Un año más, en el cementerio de Pamplona, se ha celebrado el acto en memoria del concejal de UPN, Tomás Caballero, asesinado vilmente por ETA una mañana cuando iba a trabajar. Su mujer e hijos, familiares, amigos y representantes de su partido se han vuelto a unir en el recuerdo y el dolor, nunca superado.
Un acto, que como tantos otros, cerca de mil víctimas, recuerda a quienes la organización terrorista segó su vida para siempre, por defender unas ideas, la libertad y España. Un acto que reclama memoria, dignidad y Justicia.
Pero el hecho de estar en un periodo electoral no debería ser la excusa para cruzar las rayas de la hipocresía y el cinismo.
Ayer en el este acto en memoria y homenaje al concejal pamplonés, se daban cita aquellos quienes defienden, apoyan y jalean todavía a los asesinos de ETA; quienes acuden a los festejos y alharacas cuando llegan a sus pueblos sin haber cumplido las condenas por violencia o asesinatos y aquellos que miraban para otro lado cuando se atacaba, mataba o destruía.
¡Y encima que haya que aguantarlos!, comentaba una pamplonesa, Porque la gente de bien ha tolerado, ha soportado su presencia.
Hoy la moral está en tela de juicio. Estas actuaciones la pervierten, ya que poco importa estar con los muertos y al rato con sus asesinos.