La democracia, o lo que es lo mismo la libertad de expresión entre otras cosas, a veces, comete excesos, llamados errores, al aplicar a rajatabla sus principios.
Uno de estos excesos y errores es el de permitir que una iniciativa que humilla claramente a las víctimas de la barbarie de los asesinos de ETA, pueda desarrollarse.
Colocar una instalación en medio de la calle, para mostrar como vive un preso de ETA, muy cerca de donde, precisamente ETA, asesinó a personas inocentes, no debería ser considerado libertad de expresión sino un delito de humillación a las víctimas y exaltación del terrorismo.
La tan manida frase “Memoria, dignidad y justicia” debería ser tenida en cuenta por un Gobierno, en este caso el central, con su Delegación de Gobierno correspondiente, para evitar este tipo de actos.
No extraña, de todas formas, se permitan este tipo de actos, cuando hoy comparten comidas, fotos y brindis, antiguos miembros de ETA, con altos cargos socialistas y encima con la aprobación de su presidente del Gobierno, en este momento, Pedro Sánchez.