Un clásico revisitado a través de la parodia y el humor es la apuesta de «Ben-Hur», una obra teatral que nace de la confluencia creativa entre Nancho Novo y la compañía Yllana y que este sábado aterriza en el Teatro Gayarre de Pamplona con la actriz Maria Lanau como una de las protagonistas
La intérprete catalana, con una amplia trayectoria sobre las tablas, asegura en una entrevista con Efe que «Ben-Hur» «puede parecer superficial» pero contiene un «mensaje de crítica social» y aporta un «trasfondo importante» para el espectador.
Pregunta.- ¿Cómo definiría esta adaptación tan loca de un clásico de la ficción como Ben-Hur, con tantos matices y tantas aristas?
Respuesta.- Lo cierto es que tiene muchos ingredientes, pero diría sobre todo que es una parodia muy extrema, con un punto muy bufonesco y, aunque sin atreverme a hacer una aproximación tan cercana, también guarda una cierta inspiración en los Monthy Python. Incluso el cartel tiene un guiño y los directores han dicho alguna vez abiertamente que es una especie de homenaje.
P.- ¿Se trata entonces de una obra que no plantea la simple carcajada sino que va más allá?
R.- Sí, porque plantea un aporte crítico acerca de cómo es la sociedad que tenemos hoy en día, en la que nos creemos todo lo que nos dicen, en la que nos engañan. Pasa en todos los ámbitos, en nuestro día a día, en la política. A veces hacemos todo lo que nos dicen sin tener criterio propio, es una tónica general. Reír por la risa está bien, pero, personalmente, siempre busco que haya un trasfondo en la comedia cuando me embarco en un proyecto y ésta lo tiene.
P.- ¿Cree que la comedia puede ser incluso más efectiva que una obra de corte dramático para trazar esa visión crítica de la realidad?
R.- No me atrevería a comparar la manera de hacer ese enfoque entre géneros, entre comedia y drama. Pero lo que está claro es que, a través de la comedia, cuando somos capaces de tener sentido del humor de la vida, de reírnos de nuestras miserias, de los fallos que cometemos, entonces podemos llegar a ver una comedia como un espejo en el que nos reflejamos.
P.- Esta obra cuenta con una apuesta por lo visual materializada en lo que se ha dado a llamar ‘Teatromascope’. ¿En qué consiste?
R.- Consiste en una pantalla muy grande que está en el escenario, detrás de los intérpretes, y que aporta un punto de vista cinematográfico. No puedo contar demasiado (ríe) pero es ‘cinemascope’ en el teatro, desde luego. Hay algunas escenas en las que el efecto que consigue es espectacular, como en el caso de un fragmento con cuadrigas. Ahí no me toca salir a escena, pero si encuentro un hueco, siempre me quedo mirando desde una esquinita porque es increíble.
P.- Dos actrices y cuatro actores en escena. ¿Tiene un peso específico la voz femenina en la trama de la obra?
R.- Desde luego. Elena Lombao y yo hacemos seis personajes en toda la obra. Y especialmente hay una escena en la que, desde un punto de vista del contexto de la Antigua Roma, porque hacemos de actrices romanas, reivindicamos una serie de cosas como mujeres. Es un momento divertido para el público, porque hablamos desde una cierta modernidad, criticando lo que ocurría en la Edad de Piedra. El público se ríe mucho. Y te das cuenta de que en el transcurso de la Historia la situación para la mujer no ha cambiado nada.
P.- ¿Qué ha supuesto para usted trabajar con una compañía con la trayectoria de Yllana?
R.- Estoy encantada de la vida, porque me tratan muy bien y porque, curiosamente, llevaba mucho tiempo queriendo trabajar con ellos. Hace 25 años yo estaba en T de Teatre, una compañía de Barcelona compuesta por cinco mujeres. Estuvimos un año en Madrid con el Teatro Lara lleno a rebosar, haciendo la obra ‘Criaturas’. Por aquel entonces Yllana, que era todo lo contrario a nosotras, una compañía de chicos y de Madrid, también empezaba. Nos conocimos entonces y siempre me imaginaba cómo sería trabajar con ellos. Y ahora, aquí estoy. EFE
