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José Luis Rodríguez “Traicionero” y la “102.2 razón” para imputarlo (2ª parte)

Terminaba mi artículo anterior recordando a Tocqueville y su frase “Las naciones no pueden elegir el camino hacia la democracia porque les viene ya dado. Pero depende de las naciones que este camino les lleve al desarrollo y al progreso o al desastre. Es decir, de cómo se utilicen los valores del comportamiento, nos llevará a uno o a otro desenlace”, y dejaba al lector la pregunta “¿Qué camino eligió Zapatero y cómo manipuló los valores del comportamiento para conseguir sus espurios objetivos y el nefasto desenlace?”.

Continúo ahora con mis reflexiones de 2011 trasladadas a hoy, sobre el “inefable” José Luis Rodríguez, sus orígenes y métodos y sus consecuencias, todavía no efectivas en cuanto a su responsabilidad más que evidente por la herencia dejada tras conocerse sus “papeles con ETA”. Como ayer, entre paréntesis y letra cursiva, añado algún comentario:

<<Yendo más lejos, no podemos dejar de lado lo que, en mi opinión, subyace en el fondo del mal: la degradación continuada del Sistema Educativo (de la que es exponente destacado el que fuera presidente del gobierno entre 2004 y 2011). Un sistema que se mantuvo más o menos estable en la primera etapa de la Transición, y cuya destrucción se puso en marcha a partir de 1982, primera etapa socialista; no se hizo prácticamente nada por su regeneración entre los años 1996 y 2004, durante los gobiernos populares, y se consumó desde 2004, tras la primera victoria del inepto ZParo.

En 1982 llegó al poder Felipe González, su Ministro de Educación José Mª Maravall y el, primero Secretario General, después Secretario de Estado y por último ministro del ramo, Alfredo Pérez Rubalcaba, comenzando las reformas del Sistema Educativo (adoctrinador), con un efecto negativo que ahora estamos padeciendo. Se cambian los objetivos de mejora del conocimiento y valoración del mérito por una bajada paulatina del nivel de enseñanza, “que el niño apruebe, no que el niño sepa”, se tiende a la “igualdad” -por abajo, (que se maneja mejor al “igual”)- y, como remate, se inicia la creación indiscriminada de Universidades sin prever el “pequeño” detalle de que para tener buenas Universidades lo fundamental es contar con un buen cuerpo docente. En su lugar y para dotar las nuevas vacantes de profesorado llegaron los nombramientos a dedo, más por ideología que por experiencia académica, en lo que denominé en su día como un fenómeno de “INCONTINENCIA” UNIVERSITARIA, “enfermedad” no limitada a ese ámbito, desgraciadamente, sino que por ese afán de mal entendido personalismo de “taifa” y el ansia de forzar un espíritu autonómico, inexistente hasta entonces en España, degeneró en que todos querían de todo, aeropuertos, auditóriums, alta velocidad, palacios de congresos, polideportivos, etc., iniciándose, con total irresponsabilidad e imprevisión, una espiral de gasto insoportable de cuyos efectos estamos dándonos cuenta ahora (no hay más que mirar una deuda pública creciente y ya en torno al PIB, si no superior).

Dicho esto y para no hacer más larga la reflexión sobre esta primera etapa socialista, se puede resumir por el citado descenso del nivel de educación y el fomento de un igualitarismo, que no igualdad como se quiso camuflar, en el que se imponen los “derechos” sobre las responsabilidades y obligaciones, bajo el que va calando el mensaje del “VALE TODO” y “NUNCA PASA NADA” -y si pasa, se le saluda, como decía con ironía Carlos Dávila-. Una etapa que se caracterizó por los continuos cambios de rumbo, OTAN sí, OTAN no, defensa del pacifismo pero participación militar en la primera Guerra de Irak -real y con soldaditos de reemplazo-, “lucha antiterrorista” con la misma moneda –GAL o terrorismo de Estado- además de los pactos de Rafael Vera -el de la ferretería millonaria- en Argelia, entrada apresurada y sin fuerza en el Mercado Común, expolio de las arcas públicas: Luis Roldán, directora del BOE, fondos reservados de Rafael Vera (la ferretería de barrio más prospera del mundo), IBERCORP, el famoso “convoluto” del contrato del AVE al embajador alemán, Guido Brunner, facturas falsas de FILESA, etc., etc. La lista sería interminable.

De resultas de tal desastre económico y tanta corrupción, llega la primera legislatura de Aznar en 1996, con un país prácticamente en quiebra técnica, sin fondos en la caja de la Seguridad Social, teniendo que endeudarse para pagar pensiones y que, a base de trabajo y esfuerzo de muchos españoles, consiguió enderezar el rumbo, sanear las arcas públicas y, en definitiva, realizar una  brillante gestión económica acompañada de un posicionamiento creciente en el exterior, que situó a España entre los grandes y le llevó a ganar de nuevo las elecciones de 2000, esta vez, por mayoría absoluta, continuando con la misma línea de gestión económica y logros manifiestos en política exterior y antiterrorista, pero se cometieron a mi juicio dos grandes errores: no sanear las estructuras de la Administración, especialmente Ministerio del Interior y Defensa, fondos reservados, etc., sacando hasta donde se pudieran los trapos sucios en todos los órdenes y no concienciarse, aparentemente al menos a juzgar por los hechos, del enorme deterioro del Sistema Educativo que sólo al final de la legislatura dejó una Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE) para ponerla en marcha en una esperada tercera legislatura con la mayoría absoluta que daban ampliamente las encuestas, pero que no vio la luz en 2004 tras el cambio producido de manera traumática en las urnas. Y no sólo no se abordan esos frentes sino que no se reformó la Ley Electoral con un sistema de reparto más justo -no vale lo mismo un voto en Madrid que en una provincia pequeña y mucho menos en ambos casos que en las autonomías con partidos nacionalistas- adoptando una  proporción mínima del 5% a escala nacional que hubiera puesto a los partidos nacionalistas en su sitio en lugar de potenciar su naturaleza con pactos de gobierno a la larga contraproducentes; no se despolitiza la Justicia; se sigue alimentando la ambición desmedida de las Autonomías con más transferencias, en lugar de frenarlas o incluso recuperar algunas de las competencias cedidas: Educación, Sanidad, Justicia, Política Energética, Aguas, entre otras, NUNCA debieron desaparecer del ámbito Estatal. Pero de nuevo apareció el error característico de la derecha, su complejo y la NO VALORACIÓN DEL ENEMIGO y de su falta de escrúpulos, puesta de manifiesto históricamente en múltiples ocasiones.

En su lugar llegó el 11-M y el trágico atentado terrorista de Atocha y cercanías, manipulado desde el primer momento por el PSOE, con la inestimable ayuda de sus numerosos medios afines, y encaminado sin ningún género de duda a forzar un CAMBIO DE GOBIERNO como, de hecho, se produjo en unas elecciones que debieron suspenderse. Las encuestas se dieron la vuelta y el PP se quedó compuesto y sin novia, como tantas veces le ha pasado a la derecha en la Historia española.

Con ese atentado y sus 192 muertos llegó ZP, con su bajo nivel cultural, su nula experiencia y su buena dosis de un inexplicable resentimiento sectario, pero con un proyecto de “Ingeniería Social” bien aprendido, no se sabe si propio -sería concederle demasiado nivel a este personaje- o adoptado, con la fuerza del aparato de su partido y la inestimable ayuda de los sindicatos que comían en su mano y a los que no tuvo ningún escrúpulo en alimentar convenientemente para que no se alterase la “paz social” y el manejo de los medios de comunicación, en su mayoría, de su lado.>>

Hasta aquí esta segunda parte de mis reflexiones que dejo por hoy cuando, tras la manipulación de los sentimientos de los españoles -algo que la izquierda hace muy bien, aunque hemos visto recientemente que no sólo ella- y la alteración de la jornada de reflexión por parte de ese “héroe” recientemente fallecido y despedido con honores de Estado pese a ser colaborador indiscutible en buena parte de las causas de la desastrosa situación actual que asuela a España (mano derecha e izquierda del “villano” de León, hasta convertirse en su vicepresidente y heredar la Secretaría General del PSOE), se inició una etapa que empezó con la retirada de las tropas españolas de Irak, donde estaban sólo en misión de apoyo finalizada la acción militar; la derogación de leyes como la LOCE, que de haberse implantado antes habría cambiado el monopolio en el sistema educativo del que gozaba el socialismo desde 1982, rematado con la nefasta LOGSE de 1990 de pésimas consecuencias, que desterraba el mérito del programa de enseñanza; del Plan Hidrológico Nacional que repartía el agua perdida del Ebro en beneficio del Levante y Sureste español tan necesitados de ella y de tantas barbaridades en materia de adoctrinamiento y apertura de heridas que trataré mañana.

Me despido con unas preguntas a ese “presidente por accidente”, como lo llamaba Luis Mª Ansón, al hilo de lo que lo llevó a la Moncloa, un atentado de muy turbio diseño y sucia manipulación posterior precisamente por el antes citado “héroe” cántabro (q.e.p.d. pese a todo), cuya llegada propició una etapa de muy graves e insospechadas consecuencias para España, de las que las económicas, pese a la nunca reconocida crisis de 2007-15, fueron sin duda las menos graves de las que dejó este nefasto “leonés” de Valladolid -hasta en eso fue falso- del que ahora aparecen más trapos sucios sobre su “presunta” traición a España, una más de las espurias actuaciones que cabe atribuírsele desde que aquella noche de cuchillos largos del 21 al 22 de Julio de 2000 ganó a José Bono, por nueve escasos votos, el 35º Congreso de un PSOE que esa noche empezó a ser más que nunca el Partido Siempre Opuesto a España en que se ha convertido desde entonces y más cada día hoy con el clon que le sucedió en el Congreso Extraordinario de 2014, llegado también a Moncloa de una forma tan legal como ilegítima, con el apoyo del resultado de su modelo, los enemigos de España salidos de aquel proyecto diabólico iniciado en 2004. Esas preguntas, Sr. Rodríguez, son: ¿Quién fue el verdadero cerebro del atentado de las Estaciones de Atocha y cercanías? ¿Le debe usted algo a Marruecos y a otros? No espero respuesta, pero hay quedan.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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1 Comentario

  1. Antonio De la Torre Luque

    Me corrijo a mí mismo. En la última frase se coló un faltón de ortografía y pone «hay» cuando debe decir «ahí». Pese a que releo los artículos varias veces antes de enviarlos, se coló este gazapo. Perdón. Al mejor escribano se le escapa un borrón.

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