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Premios y estrellas. ¡Olé Jandilla!

Por Jesús Javier Corpas Mauleón. escritor y empresario

Este día 13 vimos, apuesten lo que quieran, el premio Feria del Toro 2018 que portaban los Jandillas en sus astifinas y bravas cabezas. Falta la de Miura, pero mucho me equivocaría; Miura va en otra competición. También observamos, este seguro, al triunfador del ciclo, pues ya nadie puede llegar a los seis despojos que acapara Roca Rey. Así mismo, corrió por el ruedo algún firme candidato al Carriquiri. Además, hubo siete premios a los diestros, ayudados por el extraordinario ganado, las estocadas, la emotividad de una retirada, y una voltereta que cortó el hipo.

Padilla sorteó el mejor lote y de él puede salir el galardón del año. Dos toros de bandera son firmes candidatos. Magnífico su segundo. El azar en el sombrero del mayoral se alió para su despedida soñada.

Recibió con cuatro largas cambiadas de rodillas, quita por navarras y banderillea bien, salvando que un servidor valora más un buen par al quiebro o de poder a poder que su tercero al violín. Brindó al público. Luego arranca en genuflexión, para pasarlo luego en circulares, derechazos, mirando al tendido y el desplante. La plaza con él y la suprema hundida hasta la bola, le puso dos apéndices.

Su segundo trascurrió bajo un aguacero. Dedicó la montera a la Casa de Misericordia. Obvió los palos, quizá para no quitarle pases a este dije. Le realizó un faena clásica, ligando en la mejor que ha realizado en Pamplona. La culminó con una espada sensacional. Bien el computo global de tres orejas, solo que habría que enrocarlas para que fueran al revés, una y dos.

Cayetano se esforzó con él un poco menos bueno, dentro de unos enchiquerados de lujo. Sale suelto y aprieta. Pinchazo y estocada. Saludos. A su segundo, mejor que el anterior, lo mece suave, más por la derecha. Lo mata mojando la mano, lo que le da una justa oreja. Joselito Rus, de su cuadrilla, se desmonteró en el segundo tercio y lidio con colocación y temple.

Roca Rey, con mucho valor y vibrante como siempre. Aunque no abra el compás a la verónica; es algo que se echa en falta a su percal; demasiado a pies juntos y capote a la espalda. Está bien, pero se debe lancear por la suerte fundamental; por ponerle un “pero” y que no sea todo incienso. Brinda su muy buen cornúpeta a Padilla. En su segundo estatuario, vuela en angustioso revolcón del que luego cojeará durante toda la corrida. Con la pañosa, hondas series de mano baja, y cambiados exquisitos. Naturales y derechazos por debajo de la pala del pitón arrastrando el engaño. Grande. Aunque hunde a la segunda, alcanza una pilosa.

Este corajudo del Perú, al de cierre lo lancea por caleserinas y gaoneras muy quieto y decidido. Consciente del cortijo que lleva dentro la res, la deja crudita, y destaca en naturales mandones de largo trazo. Los gavilanes enterrados en todo lo alto hacen que se vaya con Padilla sin tocar suelo.

Un gran espectáculo, basado en un extraordinario encierro de la estrella. Para el recuerdo.

 

 

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