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Andalucía ¿un cambio tranquilo?

Ha pasado mes y medio -el tiempo vuela- desde las elecciones andaluzas del 2 de Diciembre y, por fin, tuvo lugar el esperado debate de investidura con la elección como Presidente de la Junta del que, no mucho antes de esa fecha, una gran mayoría de militantes y simpatizantes del Partido Popular dábamos por amortizado con la llegada de Pablo Casado al liderazgo del Partido Popular. Ya he apuntado alguna que otra vez que la falta de tiempo material para el reemplazo lo mantuvo como cabeza de lista y gracias a la propia implicación personal de aquel que, como decía en mi anterior artículo, hizo suyas las palabras de Séneca, pensando que “La desgracia es ocasión para la virtud” y se lanzó a la revuelta piscina andaluza dispuesto a intentar el milagro, que el PP cayera lo menos posible respecto a lo que vaticinaban todas las encuestas, lo que no sólo consiguió, sino que, tras una brillante negociación a dos bandas, llevada por él y su Secretario General, Teodoro García Egea, ha llevado al a priori “estrellado” a ser estrella -ya veremos si rutilante o fugaz- y, desde ayer, el único barón “sorayista” que quedaba en liza, Juan Manuel Moreno Bonilla, es ya el Presidente electo de la Junta de Andalucía para los próximos cuatro años, al menos en teoría, si algo no lo trunca.

Se ha escuchado decir a algunos de los líderes políticos que se pusieron de acuerdo para desbancar por fin, cuatro décadas después entre pitos y flautas -preautonomía y autonomía consolidada- a los socialistas de la poltrona andaluz, que se iba a hacer “un cambio tranquilo” tras cuarenta años que han llevado a Andalucía a la cola de las regiones europeas, encabezando todos los indicadores negativos que se analizan  -educación, abandono escolar, desempleo (global y juvenil), corrupción…- y que sólo sigue siendo rica en Sol porque, como ya he repetido- no lo gestionó la “Unta” -como se llama con el acento de la tierra, comiéndose la “J”-, que si no estaría más nublado que en Londres.

No estoy seguro, visto lo visto en los alrededores de la sede de la supuesta soberanía popular de los andaluces al iniciarse el debate de investidura, de que lo que comienza en los próximos días, una vez constituido el nuevo Gobierno andaluz, sea un “cambio tranquilo”, si nos atenemos a lo que el DLE define como “Tranquilo/a” en sus dos acepciones. Por un lado se refiere a alguien o algo “Quieto, sosegado, pacífico” o al “Que se toma las cosas con tiempo, sin nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la opinión de los demás”. No voy a poner en duda que los representantes de los partidos del acuerdo, o incluso los de la oposición, puedan o no ajustarse a tal definición, pero no parece que se pueda aplicar el término a la legislatura que comienza después de ver las manifestaciones que, como dijo en una de las réplicas el nuevo Presidente andaluz, ”no es casualidad que el PSOE organice, planifique y financie esas movilizaciones”.

En lo que sí han sido “tranquilos” sus señorías electas ha sido en poner en marcha los resultados electorales, por lo que me permito utilizar como sinónimo el calificativo de “lentos”. Cierto que el sistema tiene establecidos unos plazos que nunca entenderé y que, en mi opinión, se deberían acortar. ¿Qué impedía comenzar las negociaciones el día 3 de Diciembre, en lugar de en los primeros días de Enero, perdiendo un mes, para empezar a gobernar antes de Navidad? Y, ¿por qué, el debate de Investidura se hace en dos días, con una “jornada” de sólo dos horas en la mañana del martes, dejando las intervenciones de los partidos para el miércoles a las 10 de la mañana, la votación para la tarde y la toma de posesión para el viernes? Cualquier directivo de una mediana empresa -yo lo he sido muchos años y sé de lo que hablo- comienza su jornada a las 8 de la mañana y termina no antes de las 20:00 o más tarde, pero nuestros políticos no pueden hacer una jornada un poco más larga, seguramente porque la responsabilidad de “representar” a sus no representados debe ser dura.

Dicho lo anterior y después de haber seguido el debate y teniendo en cuenta que el nivel de cuatro de los cinco intervinientes es el que es -el de VOX es juez, con amplia experiencia privada también, aunque políticamente esté más “verde”, en todos los sentidos-, debo decir que sin que haya sido para tirar cohetes, tampoco estuvo mal del todo y he de reconocer que con algún que otro patinazo, me ha gustado y hasta me he reído con algunas de las salidas de tono, sobre todo de la izquierda.

Después de un aseado discurso de investidura en la tarde del martes del candidato propuesto, tras los pactos con Ciudadanos y VOX y sus acuerdos bilaterales con ambos, que no entre estos dos “socios” mal avenidos, el primero en intervenir, por orden de menor a mayor representación, ha sido Francisco Serrano, líder de VOX que, como era previsible y estuvo bien que lo hiciera así, no se apartó ni en una coma de lo que este partido lleva en su Manifiesto, ese que aportó uno de sus auténticos fundadores y que se quedó el que se lo atribuye, como hizo con el partido tras su golpe de mano de Septiembre de 2014. Empezó desmontando el lenguaje inclusivo impuesto por la izquierda, refiriéndose a andaluces de manera genérica, como debe ser, y habló de valores, sentido común,  familia tradicional y derecho a la vida -reconociéndola desde el momento de su concepción hasta la muerte natural-, de derroche, de corrupción, de memoria histórica “para no incidir en los errores del pasado”, de libertad, de género “los españoles tenemos sexo, no género”, dijo, para acabar confirmando su apoyo a la investidura del candidato popular. ¡Dios mío, qué buen vasallo, si tuviera buen señor! le hubiera respondido yo de haber estado allí. Terminó diciendo “hemos venido para quedarnos” y las caras de Susana Díaz y su hasta ayer consejera, la comunista reconvertida Rosa Aguilar eran un auténtico poema.

Continuó la representante de Adelante Andalucía – Podemos, Teresa Rodríguez, que dejó patente su No por cuatro motivos: 1. “Se va a constituir un gobierno franquicia que pone en riesgo nuestra autonomía”; 2. “Los acuerdos firmados constituyen un gobierno de los ricos, para el 0’7% de andaluces y entregados como están a la extrema derecha van a ser un gobierno de corbatas grandes sobre corazones pequeños”; 3. “Ustedes no son cambio, sino reacción” y 4. “Este gobierno se ha negociado a miles de Km. de nuestra tierra, y es un tripartito tutelado por Casado, Rivera y Abascal”. Como era lógico, reivindicó su “realidad nacional”, dijo al candidato que “se postula como mucho para Gobernador Civil, no como presidente autonómico” y dejó claro su nivel al decir que Moreno Bonilla quería “atacar ‘el’ autoestima”, lo repitió tres veces, demostrando que su error en la aplicación del género -este sí- gramatical no era tal, sino una evidencia  de su mala sintaxis y se despidió de él llamando a su próxima presidencia como una “Carambola del destino” -con eso puedo estar de acuerdo, pero así es a veces la política y la vida-. Se explayó después contra VOX y su líder nacional, al que llamó “niño de la pistola” -de lo que el apelado ha presumido en varias ocasiones- y “pistolero de Bilbao” -confundió el origen, pero no se le puede pedir más al personaje-.

Le tocó intervenir después al número uno naranja, Juan Marín, con una intervención más propia de unos juegos florales que de una sesión de investidura -todo estaba ya dicho entre ellos en las previas y habrá que ver qué da de sí su “sociedad” durante la legislatura-. Veremos su lealtad en los años próximos, teniendo en cuenta que su líder nacional, Albert Rivera, va diciendo por ahí que   “Nosotros estamos con Macron”, demostrando, por si había alguna duda -yo nunca la tuve-, que se encuentra más cómodo con un socio de izquierdas.

El orden de intervención establecía también el turno del grupo popular, por el que intervino Carmen Crespo que, como era natural, no se salió del guión preestablecido por su jefe de filas en su discurso del día anterior, incidiendo en el “gobierno del cambio”, en un día en el que se investía a “un presidente que no iba a identificar Andalucía con su propio partido”, en “un parlamento de paredes finas” y recordando que el candidato había sido Secretario de Estado de Igualdad y los logros durante su gestión

La última en aparecer en escena en el uso de la palabra fue la “réplica” de Javier Arenas en aquella “amarga victoria” de 2012, que esta vez le tocó saborear a ella, pero que no ha sabido digerir al esgrimir que tuvo la mayoría en Diciembre y que entiende que muchos andaluces, “en el uso de su libertad de expresión” se manifestaran el martes “contra la extrema derecha” para calificar el discurso de su oponente como “revanchista”, reivindicando su mayoría y apelando a la confianza “legítima” de la cámara “aunque no ha obtenido la mayoría”. Parece que no recuerda cómo su jefe en Madrid ha llegado al nuevo frente popular que lo colocó en Moncloa. Y se despachó afirmando que será Presidente “con los herederos del franquismo”. No merece la pena destacar nada más del resentimiento sectario que caracteriza a la izquierda socialista.

Los turnos de réplica del candidato solo lo fueron realmente con los partidos perdedores, PSOE y Adelante Andalucía, ya que con sus “socios”, VOX y Ciudadanos -que renunciaron a la contrarréplica-, aunque con distinto tono y términos, se limitó a agradecer sus apoyos admitiendo que será controlado por las respetivas formaciones, como es lógico, y con su portavoz no iba a decir nada más allá que ratificar la “legislatura del cambio”. Sí fue duro con la gaditana Rodríguez, a la que empezó diciendo que “probablemente ese discurso es el que le haga que no encuentre el apoyo necesario para ser alternativa a 40 años de socialismo” y acusó a la demagoga e ignorante -esto lo añado yo- Teresa Rodríguez de “utilizar una política de meter miedo” y ahí se “deslizó al reforzarlo con un “traslada a los andaluces un escenario ‘e’-pocalíptico” (sic -lo rebobiné para oírlo de nuevo porque no salía de mi asombro) tal vez producto de los nervios del momento. Pero estuvo sembrado al recriminarle con que “No puede hablar de ricos y pobres, porque, qué fácil es hablar de los ‘sin hogares’ cuando el líder de su formación vive en un casoplón de 650.000€ y 2.352 m² o de los derechos de los trabajadores y que su secretario general, Echenique, no dé de alta a un trabajador”. A Díaz le echó en cara su “poca capacidad de autocrítica”, creciéndose en la contrarréplica, en la que estuvo brillante, recordándole que “habrá bastantes menos altos cargos y muchos menos ‘colocados’ que con el PSOE” y su falta de coherencia cuando criticaba a Podemos por “el asalto al Congreso y animando ahora a los que lo hacen ante este Parlamento” y echándole en cara “su estrategia del miedo y su afición a los cordones sanitarios” sacando a relucir el Pacto del Tinell de 2003 y rematando con “el que manda en el PP andaluz, soy yo”.

Ya veremos qué se puede ver mañana en la toma de posesión del nuevo Presidente, a la que parece que asistirán los que pusieron a Moreno Bonilla al frente del PP andaluz, en aquella jugada en la que Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas, con la bendición de Mariano Rajoy, obviamente, se impusieron a Mª Dolores de Cospedal. Y, sobre todo, qué gobierno se conforma cuando el nuevo Presidente proceda a los nombramientos, que confío en que serán los mejores en el caso del PP, pero no tengo la misma convicción en el caso de Ciudadanos, salvo que lleguen de fuera.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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