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De lujo, sensoriales o urbanos: la nueva vida de los cines

Pepi Cardenete.

Madrid, 26 sep (EFE).- Tras años de números rojos en el sector y cierre de salas, los cines de Madrid resucitan a base de avances tecnológicos y nuevas formas de disfrutar o entender el séptimo arte, desde salas de lujo con restaurantes o efectos sensoriales, hasta espacios diferenciados por su programación como el mk2, que se autodenomina «cine urbano» para hacer «vida social de barrio».

La pérdida se ha constatado año tras año con cifras. Según el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid cerró 2018 con los mismos cines que en 2017, un total de 78, mientras que en 2002 contaba con 129 locales.

Mermado por la crisis nacional y por crisis internas, como la del IVA, el cine empieza a florecer en ciudades con nuevas salas que, ahora, se renuevan en una sociedad cuyos hábitos de consumo han cambiado con el ‘streaming’ de Netflix, HBO, Filmin o Amazon Prime.

El antiguo cine Palafox, en el centro de Madrid, ha reabierto esta semana reconvertido en el Cine Yelmo Luxury Palafox: una nueva experiencia de cine y gastronomía con lujosas butacas y camareros que sirven desde «sushi» y «gin-tonic» hasta tablas de ibéricos o las clásicas palomitas.

«Creíamos que la ciudad de Madrid tiene que tener un cine como este. Estamos convencidos de que va a haber mucho público que va a querer disfrutar de esta experiencia», explica a Efe el «country manager» de Yelmo en España, Fernando Evole, en una de las salas del nuevo Palafox, que ahora cuenta con siete pantallas, 350 butacas y precios de entre 10,90 y 16,90 euros.

Yelmo gestiona más de 400 salas de este formato en todo el mundo y su trabajo es «ofrecer la mejor experiencia posible» a los clientes «para que la gente decida salir de casa y venir a ver una película», resume Evole.

Ahora, el clima parece propicio para ello como demuestra la llegada a la capital de mk2, emblema del cine de autor mundial que gestionará de viernes a domingo la sala de Marqués de la Ensenada del Instituto Francés, remodelado con 250 butacas y tecnología 4K.

«Desde mk2 tenemos claro que en los cines daremos siempre algo que para las plataformas es difícil de conseguir: la socialización de la experiencia», apunta a Efe Álvaro Postigo, director general de mk2 en España, que gestiona Cine Sur y las salas del Palacio de Hielo.

El francés Marin Karmitz fundó en 1974 esta empresa familiar que se expandió a España en 2014 y cuyo objetivo es seguir conquistando ciudades españolas con las películas en versión original como bandera y lo que llaman «cine urbano».

«Como cine urbano entendemos el cine no planificado, el cine de proximidad, la actividad que sin grandes previsiones permite hacer vida social de barrio y devolverles a estos vida unas horas más allá del horario laboral», apunta Postigo.

Añade que es un «error desde el punto de vista urbanístico» lo que ocurre en ciudades como Madrid, donde «barrios enteros están sin cine».

El portavoz de la Federación de Cines de España (FECE), Borja de Benito, ha comentado a Efe que 2019 está siendo «muy bueno» para la industria y se van a superar los 100 millones de espectadores en todo el país.

Espectadores que ahora pueden elegir en Madrid entre espacios alternativos como la Sala Berlanga, Cineteca o la Artistic Metropol y su anual ‘Frikimad’; un antiguo cine porno -el Duque de Alba- reconvertido en cine-bar como Sala Equis, o las salas con tecnología 4DK que combinan efectos sensoriales en los cines Kinépolis Madrid Diversia y Ciudad de la Imagen.

«Si hay un terremoto, las butacas se mueven», ilustra De Benito acerca de estos cines que ofrecen una experiencia multisensorial gracias a un motor específico en cada butaca que se sincroniza con la película.

Cuenta que, en la federación, diferencian los cambios de la industria entre estéticos -como los cines «de lujo»- y técnicos, es decir, nuevas formas de proyección en las pantallas, como la tecnología ScreenX del Cinesa de Majadahonda; allí, la escena se expande en las paredes laterales de la sala para ofrecer una visualización de 270 grados.

«Todas estas llamadas de atención al consumidor de nuevas tecnologías o nuevas formas de ver una película en una sala de cine, creemos que ayudan a movilizar a la gente a consumir ocio», apostilla De Benito sobre esta industria ya acostumbrada a aquello de renovarse o morir. EFE

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