Las declaraciones del exjefe de la policía autonómica catalana, señor Trapero, en relación con el día que se celebró el referéndum ilegal catalán, por cierto, en época de Rajoy, podrían calificarse de un mero teatro.
En ellas se da el efecto bipolar, aquel por el que se pasa de un extremo a otro con una rapidez inusitada. En el caso del exjefe policial, se pasa de calificar de “barbaridad” las decisiones del Gobierno catalán de entonces, a defender la actuación de sus compañeros ante la falta clara de órdenes en aquel momento.
Responder a las preguntas de la judicatura diciendo que se hizo lo que se pudo, más bien nada, y que la policía estaba allí para defender lo indefendible, muestra a las claras la falta de escrúpulos a la hora de permitir una norma anticonstitucional.
Y es que ya se ve en estas últimas semanas, no importa cómo, ni quién, ni dónde, ni cuándo, el caso es atacar el orden constitucional, mientras tanto el gobierno a lo suyo, la poltrona y distribución de cargos y nombramientos.