Para muchos la moda hoy es oponerse a todo lo que recuerde o suponga tradición. La caza y la tauromaquia son dos ejemplos de ello.
Ambas actividades retrotraen a la noche de los tiempos cuando todos eramos cazadores o recolectores en plena etapa prehistórica o cuando nos acercábamos a nuestros dioses, algunos de ellos en forma de toro -véase el mito de Teseo y Ariadna-.
Caza y toros son también símbolo de este país, sobre todo, los toros y, hoy, seguramente, por serlo se les ataca y critica. El mito de lo español, flamenco, paella y toros, quiere hacerse desaparecer, en ese proceso, que algunos han iniciado, de destrucción de la idea de España.
Ver a algunos enarbolar banderas independentistas y apoyar «procesos» -ayer mismo se veía una bandera independentista canaria en manos de un líder nacional- no casa con el apoyo a la caza y los toros, sino más bien todo lo contrario. Así se entiende su oposición.
La defensa del mundo animal sirve de excusa para destruir el concepto de nación. Todo lo que recuerda a la nación española es retrógrado, es «facha», es, apurando, símbolo de otros tiempos, hay que, por tanto, destruirlo.