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De espías, políticos, periodistas, vendidos, embajadores… y la sombra de la Pesoe

Si como asegura uno de los personajes de John Le Carré en  Un traidor como los nuestros  “los diplomáticos mienten por el bien de su país y los políticos para salvar su pellejo”, en España vamos de culo, no ya por la economía, que eso es de sobra conocido, sino por la política de nombramientos que ha llevado a cabo Sánchez en ocho meses de gobierno, unos trescientos enchufados en cargos de especial responsabilidad del estado español. Conviene recordar además los  gobiernos de Zapatero y su política de nombramientos en Exteriores, donde se dio la circunstancia de que una mayoría de nuestros embajadores en puestos clave, fueron políticos del partido socialista y nada que ver con la carrera de la diplomacia.

En la novela del escritor inglés una pareja muy enamorada, decide disfrutar de unas inolvidables vacaciones en la isla caribeña de Antigua. Allí conocen a  un tal Dima, un mafioso ruso experto en blanqueo de capitales, y a partir de ahí, la pareja se  convertirá en un títere dirigido por los servicios secretos en cuyas manos, según Le Carré, está el destino de todos.

Y ya se sabe, diplomáticos y espías son como la cerveza y los boquerones en vinagre: no casan bien, más bien de maravilla. Gracias al mi oficio he tenido la suerte de conocer a alguno embajadores de verdad, profesionales en defender los intereses de España y también a alguno de los otros, los enchufados por el gobierno. Y si yo he notado la diferencia, me imagino qué pensarán y dirán de nuestra actual y socialista representación, en los círculos internacionales del poder.

No olvidaré jamás aquel diciembre de 1990, durante la primera Guerra del Golfo. Tuve la suerte de coincidir un par de días con un auténtico espía español. Llámame Paquito, dijo al presentarse. Un tío encantador, preparado y valioso. Desde entonces, al recordarlo, me he sentido seguro, pero hoy no las tengo todas conmigo. Hasta puede ser que le hayan defenestrado para contratar a algún primo con carnet socialista grabado en el cerebelo. Y esto no es ninguna sensación agradable, porque visto lo visto, no hay nada peor que la ingeniería social dirigida por los sectarios fanáticos para los que el oficio y la preparación no sirven para nada.

Aquí y ahora, nadie resalta ni comparte la información sobre el robo perpetrado en el bufete de un abogado que trabajaba sobre la presunta corrupción de la UGT en Andalucía. Los ladrones se llevaron trece cajas de archivadores con información sensible. ¡Y eso que en España nos gustan las noticias de robos a políticos y asimilados! ¿Recuerdan las horas de emisión dedicadas al robo de los papeles de Bárcenas?

Así estamos, entre espías, políticos, periodistas, embajadores, manipuladores y sectarios… y las negras sombras sin aclarar, como aquella historia de la gasolinera del caso Campeón,  que protagonizaron Pepe Blanco, su primo y un empresario llamado Dorribo. ¿Se acuerdan? En su día aparecieron algunas informaciones relacionadas sobre los robos de papeles y ordenadores,  que podrían haber sido ejecutados por espías españoles. Por espías, en todo caso de partido, de los enchufados… Ni el magnífico John Le Carré ha imaginado en sus novelas, hasta ahora, nada parecido.

Manuel Artero Rueda, periodista La Paseata

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