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Corbalán: «España empezó a ser algo cuando pudo comer bien»

Juan Antonio Corbalán, miembro de la selección de baloncesto que consiguió la medalla de plata olímpica en Los Ángeles y en la actualidad especialista en medicina deportiva, sostiene que España «empezó a ser algo cuando pudo comer bien»

En una entrevista con Efe, Corbalán, que participará en una jornada sobre educación nutricional organizada por la cooperativa de armadores de Vigo, tiene la teoría de que una de las claves de que aquel equipo entrenado por Antonio Díaz Miguel rompió barreras en 1984 es que «España empezó a comer» en condiciones unos años antes.

Recuerda que en Múnich 1972 fue olímpico por primera vez y por aquel entonces en España «no se comía carne, no la había para la mayor parte de la población. Los niños se alimentaban fundamentalmente de legumbres. Así no se podía crecer».
Recalca que la primera generación de españoles que empezó a comer «medio bien» y a «conocer las proteínas» fue la suya, la de los que nacieron a mediados de los años cincuenta del siglo pasado.
Eso, unido a que en los setenta en España hubo un «bum de industrialización» por el que se generó «cierto nivel de bienestar muy básico pero suficiente para que las personas más jóvenes, los niños, empezáramos a tener conocimiento de lo que era el deporte. Ésa fue la gran revolución».
Antes, el baloncesto español se encontraba con otra realidad, la de que cuando jugaba, por ejemplo, contra Polonia, «éramos 25 enanos contra gigantes. Ellos jugaban mucho peor que nosotros, pero ganaban».
Corbalán, que alterna en la entrevista con Efe sus dos pasiones, el baloncesto y la medicina deportiva, emplea el símil alimenticio para explicar cómo España pasó de «no poder comer un huevo frito a querer empacharnos de huevos», igual que de no ganar nunca a exigirlo siempre.
Recuerda que en su época «acercarte a Italia era un sueño. Quedar sexto era ya nuestra medalla», y, sin embargo, «ahora parece que tenemos que ganarle a todo el que se ponga por delante».
Sin pretender colgarse medallas por los éxitos de la generación de oro del baloncesto español, la de los Gasol, Navarro, Reyes y ahora Rudy o Llull, Juan Antonio Corbalán subraya que «todo presente es heredero del pasado. Da igual si es la pintura, la medicina o la investigación».
«No voy a decir que si el equipo nacional gana medallas el mérito es mío, en absoluto, pero estoy seguro de que aquellos niños que a nosotros nos veían como héroes llegaron a ser héroes porque algo vieron en nosotros», argumenta.
Más allá del deporte profesional, el doctor Corbalán llama la atención sobre uno de los «caballos de batalla» que se está encontrando como médico, el auge de los maratonianos, triatletas y asiduos de gimnasio a partir de los cuarenta años.
«Es un problema enorme, porque nos damos cuenta de que hay deportistas aficionados de un cierto nivel de exigencia que entrenan tanto o más que deportistas profesionales», advierte.
El doctor Corbalán aconseja, «para empezar, saber de dónde partimos», y luego, con la ayuda de un médico o de un entrenador, «dónde se puede llegar», y en función de esto se podrá «establecer un objetivo», porque «en deporte no siempre más es mejor».
La misma máxima aplica para las dietas, en las que no existen «atajos» ni fórmulas «milagrosas», y que «no valen nada» si al final no consiguen quienes se someten a ellas establecer «un hábito» alimenticio saludable.
En cuanto a los conocidos como súper alimentos, el doctor Corbalán esgrime que en España «hemos vivido sin quinoa durante siglos».
Defiende que la utilización «inteligente» de los productos más frescos, más cercanos y de temporada van a proporcionar «la mejor alimentación».
«No nos hace falta que venga nada del Este de China, ni de Vladivostok, ni de Pakistán ni de los campos de alfalfa de Afganistán. Que lo podemos utilizar, que hay alguien que dice que tiene unas propiedades que te dan unas potencias superiores… que cada uno haga de su capa un sayo», razona.
Y esgrime que si se toma un aguacate, lo que hace «con cierta frecuencia», es «porque está muy bueno, no porque sea milagroso, porque no hay milagros en absoluto, aunque tenga grasas buenas. Hay muchas cosas que también tienen grasas buenas, como las sardinas».
El doctor Corbalán no es partidario de poner coto a los ultraprocesados, pues de hecho hay procesos como la conservación de alimentos que han permitido «una alimentación coherente».
Otra cosa es que haya «unos servicios de inspección que aseguren que todo lo que nos llevamos a la boca reúne las condiciones adecuadas. En eso no estoy tan seguro», apostilla.
Opina así que debería estar «mucho más explicitada la información nutricional de muchos alimentos». EFE
Jorge Morales

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