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Marchando… Otra de «postureo» y que se siga hablando de nosotros

Hemos podido ver, de nuevo, la «capacidad negociadora» del partido que llegaba para salvar a España de la partidocracia endogámica en la que ha degenerado el sistema pervertido de Monarquía parlamentaria, supuestamente «participativa», que una importantísima mayoría de españoles aprobó en aquel referéndum de Diciembre de 1978, del que mi padre (q.e.p.d.) decía que si se ponía en marcha acabaría con España y a mí me llevó a la abstención y que Dios quiera que su pronóstico no se cumpla del todo, aunque «méritos» de unos y otros, por acción o por omisión, no faltan para llegar al desastre que se vislumbra entre Cataluña y Vascongadas, pasando por Baleares, Galicia, Canarias, Navarra y alguna más que se irá sumando, ya con el terreno nacional-regionalista abonado, gracias a la desastrosa transferencia de las competencias en Educación, que después de casi cuarenta años y desde aquel «café para todos», está dando sus «frutos».

Venían los de VOX a regenerar España con mensajes como «una persona, un cargo» y ahí tenemos al jurista polivalente, el Sr. Ortega Smith -«mi vida por una foto y una alcachofa»- con su tetraempleo, ya que, además de Secretario General del partido verde y ahora diputado por Madrid en el Congreso de los «disputados» y concejal de la Villa de Madrid, es el jefe de la Asesoría Jurídica -aunque el que sabe de Derecho parece que es su «siamés togado», Pedro Fernández, otrora asesor de Izquierda Unida, se comenta, y también con pluriempleo, en este caso «sólo» triplicidad de cargo-, aparte de «boina verde interino», sobre lo que después de presumir de manera engreída durante años aclara ahora que se trató de la época de su Servicio Militar, que éste al menos sí hizo, frente al «capitán» que los manda, Santiago Abascal, que ni siquiera pasó por nuestros C.I.R. o cuarteles y que, a base de prórrogas -le faltó la de objeción de conciencia-, se quedó en «frustrado» servidor de la Patria y «patriota de salón» -condición que le va mucho al de Amurrio-, que alardea de «ardor guerrero» y ahora compensa apelando a «El Novio de la Muerte» en sus aprendidos discursos patrioteros cerrados con su envoltura en la bandera de España, que está muy bien si no fuera porque forma parte de su leyenda callejera para satisfacción de descontentos y ya transformado en sustento, suyo y del «sindicato» de amigos fieles que lo acompañaron por la travesía del desierto, recrecido con los  recientes «allegados» y desechos de las listas del PP, gracias al impulso del censurador Pedro Sánchez tras su llegada a la Moncloa a «hombros» de todos los enemigos de España, paradojas de la política, que «hace extraños compañeros de cama», que tan acertadamente dijera don Manuel Fraga (q.e.p.d. también).

Se les ha visto a estos de VOX que su afán no era otro que el de figurar y tener puestos, pero su candidez -como ya pasara en Andalucía- les vuelve a jugar una mala pasada y, en principio, también se quedan sin posiciones destacadas en el Ayuntamiento de Madrid por no conocer ni las reglas del juego en el que se han metido sin conocimiento alguno. Según parece, como recoge La Razón, haber aceptado ser «concejales de gobierno» -les debió sonar bien eso de «de gobierno»- los deja fuera porque «VOX firmó un contrato que no garantiza lo que ahora exige al PP». Parece que ese «jurista» pluriempleado no sabía de qué se iba eso de «concejales de gobierno», además de «no leer la letra pequeña» y no haber gestionado en su vida ni una escalera de pocos vecinos. Y es que, «lo que Natura non da, Salamanca non presta», Sr. Ortega, y hasta para jugar a La Oca hay que saber las reglas, así que a la escuela de novicios politiqueros que, incluso a sus cincuenta años, le podría venir bien.

Parece que los «expertos» de VOX pactaron con el Partido Popular -de nuevo mucho más hábil en la negociación- algo que no garantizaba tocar poder y según lo cual el PP justifica que no existe compromiso expreso con los de Santiago Abascal y que sirvió para que Ciudadanos aceptara -sin verlo- el «documento» acordado con nocturnidad -puede que el trasnoche no le fuera bien a los componentes del equipo de VOX, que debían haber llevado a otros miembros «más avezados en la vida nocturna»- que ahora Begoña Villacís pide que se haga público y que, como en Andalucía, no firmaron, en la línea de ambigüedad característica de los naranjas, dando otro «paso» de su particular Yenka -«izquierda, izquierda; derecha, derecha; adelante, atrás; un, dos, tres»-. Pero tras darse cuenta de su «error», VOX pone ahora sobre la mesa «tocar poder» como «condición irrenunciable» para continuar las negociaciones que, de cara al electorado, los obliga -por mucho que se resistan- a apoyar de nuevo los pactos PP/C’s, porque tendrían muy difícil justificar ante sus votantes lo contrario y permitir que la coalición de izquierdas gobernara. Ya han visto lo que les ha pasado en Burgos. Y ahí están, diciendo una cosa y la contraria en pocos días, como hicieron hace poco con la enmienda a la totalidad al presupuesto de Andalucía que en menos de tres días -debe ser que ese plazo de 72 horas es el que maneja VOX para decir una cosa y la contraria- «se comieron con patatas» y retiraron, después de estar ese tiempo en todos los titulares de prensa, su objetivo al fin y al cabo. Resulta que «la integración de Vox de manera proporcional a sus escaños en concejalías de gobierno y responsabilidades directivas en entes públicos, no implicaba representantes en la Junta de Gobierno del Ayuntamiento, ya que los concejales de gobierno pueden serlo de área, que sí estarían en dicha Junta de Gobierno, o concejales delegados en competencias, de segundo nivel, dependientes del concejal de área», que no salen en la foto, principal preocupación de Vox. Nueva prueba de que a la política se debe llegar «aprendidos» y con los deberes hechos, aunque desgraciadamente, en una sociedad cada día más mediocre, lo que llega a los escaños no puede ser mucho mejor que lo que nuestras fábricas de parados y populistas oportunistas producen, mediocres, con aspiraciones sin fundamento ni mérito alguno que lo justifique, que ven lo que muchos llevan haciendo durante bastantes años ya y no quieren ser menos, así que a vivir del cuento y a costa de los PGE, como lleva haciendo toda su vida el mocetón de Amurrio.

Veremos qué nuevos cambios de rumbo de VOX nos deparan las negociaciones iniciadas, interrumpidas de momento por Rocío Monasterio -¿otro postureo más?-, necesarias para llegar a los pactos de gobiernos autonómicos pendientes de cerrar, en los que piden entrar en los primeros niveles de gobierno, aunque de momento parece que los representantes municipales ya se resignan a no mandar nada.

En esa línea de inconsistencia política, hasta el más listo del equipo, Espinosa -quien por cierto, según publicaba el domingo El Español, tiene un par de sentencias condenatorias por parte de dos juzgados de Madrid-, pierde el oremus y en su afán de «postureo» mediático deja caer la posibilidad de que José Luis Martínez Almeida «pierda la Alcaldía en menos de tres días», mereciendo el comentario de Eduardo Inda, jefe de uno de los más fieles seguidores verdes, que dice que «si no va de farol es que le ha dado un aire». Parece que el poder, solo con olerlo de lejos, ya embriaga a estos aficionados que sólo buscaban eso desde su encendida «defensa de la Nación española» y no me refiero a la Fundación de la que salieron los que hoy controlan VOX.

Lo que parece claro es que la «nueva política» sólo tiene en mente «ocupar sillones de gobierno» -central o autonómico- que los naranjas están consiguiendo y que los dos populistas -de la izquierda y de la derecha- quieren a toda costa y cuanto antes en su gran objetivo de servirse de España, perdón, de «servir a España», ¿en qué estaría yo pensando para semejante desliz? Y mientras tanto, el bipartidismo, el menos malo a mi juicio de los sistemas democráticos, atraviesa los peores momentos en España, ya que uno de los grandes partidos se encuentra en un difícil e incierto proceso de reconstrucción y el otro se rompió hace tiempo al ponerse en manos de los peores enemigos de España, por lo que el panorama no es demasiado halagüeño, lo que me lleva a pensar que tal vez lo menos malo sería ir a unas nuevas elecciones generales que, potencialmente, podrían aclarar la situación, o no.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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