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Ataque japonés a Pearl Harbour

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 7 de diciembre de 1941, se producía el ataque japonés a Pearl Harbour.

Era el 26 de noviembre de 1941. Ese mismo día, seis portaaviones de la Armada Imperial japonesa abandonaban el puerto de Iturup, en las Islas Kuriles, con destino a Pearl Harbor.

Los seispoortaaviones niponesAkagi, Kaga, Sōryū, Hiryū, Shōkaku y Zuikaku- transportaban más de 400 aviones con destino a la base naval del Pacífico de Estados Unidos, donde la flota norteamericana reposaba. Los once días de travesía debían llevarse a cabo en el más absoluto de los secretos, ya que el éxito del ataque, diseñado desde principios de 1941, dependía del factor sorpresa. El objetivo era anular la fuerza naval en el Pacífico de EE.UU.

Y el factor sorpresa funcionó. La flota japonesa permaneció oculta hasta las 3:42 de la madrugada del 7 de diciembre, cuando uno de los submarinos que acompañaba a los portaaviones fue avistado por un buscaminas estadounidense, el Condor, que no advirtió la gravedad del peligro. Dos horas y 28 minutos después, a las 6:10, la primera oleada de aviones japoneses partía hacia su objetivo: 183 aparatos que debían destruir, por este orden, todos los acorazados, portaaviones, cruceros y destructores posible. Además, los cazas Zero tenían un objetivo añadido: acabar con los aeródromos para impedir una defensa inmediata de la segunda oleada de ataques.

Sin saberlo, la propia base de Estados Unidos está ayudando a sus enemigos. Los pilotos japoneses usan una radio local, ubicada en Honolulu, como guía hacia su objetivo. Es esa estación la que les informa de que las nubes no serán un obstáculo durante el ataque: “Está nublado en las montañas, pero la visibilidad es buena”. El reporte se emitió a las 7:40 de la mañana. Poco antes, el mensaje del buscaminas Condor ya había llegado a su buque de referencia, el Ward: habían atacado a un submarino que estaba en aguas defensivas de Hawái. El Estado Mayor de la Flota del Pacífico no le concedió la gravedad esperada. Pensaba que era una más de las alertas que se vivían en esos días.

Pero el auténtico drama se vivía en Washington: a las 7:33, hora de Hawái, los servicios de inteligencia lograron desencriptar un mensaje japonés que indicaba a sus negociadores que abandonasen las conversaciones. Transmitido de inmediato al presidente Roosevelt y al general George Marshall, Jefe del Estado Mayor, se decidió advertir a Pearl Harbor de la situación. El mensaje, no obstante, no llegaría a Pearl Harbor hasta las 11:45, cuando en la base solo queda espacio para la tragedia.

A las 7:55, en Pearl Harbor suena la primera explosión. El ataque ha comenzado. Y en la radio japonesa truena otro mensaje: “Tora! Tora! Tora!”. Mitsuo Fuchida, que lidera la primera oleada, transmite la clave que hace saber al Almirante Yamamoto, estratega del ataque, que Pearl Harbor no tiene defensa.

Tres grupos de ataque

La primera oleada del ataque japonés distribuyó sus fuerzas en tres grupos. El primero, formado por 89 bombarderos Najakima B5N –tipo Kate- tenía como objetivo diez navíos estadounidenses: USS Maryland, USS Tennessee, el USS West Virginia, el USS Arizona, USS California, USS Nevada, USS Oklahoma, USS Utah, USS Raleigh y USS Helena. Se les unió el USS Vestal, un barco de reparaciones adosado en ese momento al USS Arizona. Un segundo grupo, formado por 51 bombarderos Aichi D3A –tipo Vals-, atacaría los aeródromos de Hickam y Wheeler. El resto -43 cazas Mitshubishi A6M2, tipo Zero- contribuirían a la destrucción de los aeródromos, pero tenían como objetivos primarios puestos de control y comunicaciones: la estación de Ewa, el control aéreo de Belows, el control aéreo de Ford Island y su aeródromo adjunto y los hangares de Kaneohe y Barbers Point.

Sólo 15 minutos después del inicio del ataque, Japón se cobra su primera gran pieza: el USS Arizona, un acorazado de 185 metros de eslora y más de 30.000 toneladas de carga. Uno de los Kate que tiene asignado el buque como objetivo logra lanzar una bomba que cruza las distintas cubiertas del barco hasta impactar contra el polvorín, que almacena 450.000 kilos de pólvora. La explosión, brutal, partirá el barco en dos y matará a 1.177 personas: casi la mitad de las víctimas mortales del ataque. Las tareas de contención del incendio causado por la explosión no concluirán hasta el 9 de diciembre.

Al poco, otro gran buque estadounidense cae derrotado: el USS Oklahoma. Tres torpedos impactaron sobre él en el momento de mayor indefensión, volcándolo. Aunque la tripulación se echó al mar para tratar de salvarse, los 32 Kates asignados para la destrucción del navío no tuvieron piedad de la tripulación, que fue ametrallada mientras trataba de salvarse. 429 de los 864 tripulantes asignados perecieron en apenas unos minutos. Otros 64 morirían a bordo del USS Utah, conformando las tres principales pérdidas materiales del ataque.

Veinte minutos después de iniciado el ataque, Pearl Harbor era un caos. De lo poco que se puede hacer en el desorden es tratar de salvar los barcos más pequeños, más maniobrables. Es el caso de los destructores Helm y Monaghan que, en su huida, descubren que el ataque japonés no es sólo aéreo. Ambos topan con dos minisubmarinos lanzatorpedos, y logran hundirlos. El Helm, además, consigue rescatar y arrestar a uno de los ocupantes de los sumergibles japoneses, Kazuo Sakamaki, que se convierte en el primer prisionero de guerra capturado por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sakamaki será, además, el único prisionero hecho durante el ataque.

Tras media hora de bombardeo, los lanzatorpedos japoneses se retiran, pero no así los cazas Zero, que continúan arrasando los aeródromos adjuntos a Pearl Harbor para impedir una respuesta. La política antisabotaje seguida por los militares estadounidenses, que consiste en atar unos aviones a otros, facilita su labor: al estar agrupados constituyen un objetivo más sencillo. Mientras, en el puerto, el USS Nevada, gravemente dañado, se hace a la mar para escapar de la previsible segunda oleada. La aviación japonesa, ya de retirada, no le ataca: prevén hundirlo en la segunda oleada y antes de que abandone el puerto, de forma que bloquee la salida y deje atrapados a todos los buques. Pero el Nevada se acomoda en Hospital Point, uno de los laterales de la bahía, donde embarranca, lo que le permitió sobrevivir al ataque.

La segunda oleada

Apenas 45 minutos después del primer ataque, la segunda oleada de aviones japoneses ya sobrevuela Pearl Harbor. Como en la primera, la forman tres grupos: 54 Kates que tienen como objetivo el control de Kaneohe y el aeródromo de Hickman; así como 27 Zero con los que comparten objetivo y que además tienen orden de barrer Pearl Harbor. Les acompañan 78 Vals que añaden a los buques objeto del primer ataque al USS Neosho y al USS Shaw demás de las instalaciones militares de la Marina en Pearl.

Los aviones japoneses centran su ataque en el USS Pennsylvania, que está en dique seco junto a dos cruceros: el Cassin y el Dowes. Ambos quedarán inutilizados y retirados de servicio hasta su reparación completa, a mediados de 1943. Aunque el acorazado no estaba entre los objetivos primarios de los japoneses, ha conseguido activar sus defensas y convertirse en la principal fuerza estadounidense contra el ataque. Los daños causados por la aviación japonesa lo dejaron inutilizable hasta marzo de 1942.

Mientras tanto, Japón seguía cobrándose piezas. El ataque sobre el USS Shaw causó una explosión tal que se encontraron piezas del barco a 800 metros de distancia, obligando a además a abandonar el barco, que quedó semihundido.

A las 9:45, una hora y cincuenta minutos después del primer ataque, los japoneses se retiraron de Pearl Harbor. No habría una tercera oleada, que sigue siendo objeto de debate. En todo caso, la conveniencia de un tercer bombardeo forma parte más del mito que de la historia.

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