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Doce de octubre: Fiesta de la Virgen del Pilar, Patrona de la Hispanidad y día de la raza

Un soneto, cuya autoría me considero incapaz de citar, dice:
“Eres Imperio y madre de naciones,
España militar y misionera,
cuyos gloriosos hijos por doquiera
llevaron tu Creencia y tus pendones.
Mas hoy que por tu fuerza no te impones,
y el orbe ya no teme tu Bandera,
en más de un continente se venera
el Cristo predicado en tus misiones.
Tu obra de otros siglos no fue vana,
y donde fueron fuertes y arcabuces,
hoy surgen, cual miliarios rutilantes
de la hermandad Hispanoamericana,
ciudades con sus templos y tus cruces
y la cultura y lengua de Cervantes”.

Hace pocas semanas he podido ver la ilusión con que un amigo dominicano volvía a su paria para celebrar la gran fiesta que ahí, como en muchas naciones de Hispanoamérica, llaman el Día de la Raza, refiriéndose al 12 de octubre, Fiesta Nacional de España, día de la Virgen del Pilar, Patrona de la Hispanidad y del “Benemérito Instituto, guardia fiel de España entera”, de Zaragoza, etc..

Nosotros, aunque quizá hoy tenga -quizá por el título de una película- connotaciones franquistas, celebramos también el “Día de la Raza”, cuando es imposible determinar un algo étnico en la mezcolanza de moros, judíos, germanos, celtas, iberos… que configure la raza española.

Sin embargo, observando a hombres y mujeres de Hispanoamérica que vienen a España: lo mismo criollos que descendientes, puros o mestizos, de diversas etnias indígenas de Ecuador, Perú, Méjico, Venezuela, Guatemala, Argentina, Colombia, Chile, República Dominicana o Paraguay… por citar algunos países,  una de las cosas que más sorprende es que, blancos y más o menos cobrizos, pelirrojos de ascendencia anglosajona o germana y morenos indígenas de ojos rasgados, casi todos, a la hora de hablar del día 12 de octubre, hablan del “Día de la raza”.

Esto me ha hecho reflexionar a mí, que como navarro, convivo diariamente y codo con codo, con quienes imaginan que unos milímetros de nariz, unos grados de diferencia en el cráneo, o un RH concreto  son factores condicionantes de un hecho racial diferencial. Igual me ocurre como español, que veo que Pedro el Ceremonioso dicen que no fue Rey de Aragón sino de Cataluña, lo que, junto con asuntos similares, me condujo a una agria discusión con la guía turística la última vez que visité el monasterio de Poblet.

Pensando y reflexionando, una de las cosas que he hecho ha sido mirar en el DRAE qué es, exactamente eso del racismo, y he hallado dos acepciones: 1-” Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro.”; y 2-”Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior.”

La primera de ellas puede considerarse humanamente aceptable. La segunda no, ya que es la causa de atrocidades como la esclavitud; de genocidios como los que tuvieron lugar en los Estados Unidos con los indios, o en el Israel de hoy con los palestinos; y, sin salir de España, de imbecilidades como las que suelen predicar los hijos de Sabino y su entorno, así como de barbaridades como la violencia de grupos skinhead, ultras futboleros…

Puede ser legítimo que ningún aire nos parezca tan fino como el de nuestra tierra o ningún césped más tierno que el suyo, pero a la hora de la verdad, si el patriotismo fuera la ternura afectiva, los hombres cederíamos en patriotismo a las plantas, que nos ganan en apego a la tierra.

Por eso, ahora que, con el pretexto de no se qué “memoria” se quiere revisar y manipular la historia o dejar a cada Comunidad inventar la suya, con la confusión que ello produce en las editoriales de libros de texto, puede ser un buen momento para lograr que todos los pueblos de España sintamos, no ya el patriotismo elemental con que nos tira la tierra, sino el patriotismo de lo trascendental, el patriotismo de la gran España.

Centrándonos en el problema de qué es la raza, vemos que el vocablo RAZA tiene diferentes usos. Según la biología, hay un género, el humano, varias razas (blanca, negra , amarilla…) más subespecies ( blanca celta , blanca eslava , blanca judía…) lo que , sin dejar de ser cierto , se opone a otros principios no menos ciertos, como el que dice: sólo hay una raza, la raza de los hijos de Dios, como dice san Pablo, “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28) y  sólo en tal creencia se fundamenta que personas tan dispares celebremos el Día de la raza. Raza, en este sentido, que españoles y hispanoamericanos debemos no sólo a la llegada de las naves de Colón a La española, un doce de octubre, sino a la evangelización a que la propia Virgen de Pilar animó al apóstol Santiago a las orillas del río que da nombre a la Península Ibérica.

Sin embargo, yo no puedo dejar de preguntarme, si trascendemos las circunstancias accidentales y buscamos en la persona su componente espiritual e intelectivo ¿no encontraremos elementos como la lengua, la cultura, la religión, el folklore… que son, en sí y por sí, más importantes que el color de la piel, el RH sanguíneo o el ordinal que libros de historia manipulados y mediatizados adjudican a determinados señores?

Respondiendo a esto, podrá comprenderse que nuestros hermanos de Hispanoamérica celebren el doce de octubre el Día de la raza. Pero luego surge otro interrogante ¿Por qué a los españoles nos apura llamarlo así?

Quizá sea una explicación el que no tengamos una conciencia histórica clara sino una memoria histórica censurada y maniquea, o la poca que se tiene suele ser la que se nos quiere imponer desde fuera, quizá, para matar el espíritu y cortar las alas que cantaba Rubén Darío al decir “¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos / y que el alma española juzgue áptera ciega y tullida?

Sólo con esta respuesta puede explicarse que cada vez se hable menos de España y más del Estado de las Autonomías, de la marca España, o que nuestra selección de fútbol ya no sea la Selección Nacional sino “La Roja”… que los españoles seamos los únicos europeos que nos creamos la “leyenda negra”; que el Gobierno de España, cuando lo tenemos, cierre los ojos a América para tender las manos mendicantes a Unión Europea, pasando de poner picas en Flandes a soportar que nos piquen en Bruselas o Estrasburgo.

Con las últimas reformas educativas, particularmente en lo concerniente a las humanidades, se ha suprimido lo que, para la formación integral de la persona aportan materias como griego, latín, arte, música, filosofía, literatura, historia…

Con estos conocimientos los jóvenes de hoy, hombres de mañana, podrían comprender mejor quiénes y qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir. Así se comprendería también el verdadero valor de que al Doce de octubre se le llame Día de la raza.

Así se entendería que  América es para España, no sólo la anchura del mundo mejor abierta a su influencia cultural, sino uno de los mejores títulos que España puede alegar para reclamar un puesto preeminente en Europa y en el mundo. Así se entendería mejor que. España es varia y es plural pero sus pueblos varios, con sus lenguas, sus usos, sus características están unidos irrevocablemente en una unidad de destino en lo universal. Sólo así se podrá interpretar en su verdadero sentido el hecho de que Rubén Darío, nicaragüense universal de origen mestizo,  titulara un poema Salutación del optimista y lo concluyera  con estos versos:

Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros.
¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!”

Pedro Sáez Martínez de Ubago, historiador

Artículo anterior Cría cuervos… ¿Perfidia de la Iglesia?

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