A pesar de la espesa niebla que cubría las calles de la capital navarra, miles de personas arropaban a la Guardia Civil, en un intento de frenar el acuerdo entre el Gobierno central y el navarro, por el que sólo la Policía Foral asumirá las competencias de tráfico que hasta ahora desempeñaba la Guardia Civil.
Dicho acuerdo sería fruto de la cesión del Gobierno de Pedro Sánchez al nacionalismo vasco como contrapartida al apoyo prestado para su investidura como presidente y/o a su posible apoyo presupuestario.
El nacionalismo vasco siempre ha querido echar de Navarra a la Guardia Civil; a la menor oportunidad, quiere lograrlo. Así se entiende lo que se quiere conseguir ahora.
La Guardia Civil tiene que permanecer en Navarra. Las carreteras, pueblos y calles son más seguras. Ella ha sido quien nos ha librado del terrorismo etarra, muchas veces, y ha pagado con su sangre por ello.
Por lo que sucedía hasta hace pocos años; por los guardias civiles asesinados por ETA; por las amenazas, violencia y rechazo sufridos; por su lucha incansable por la paz y convivencia; por su servicio de Benemérita; por ser un Cuerpo de Seguridad y Unión, la Guardia Civil merece y debe estar aquí.
Todos caben, todos se han coordinado y pueden mantenerse coordinados. Independientemente de la nueva Ley de Policías en Navarra.