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Cristina Couto: «Las personas con autismo necesitan saber qué va a pasar»

La prevalencia del trastorno de espectro autista (TEA) en los recién nacidos ha aumentado en los últimos años hasta llegar a estar presente en el uno por cien de los niños, según datos recogidos por estudios recientes.

Esta cifra sirve para dar nombre a la última campaña lanzada desde la Federación Autismo Galicia (FAG), bajo la cual se agrupan un total de quince asociaciones de las cuatro provincias gallegas que llevan a cabo servicios relacionados con la atención a personas que presentan este tipo de trastornos.


Cristina Couto, psicóloga de la Federación Autismo Galicia, aborda en una entrevista con Efe el estado de este trastorno en Galicia, así como las últimas iniciativas lleva das a cabo para favorecer la adaptación e integración. EFE

Así pues, «Un de Cen» tiene como objetivo visibilizar a este colectivo a través de distintas iniciativas, entre las cuales destaca el ciclo de charlas formativas organizado por la FAG en las universidades gallegas a través del que profesionales especializados comparten sus conocimientos con aquellos que ejercerán esta labor el día de mañana.

La tarea es conseguir al menos una «llamada de atención» a la sociedad y lograr con ella una «mirada más amplia y profunda» de la singularidad de las personas que experimentan cualquier modalidad de autismo.

En una entrevista con Efe, Cristina Couto, psicóloga de la Federación Autismo Galicia, explica que «Un de Cen» es un modo de dar a conocer a la sociedad la realidad cotidiana de las personas con TEA y las dificultades que, lamentablemente, encuentran en el día a día.

«Las personas con autismo necesitan saber qué es lo que va a pasar», puntualiza, antes de detallar cómo afecta al estado de ánimo de estas personas el hecho de que se produzcan cambios imprevistos o que no tengan el control absoluto de la situación.

Por ello, para facilitar su desempeño en el día a día aboga por que se lleven a cabo programas de accesibilidad, como la instalación de pictogramas en los edificios públicos que muestren cómo realizar diversas tareas, entre las que menciona hechos tales como superar un control de seguridad o los protocolos de un hospital, de forma clara para los individuos con TEA.

Esa información, añade, «para nosotros puede ser obvia», pero no para una persona con autismo que la necesita «a mayores para situarse en el espacio», a lo que contribuyen directamente los «apoyos visuales».

Asimismo, expone que todavía «no hay una causa reconocida» para el origen de este trastorno, a pesar de que los avances en investigación muestran que tiene un componente genético, y que «ha aumentado la prevalencia» también en parte gracias a la mejora de los servicios de atención temprana y de los métodos de diagnóstico.

Sin embargo, todo ello ha provocado que los lugares de atención hayan pasado a estar «muy saturados» con el paso de los años, además de que -indica- muchos de ellos están pensados para atender a personas jóvenes o aún niños y que, por lo tanto, faltan «recursos» para trabajar adecuadamente con los adultos aquejados de TEA.

En cuanto a la consideración social del autismo, Couto subraya que todavía perviven «mitos» en torno a esta condición que, incide, no se trata de una enfermedad, sino de un modo distinto de procesar la información y que, pese a ello, muchas personas asocian todavía a una discapacidad mental.

La psicóloga de la FAG afirma que hay múltiples variantes en la presencia de este trastorno, aunque se caracteriza por unos rasgos básicos como son la dificultad de interacción social y un pensamiento y conducta «muy inflexible».

«Lo que para nosotros es obvio, para ellos puede no serlo», afirma, en alusión a la dificultad de comprensión de los dobles sentidos o del sarcasmo, y agrega que las formas de comunicación que suelen presentar «dificultan la interacción social» a pesar de ofrecerles otras capacidades.

Además, recalca que la «variabilidad» dentro del TEA supone que cada individuo puede necesitar de apoyos «muy diferentes», hecho que provoca que sea viable tanto integrarlos dentro del sistema educativo público común como la escolarización en centros de educación especial, siempre «en función de cada caso».

Pese a ello, manifiesta Couto, los problemas perviven en edades más avanzadas, ya que entre el 70 y el 90 por ciento de las personas con autismo no disponen de un empleo en su etapa adulta y la inserción laboral «es una de las necesidades que más tiene este colectivo».

En este sentido, declara, cuentan con unas cualidades que las hacen ser «muy dependientes de su entorno más inmediato» y «limitadas» para según qué funciones; aunque, a la vez, les ofrece ventajas a la hora de llevar a cabo tareas mecánicas o repetitivas «que a otra gente les costarían más» por su gran capacidad para «ser tan meticulosas e ir al detalle».

Finalmente, sobre el estado de tratamiento del TEA en España y en Galicia, sostiene que se trata de lugares «bastante activos» y, aunque existen «muchas disparidades» a nivel estatal, se atiende de forma correcta a las personas con esta condición, no sin dejar de admitir que en ocasiones pueden faltar recursos para un mejor trabajo.

Principalmente, cita el tema de la investigación de las causas y tratamientos, más dejado de lado que en otros países de referencia, y el de la elaboración de registros y censos de personas con TEA, ya que «aquí no hay registros» de la incidencia del mismo y sí tan solo «cifras estimativas» de «algún estudio suelto». EFE

Javier Ramos

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