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El Museo Reina Sofía exhibe el trazo reivindicativo de Jorg Immendorff

La reivindicación del papel del artista como sujeto político y social de Jorg Immendorff, uno de los artistas alemanes más influyentes del siglo XX, desembarca en el Museo Reina Sofía con su primera retrospectiva en España, «La tarea del pintor»

La muestra, puede verse hasta el 13 de abril de 2020, está compuesta por un centenar de obras y recorre más de cuatro décadas de la vida de Immendorff (1945-2007). Un recorrido en el que se puede leer la propia biografía del artista y la de la convulsa historia política alemana.

«Es un gran artista que refleja toda una época», ha explicado este martes Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, que se ha encargado de organizar la muestra junto al Haus der Kunts de Múnich.

Menos conocido que sus contemporáneos más cercanos como Joseph Beuys -por el que está fuertemente influenciado- o Gerhard Richter, la antológica recorre una vida dedicada a redefinir el papel del artista en la sociedad y «acercar el arte a la gente».

«El artista era para Immendorff una persona política y una persona social», ha comentado el historiador de arte Ulrich Wilmes, comisario de la muestra y que le conoció personalmente.

Además del compromiso político, señala Wilmes, la obra del pintor alemán está plagada de ironía. De su primera etapa, destacan unos bebés mofletudos y regordetes que dedicó a «todos los amores del mundo» o sus obras de corte más dadaista, como «acciones LIDL» -una palabra inventada por el autor y que nada tiene que ver con el supermercado-.

Tras los convulsos sesenta y setenta, en los que fue expulsado de la Academia de Arte de Düsseldorf por su pertenencia a la sección maoista del Partido Comunista Alemán, Immendorff se centra en la división de las dos Alemanias.

El cuadro «Naht», una de las obras más evocadoras de la muestra, muestra una estrella, que aparece atravesada por una cicatriz, la misma que recorría la frontera que separaba las dos Estados alemanes, divididos tras la II Guerra Mundial.

«Immendorff pensaba que el arte podría ser una herramienta para superar la separación, un acontecimiento que nadie pensaba posible», ha subrayado el comisario.

Tampoco escapó a su mordaz pincel la política de posguerra tras la reunificación, con la que era muy crítico. En «Café Deutschland», una serie de 19 pinturas, escenifica los elencos de los dos Estados alemanes, entre ellos aparece, por ejemplo, una esvástica atrapada por un águila que simboliza la Alemania Federal.

Sus obras van ganando tamaño a medida que avanza su trayectoria, en los ochenta pinta «Café de Flore» -el centro de reunión parisino de Satre o Beauvoir- donde la fuerza expresiva y la multiplicidad de capas narrativas se ve aumentada por el gran formato (3×4 metros).

Ya al final de su trayectoria, su pintura adopta una forma completamente diferente. Le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica en 1997, lo que le obligó a adoptar una técnica distinta, más cercana al ‘collage’, más tarde indicaba a sus asistentes cómo ejecutar sus cuadros apoyándose en el ordenador.

El comisario reivindica esta parte de su trayectoria -con tres cuadros en la muestra- como propia del artista porque «aunque no pudo crearla» con sus manos -la enfermedad ya había avanzado mucho-, «cada centímetro del cuadro fue creado por él», ha explicado. EFE

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