más pronto que tarde siga el mismo camino que el catalán, pero el daño ya está hecho y se afianza en el puesto público -su aspiración desde que inició su vida política hace treinta años, sin nada destacado que se le conozca-, “gracias” a un puñado de españoles añorantes de etapas pasadas y puede que un poquito “ultra”, que ya no votaban al PP porque se quedaba a su izquierda, y a un gran número de buenos españoles -no digo que los anteriores no lo sean también, por supuesto que sí- producto del desencanto y cabreo, repito, con aquel PP de Mariano Rajoy y su vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría, absolutamente entendible, añado, pero a mi juicio irracional, como decía también en la segunda parte, porque no hacía falta pensar mucho para ver que ese “odio” visceral al PP, desfogado en las urnas en el trasero de Pablo Casado, sólo podía llevar a hacerle el juego al “divide y vencerás” de la izquierda, muy bien dirigido, posiblemente, por el que hoy controla el gabinete del presidente y la comunicación del nuevo gobierno, Iván Redondo, otrora asesor del PP extremeño y devenido hoy en “mercenario” de la política cada día más “empoderado”, que dirían los progres que lo acompañan. No pocos veníamos diciendo desde antes del 28A que “votar VOX es votar a Sánchez”, como se demostró entonces, y de poco sirvió repetirlo también desde que se convocaron las elecciones del 10N, como de poco sirve ya el “consuelo” de haberlo dicho, porque ahora el error lo pagamos todos y no sólo los que lo propiciaron que es lo que ha caracterizado a nuestra “democracia”, las minorías son las que deciden al final, triste paradoja.

Tengo, como no podía dejar de hacerlo, que dar las “gracias” también al proponente del candidato a investir tras la ronda de contactos a que obliga el Art. 99.1 de nuestra Constitución, a lo único que obliga: “Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno y nada más. Por eso, desde mi punto de vista, nada que se sepa-salvo la costumbre que a veces hace norma- condicionaba a Su Majestad Don Felipe VI a proponer como candidato al representante más votado, opción de alto riesgo por sus actuaciones previas y por los apoyos exhibidos desde pocas horas después de conocerse el resultado electoral -abrazo “a traición” (el Rey estaba en Cuba) con el comunista bolivariano de Podemos, sumisión a la izquierda separatista vasca y catalana para mendigar su abstención, etc.-

Esta opinión la he consultado con varios juristas que me confirmaron lo que yo pensaba y a lo más que ha llegado alguno, ha sido a decirme que “de haber propuesto a otro, posiblemente, la investidura no hubiera salido adelante”. Seguramente hubiera sido así de haber recaído el encargo en Pablo Casado, porque las abstenciones a Pedro Sánchez se habrían convertido sin duda en votos en contra al Presidente del PP. Pero quedará siempre la incógnita de qué habría pasado de haber propuesto a una persona de reconocido prestigio, previamente consensuada, preferiblemente. Candidato que podría no ser diputado -“diputado” y “de reconocido prestigio” son antitéticos hoy- como algunos hemos propuesto varias veces desde Enero de 2016 -ahí está la hemeroteca-, y que tampoco parece que sea obligado, puesto que el propio Sánchez encabezó la moción de censura sin serlo. Una persona independiente, para la formación de un gobierno de transición, que llevara a cabo las imprescindibles reformas políticas que España viene necesitando para preservar el Sistema que ahora muchos vemos en peligro. Esta última opción, hasta donde mis escasos conocimientos en esta materia alcanzan, pienso que, de no haber tenido buen fin, podría tal vez haber cubierto el trámite que contempla el punto 4 del artículo antes citado para, “entre ponte bien y estate quieta” alargarlo los dos meses que contempla el punto 5, disolver las dos Cámaras y convocar unas nuevas elecciones que, a mi juicio, hubiera sido mucho mejor que propiciar el resultado que era evidente que se iba a producir. Ya sé que era muy difícil, casi una ensoñación, mi propuesta, pero me reafirmo en que no imposible, de haber tenido la firme voluntad de no consentir una solución envenenada y el más alto  sentido de Estado. Dicho lo anterior, y con el debido respeto, me parece que nuestro Jefe del Estado no demostró estar a la altura que sí tuvo en aquel añorado discurso del 3 de Octubre de 2017 -¿tal vez porque entonces gobernaba el PP?- ni de lo contemplado en algunos artículos de la Constitución Española, 56.1: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular…”; 61.1: “…guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes…”; 62: “Corresponde al Rey…” h): “… El mando supremo de la Fuerzas Armadas que, de acuerdo con el  art. 8, “…tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España…”.

Mi último “agradecimiento” ya, con el que termino estas reflexiones, es, como algunos habrán adivinado, para algunos medios de comunicación más próximos al pensamiento liberal conservador que se le supone al centroderecha, cuyos cambios de tendencia hicieron un flaco favor a la sociedad civil a la que llegan. Medios de todo tipo, Prensa -escrita y digital-, Radio y una irrelevante Televisión que la izquierda ni colonizó ni eliminó, seguramente por ello, esto último. Me refiero a periódicos de papel, La Razón, ABC y El Mundo principalmente, que muchas veces antepusieron ciertas dosis de ambigüedad y “corrección política” a la contundencia informativa continuada y machacona como sí sabe hacer la izquierda -no sé si será porque la publicidad oficial pesa mucho en sus cuentas de resultados o que les falta un poco de “carácter” a sus líneas editoriales-. A esos digitales, nuevos la mayoría, con excepción de Libertad Digital (20 años) y El Confidencial (19), como El Español, Voz Populi, Okdiario, Periodista Digital, esDiario y algún otro, que se han caracterizado por su “variedad cromática”, casi todos azules hasta 2012-13, intensamente naranjas desde 2014-15, teñidos de verde “esperanza” algunos, desde 2018, o vueltos de nuevo al azul -en algún caso- hasta hoy, con mezclas que “combinan” mal. O radios, como esRadio, desde la que conocidos comunicadores antepusieron su “corazoncito” y desencanto creando opiniones que ayudaron a la división de esas supuestas “tres derechas”, algunas desnaturalizadas, que muchos vendieron con fruición. O la COPE, con el freno de mano casi siempre. O esa televisión de El Toro, reducto verde durante su larga travesía del desierto y altavoz siempre de ese “quinteto de la muerte” que lo lidera. Me queda la duda de si esos cambios de color de estos medios responden de verdad al descontento que ayudan a incrementar en su “clientela”, al oportunismo político por si suena la flauta que a alguno ya le “sonó” en forma de escaño, nacional, autonómico o europeo, ó a alguna decepción por no haber recibido ciertas dádivas que alimentaban en esa primera etapa azul por la que empezaron, ya fueran frecuencias televisivas, licencias de postes o preferencia y refuerzo en la asignación de la mencionada publicidad institucional. Aquí lo dejo para reflexión y conclusiones del lector.

Unas líneas, finalmente, de “agradecimiento” también, a la parte de la Iglesia que descuidó bastante la Educación en aras de ese “concierto” con la Administración, de supervivencia en algunos casos, y que permitió que la relatividad y la descreencia en las raíces cristianas se fuera imponiendo sin hacer demasiado para frenarlas, aunque es un tema que no se puede tratar con tanta brevedad y en el que no quiero extenderme, pero que creo que tiene algo que ver con lo tratado en estas reflexiones.

En fin, termino ya esta larga reflexión en tres partes, recurriendo a un conocido refrán al que se recurre cuando son muchos los factores y artífices de algún desaguisado: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Llamo, otra vez, a la sensibilización de la tan manida Sociedad Civil, muchas veces dividida y desorientada por líderes de pacotilla que en realidad sólo buscan el bienestar de su estado. Algo que no podrían alcanzar por sus propios méritos en el mundo real, fuera de la política empobrecida por la endogamia partidocrática de tanto mediocre ascendido por el sistema clientelar y sumiso en que se convirtió nuestra supuesta “democracia” representativa. Un sistema que ha desvirtuado incluso a la Monarquía en la que se sustenta. Pero pese a lo escrito más arriba, creo que nos sigue quedando el Rey, respaldado por una gran mayoría de españoles que no permitiremos que la antidemocracia forzada por intereses espurios nos devuelva a los años más oscuros de nuestra Historia. Sólo nos falta UNIDAD, por encima de protagonismos de personajes ambiciosos y ególatras sin sentido de Estado, para que ese España Suma, España Siempre, España Unida o cualquiera de esos eslóganes que se han puesto en marcha por distintas iniciativas, se conviertan en la realidad de una Plataforma Única e independiente de los actuales partidos, que desde el sentido común nos guíe para acabar con el disparate al que todo lo dicho en estas muchas líneas nos está abocando.

Que Dios nos ilumine, especialmente a alguno que tire del carro y ¡Santiago y cierra, España!

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

Artículo 1 y 2

Satisfecha la visceralidad irresponsable de muchos, llega la hora del “agradecimiento” a no pocos (2)

Satisfecha la visceralidad irresponsable de muchos, llega la hora del “agradecimiento” a no pocos (1)

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