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Política y Sociedad, una “pescadilla que se muerde la cola” o “se cosecha lo que se siembra”.-

Muchos de los lectores que tienen de vez en cuando la paciencia de leerme, saben de mi insistencia en el tema de la Educación -con mayúscula, suelo escribir cuando la cito en este sentido-, que como ya he repetido en no pocas ocasiones, es en mi opinión la causa principal que subyace en el trasfondo de la mayoría de los problemas que asuelan hoy a España -y a Europa y resto del mundo occidental en general, me atrevería a decir, pero no quiero abarcar tanto- y en este tiempo de descanso veraniego me parece oportuno traer de nuevo algunas reflexiones al respecto, desde otro punto de vista.

Soy de los convencidos de que esa Educación fundamental y básica a la que me refiero, se tiene que iniciar y recibir siempre y esencialmente en casa, en la familia -de ahí el interés de la izquierda en acabar con la familia tradicional-, para después complementarla con el conocimiento en colegios libremente elegidos por los padres -Art. 27, 1 y 3 de la Constitución- de acuerdo con su mejor criterio, creencias y costumbres, para posteriormente terminarla en centros de Formación Profesional -si existieran y en otra época muy valorados- o Universidades hoy convertidas en su mayor parte, y salvo honrosas excepciones, en expendedoras de títulos, muy poco valorados por el mercado en demasiadas ocasiones-.

Siempre desde mi punto de vista, y desde la valoración que he podido ir haciendo en estas, más de tres, últimas décadas -cinco, si considero que la reforma de 1970 de Villar Palasí supuso un evidente paso atrás en el sistema educativo español, aunque no me remontaré a tanto- sólo puedo concluir que el deterioro del nivel de formación, básica, media y superior, ha ido en franco deterioro desde entones. Se me dirá que el índice de analfabetismo -ya bajo en los primeros años 70’s aunque demasiados todavía (en torno al 6% de la población)- es hoy prácticamente nulo en España, aunque los datos del INE de 2016, hablan de unos 700.000 analfabetos (1’5%) de los que casi el 60 % corresponde a personas mayores de 70 años, la mayoría en zonas urbanas deprimidas. Otra cosa es saber cuántos de esa amplísima mayoría gracias a Dios “alfabetizada” hoy son “analfabetos funcionales”, cuya capacidad comprensiva sobre lo que leen les permita entenderlo y cuya ortografía y redacción se comentan solas en las redes sociales. Pero no es desde este enfoque desde el que quiero valorar en esta ocasión el problema de la Educación/Formación sino en la relación directa que a mi juicio tiene ese descenso de nivel en ambas facetas en el binomio Política/Sociedad que vemos a diario.

Un somero análisis del ámbito universitario en general, sobre todo en las universidades públicas aunque no están exentas algunas privadas que no citaré aquí por discreción, permite concluir sin demasiado riesgo de error en que una importante mayoría del profesorado tiene hoy ideología de izquierdas. Este fenómeno, ahora evidente, ya empezó a ser notorio en los finales de los 60’s y primeros 70’s, es decir, en lo que algunos llaman “tardofranquismo”, especialmente en las ramas de humanidades y mixtas, como Filosofía y Letras, Derecho, Políticas y Económicas -como era entonces- y en menor medida, porque como es lógico las disciplinas no lo propiciaban tanto en su discurso, en las de Ciencias y Técnicas.

Dicho lo anterior, no es difícil deducir que, desde esa predominancia de la izquierda en el profesorado universitario, el sesgo de esa ideología haya podido ir calando en las diferentes promociones universitarias egresadas desde mediados y finales de los 70’s -ya sé que para la izquierda, decir esto es sinónimo de “fascismo”-. Un efecto incrementado obviamente por el aumento indiscriminado de universidades y el escaso rigor en la selección del nuevo profesorado -sin oposiciones muchas veces- para el que sobre todo desde la primera reforma universitaria -Agosto de 1983- del Partido Siempre Opuesto a España, a los pocos meses de llegar al poder tras el “pendulazo” de Octubre de 1982, el único “mérito” requerido ha sido su militancia o proximidad al socialismo “progresista”. Por último, y de no menor influencia en la degeneración universitaria que destaco, las transferencias de las competencias a las autonomías, sobre todo a las nacionalistas, que dan una vuelta más de tuerca a este poco rigor académico, haciendo prevalecer el dominio de la lengua regional al mérito académico o profesional, que con las otras dos causas han conformado un cóctel explosivo cuyo resultado no podía ser otro que la desaparición de nuestras universidades de los primeros doscientos puestos del Ranking de Shangai y la escasa valoración de infinidad de títulos universitarios, muchos directamente inútiles e innecesarios para el mercado, como antes comentaba.

En definitiva, desde finales de los 80’s, han ido saliendo de las universidades públicas, mayoritariamente, futuros profesores y, lo que es peor, futuros padres, “formados” fundamentalmente en la izquierda ideológica sectaria, que a su vez han ido “formando” y “educando” a nuevas generaciones en esa línea progresista y permisiva, exentas de rigor y cargadas del buenismo que el igualitarismo socialista fue propiciando, mientras la supuesta derecha, en sus dos etapas de mayoría absoluta, ni siquiera trató de cambiar esa tendencia con la decisión y firmeza que la situación requería, más allá de pequeños intentos que nunca se pudieron poner en vigor precisamente por esa incapacidad legislativa que las cesiones de competencias impedían.

No olvidemos que la lección primera de la izquierda socialista y comunista -que para esto las dos son iguales en España- y del nacionalismo separatista, aunque con distintos objetivos, cambian la conocida frase de Pitágoras de hace veintiséis siglos: “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre” por “Adoctrinad al niño desde la escuela y tendréis rebaños fácilmente dirigibles que os mantendrán en el poder”. En el primer caso, para conseguir el único objetivo a la postre del socialismo extremo, enriquecerse con los recursos del administrado hasta su ruina total -véase Venezuela- hacia donde el populismo quiere llevar a España, y en el segundo para satisfacer ese odio inventado en base a “la chifladura de exaltados, echados a perder por indigestiones de mala historia”, que hace apenas un siglo dijera don Miguel de Unamuno. En cualquier caso, cobra vigencia la lapidaria frase de Alfonso Guerra “Cuando nos vayamos no va a conocer España ni la madre que la pario”. Lo que no imaginaba don Alfonso es que ni él la iba a conocer, después de Rodríguez y su clon Sánchez.

Y puesto que la Política, la de izquierdas por acción directa e interesada, y la de derechas -si en lo no puramente económico podemos llamar así a la desarrollada por el Partido Popular- por complejo, dieron esto a la Sociedad, ésta, que es la que después “elige” a sus políticos, no podía devolver sino medianías y mediocridad porque, como muy bien me dijo en una ocasión don Manuel Pizarro al respecto, “En el Congreso está lo que hay en la calle”. Y ya sabemos lo que mayoritariamente hay en la calle, en especial desde la siembra de 2004 “cosechada” en aquel 15-M de 2011 en la Puerta del Sol madrileña.

Frente a lo anterior, recuerdo de nuevo lo que decía Antonio Escohotado, en una entrevista que le hizo Fernando Sánchez Dragó en 2013: “Un país no es pobre ni rico porque tenga -o no- petróleo, es rico porque tiene educación. La riqueza es el conocimiento que permite el respeto ilimitado por los demás” y me despido reproduciendo -no por repetido pierde protagonismo- el último párrafo de un artículo que escribía en mi perfil de Facebook precisamente en 2011, al que ya he hecho alguna vez referencia y que cada día es más necesario: “Si los españoles no lo remediamos pronto, por la vía electoral o con una REBELIÓN CÍVICA -que en mi opinión sería más efectiva para provocarla- que ponga a los políticos en su sitio y les recuerde que su poder emana del PUEBLO SOBERANO -hoy parecen haberlo olvidado absolutamente-, el futuro que nos espera es desalentador, con unas leyes tan intervencionistas como las aprobadas por el ejecutivo socialista de ZP” o las que como pago de la hipoteca contraída para llegar como fuera a la Moncloa vienen de la mano de su clon Pdr Snchz -añado ahora-, que ha encontrado en el Decreto Ley, con “vacacionalidad” y alevosía, la forma de satisfacer a los que no quieren otra cosa que acabar con la Unidad de España, ya bastante en precario después de tanto “diálogo sin fecha de caducidad” que el nuevo inquilino de la Carretera de la Coruña quiere mantener mediante generosas dádivas a sus traidores socios.

Afortunadamente quedan excepciones, en las que algunos -espero que cada día más- todavía confiamos después de la llegada de Pablo Casado a la Presidencia del Partido Popular, al que invito desde aquí a liderar esa llamada a los españoles de bien que circula por las redes sociales para manifestarse el próximo 6 de Octubre en todas las Plazas de España, y a la que yo sumo la #ConvocatoriaPorEspaña que hice hace unas semanas desde mi dirección personal de Twiter.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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