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Los populismos son de ciclo corto: “Crónica de una muerte anunciada”

No deja de ser cuando menos curioso el paralelismo entre dos partidos tan distintos como VOX y Podemos, tanto en su nacimiento como en su evolución y trayectoria, aunque con algunos desfases en el tiempo en sus diferentes etapas, pero con notables coincidencias hasta el día de hoy, recién celebradas las elecciones municipales, autonómicas y europeas del pasado 26 de Mayo.

Ambos partidos nacieron en los primeros meses de 2014, con escasa diferencia de tiempo, si bien su origen y procedencia responde a muy diferentes razones. VOX se presentó a los medios el 16 de Enero de ese año y Podemos aparece un par de meses después, el 14 de Marzo, para ser exactos. El primero de ellos era entonces el resultado del descontento con la deriva socialdemócrata del Partido Popular de algunos de sus militantes, o al menos así nos lo vendieron a muchos de sus votantes y simpatizantes, que no dudamos en unirnos a lo que parecía una alternativa llamada a devolver a sus orígenes -así lo entendimos los que no teníamos antecedentes políticos- al refundado PP en 1990, resultante de la unión de varias opciones del centro derecha, cristiano, liberal o conservador. El segundo, Podemos, fue el resultado de los movimientos surgidos por el descontento social tras la crisis económica mundial de 2007, que en España se empezó a considerar en 2008 -siempre reaccionamos tarde en nuestro país- aunque nunca “existió” para nuestros gobernantes de entonces y que unida a la crisis de valores que, desde la llegada de José Luis Rodríguez tras los terribles atentados del 11 M de 2004, se acrecentó de manera casi irreversible, crearon un caldo de cultivo que se puso de manifiesto en la concentración de la madrileña Puerta del Sol convertida en estercolero durante una semana -la izquierda siempre tan “aseada”-, conocida como Movimiento 15 M, consentido por el PSOE, y aprovechado unos años después por la izquierda universitaria desde el claustro de la nefasta Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, recién estrenado el rectorado de José Carrillo Menéndez -hijo del “justiciero de Paracuellos” de 1936-, prueba inequívoca de la izquierdización de la Universidad española, iniciada de puntillas a finales de los 60’s y colonizada desde la llegada en 1982del PSOE.

Así aparecieron los dos partidos, a ambos extremos del espectro político existente entonces, con trayectorias muy diferentes. VOX, que tras unos primeros meses convulsos y con zancadillas internas desde el primer día, se quedó en proyecto al no conseguir el ansiado escaño europeo -luego comprobamos que era el único en sí mismo por parte de uno de sus verdaderos fundadores y, “el objetivo”, por parte del vividor de Amurrio-, a falta de unos 1.500 votos que hubieran sido necesarios sobre los 245.635 obtenidos, para situarse en el campo político activo, lo que derivó en un cisma provocado por el último de los “fundadores”, que tras un intenso verano desembocó en una travesía del desierto de más de cuatro años, de fracaso en fracaso. El segundo, Podemos, tuvo una aparición insospechada y sus 1.249.158 votos le dieron cinco escaños, consolidándose de salida como partido político de ámbito nacional y europeo, lo que VOX no pudo  conseguir.

La siguiente “prueba” electoral fue en Andalucía diez meses después, Marzo de 2015, en las que se volvió a repetir el escenario, con diferencias mucho mayores. VOX se quedó en 18.017 votos de los 32.344 obtenidos en las europeas anteriores y sin representación parlamentaria, mientras que Podemos pasó de 190.285 a 590.011 y 15 escaños. Llegaron después las adelantadas elecciones de 2015 en Cataluña, en las que VOX no se presentó y Podemos, en coalición con otros partidos de la izquierda, consiguió 366.494 votos y 11 escaños.

Sendos batacazos hacia el descalabro supusieron para VOX las elecciones generales de Diciembre de 2015 y su repetición en Junio de 2016, en las que tuvo una caída estrepitosa en votos, 57.733 y 46.781 respectivamente, es decir, perdió un 81% en dos años, sin escaño alguno en ambas, que lo llevaban a su práctica desaparición. Mientras tanto, Podemos, en esas dos llamadas a urnas obtenía 5.212.711 votos y 69 escaños, pasando en las siguientes, en coalición con IU, que había tenido 926.783 votos y 2 escaños en Diciembre, a 5.049.734 -1.089.760 votos menos que la suma de ambos seis meses antes- manteniendo pese a ello los 71 escaños que sumaban entonces, cosas de D’Hont.

No fue muy distinto en las siguientes elecciones regionales, vascas y gallegas celebradas el 25 de Septiembre de 2016. En las vascas, la tierra del líder de VOX, el resultado fue muy triste, 774 votos -todos en Álava, con su padre de candidato y un ridículo 0’07% de Vascongadas- de los que 35 -el 0’63% del municipio- fueron en Amurrio, su pueblo -dos menos  que en las europeas de 2014 (37)- y, por supuesto ningún escaño en las tres provincias. Frente a estos paupérrimos resultados, Podemos Elkarrekin obtuvo 156.671 votos y 11 escaños -24.299 votos y 4 escaños en Álava, la provincia del “héroe” de Amurrio, pese a utilizar como gancho a su padre (q.e.p.d.), entonces hospitalizado -.  Peor aún fue en Galicia, en las que hubo incomparecencia de VOX mientras que la franquicia de Podemos, En Marea, se estrenó con 254.552 votos y 14 escaños. Otro tanto ocurrió en las autonómicas de la Cataluña intervenida de 2017 -que nunca debió convocar Mariano Rajoy, en lo que fue el principio de su triste final político, “metamorfoseado” en bolso sobre su escaño-. VOX volvió a no comparecer mientras que En Común Podemos se descolgaba con 326.360 votos y 8 escaños. Hasta aquí, todo un “paralelismo”, divergente por entonces.

A partir de ahí se fragua lo que conduciría, casi un año después, al rocambolesco resurgir de VOX. Primero, aunque no se podía pensar que hubiera relación, la moción de censura de Junio de 2018 con la que el Partido Siempre Opuesto a España, apoyado en todos los enemigos de “la concordia nacional” -separatismo de ambos bandos, comunismo y filoetarras- desbancó al desdibujado Partido Popular. Después, la reunión del recién llegado a Moncloa, Pedro Sánchez, con el muñidor en la sombra del desastre europeo, George Soros, en compañía de un colaborador y con la asistencia del “polifacético” José Borrell, el “españolista” portavoz del cierre de la manifestación del 8 de Octubre de 2017 en Barcelona, que no tiene inconveniente en que su partido haga guiños al nacionalismo supremacista y ahora de nuevo “deportado” a Europa ¿tal vez por “nadar y guardar la ropa”?

Volviendo al tema central, después del verano de 2018 empieza a materializarse la devolución de jugada que el PP pudiera haberle hecho al PSOE con el posible impulso para la aparición de Podemos en 2014, pero como siempre suele pasar, con mucha más “inteligencia”, porque la izquierda hace mejor su trabajo para el mal. Cuando nadie apostaba por ello dentro de VOX, surge un “misterioso” impulso que les lleva a casi llenar Vistalegre el 7 de Octubre, justo un día antes de la firma del decreto de disolución de la Asamblea andaluza por Susana Díaz convocando elecciones regionales adelantadas -¿casualidad o causalidad?- a las que VOX no pensaba presentarse hasta entonces y que decide hacerlo, sorpresivamente, el día 17 de Octubre siguiente. Cuando menos curioso, como lo fue el resultado de 395.978 votos y 12 escaños, cuando las encuestas más optimistas le daban 6 en el mejor de los casos. ¿Cómo se financió ese crecimiento? Algún día se sabrá, o no.

Desde ese momento, la marea verde se eleva hasta una “pleamar” insospechada, apoyada por muchos de esos “colaboradores necesarios” que desde sus medios de comunicación “liberales” los impulsaron, junto a todas las televisiones tanto nacionales como autonómicas de izquierdas -perdón por la redundancia, porque decir televisión y decir izquierda es lo mismo en España desde hace años- que empezaron a tener en pantalla a diario a alguno de los cuatro “mosqueteros” de VOX, con el añadido de alguien “exótico” o repescado desde el desecho Popular que redundaran en “el bien de la causa”. Y con este escenario se llegó a las elecciones del 28 de Abril en las que VOX llegó a su “clímax” con la consecución de un buen resultado, aunque muy inferior al que sus desbordadas expectativas y las de algunas encuestas le daban, obteniendo la no desdeñable cifra de 2.677.173 votos y 24 escaños, frente a los no menos de 50 que ellos esperaban en su delirante sueño supremacista. Junto a este innegable ascenso, se produce el esperado descenso del otro populismo, el de izquierdas, que dejó a la esta vez feminizada formación de Unidas Podemos en 3.732.925 votos, aunque con 42 escaños por eso de la Ley D’Hont y los caminos de ambos populismos se acercan desde su nacimiento, única “coincidencia electoral” hasta ahora en cinco años.

Pero he aquí que cuatro semanas después había una segunda vuelta electoral en forma de elecciones europeas, autonómicas y municipales, en las que de manera redundante y tozuda esa amarga euforia del 28-A se convirtió el 26-M en un “clímax interruptus” al caer en las primeras, las que mejor permiten ver la magnitud al tratarse de circunscripción única, nada menos que a casi la mitad de votos, 1.388.681 -un 48’13% de pérdida en menos de un mes-, pasando de representar un 10’26% en las generales, al 6’26% en estas, que en las municipales fue del 2’9% con sólo 659.736 votos y ninguna Alcaldía notoria, pero eso sí, consiguiendo la “mayoría absoluta” en cinco “grandes” municipios de las dos Castillas profundas, tres de ellos revalidando los de 2015, en los que convenció al cacique del pueblo. Estas urbes fueron, Hontecilla (Cuenca) con 48 votos y dos concejales de tres; Navares de las Cuevas (Segovia) con 12 votos de 15 y una abstención; Barruelo del Valle (Valladolid) con 33 votos de 41; Vita (Ávila) con 42 votos de 77 en las urnas y Cardeñuela de Riopico (Burgos) con 34 votos sobre los 86 que votaron y que pese a la “alta” abstención (19 no comparecieron) consiguió tres concejales de los cinco del municipio, en el que perdió uno respecto a 2015, lo conocieron ya.

Frente a estos más que tristes resultados de VOX, su competidor en populismo por la extrema izquierda, Podemos, obtuvo en las europeas 2.252.378 votos, un 10’15% del total y el doble de eurodiputados, 6. Y otro tanto ocurrió en las municipales en las que Podemos y sus franquicias consiguieron 2.027.923 votos y 2.202 concejalías.

En definitiva, tanto el Populismo de izquierdas como el Nacional Populismo de derechas, éste más aparatosamente, han demostrado haber tenido, gracias a Dios, un ciclo corto en nuestra querida España, cinco años en el caso de la izquierda, que cayó un 63’31% desde su máximo histórico de las generales de 2015 y cuatro semanas en el de la derecha, que lo hizo un 48’31% desde el suyo de 28 días antes, todo un récord digno del Guinnes a estudiar como ejemplo de “muerte súbita política”, en lo que desde el Manifiesto por España preveíamos como esa “Crónica de una muerte anunciada”, convertida en un sueño de “28 noches de Primavera” que ni siquiera habrían llegado a lo que ha sido de haberse conocido mejor la “categoría” de los líderes de VOX por parte de los manipulados desencantados con el Partido Popular de Mariano Rajoy, que se ganó a pulso la huída masiva de muchos votantes.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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