La obsesión enfermiza que tiene el nacionalismo vasco con el «euskera» raya el esperpento.
Que nada más aterrizar un Gobierno, un senador autonómico ya le pregunte por las medidas que va a tomar para desarrollar un idioma local, su famoso «euskera», resulta pasmoso.
El.nacionalismo vasco no descansa. Quiere que todos hablen su «euskera». Y para ello, si no es por las buenas, será por las malas.
No parece recordar el senador autonómico por Navarra, del PNV, que en Navarra no llega al 10% el porcentaje de personas que hablan «euskera», menos todavía quienes se expresan cotidianamente en el.
Lo que no debería permitirse es que una minoría minoritaria dominara al resto. La famosa excusa de la llamada «normalización» no es tal. Lo normal es hablar español en Navarra, todo lo demás es extraordinario.
La imposición de un idioma sólo genera tensiones innecesarias.