Al presidente del gobierno de España le crecen los problemas.
A pesar de haber conseguido aprobar los Presupuestos Generales del Estado para este año y, con ello, haber conseguido prolongar la legislatura un poco más, acaba de recibir algo que, por cierto, ya esperaba: su partido, el PP, al que gobierna con mano de hierro desde aquel fatídico Congreso de Valencia, ha sido condenado por crecientes irregularidades que “le produjeron beneficios económicos cuantificables”.
La tantas veces negada “Caja B” del Partido Popular ha sido confirmada por los magistrados que han juzgado el llamado caso Gürtel. Rajoy, por tanto, no puede negar la evidencia, su partido se vio beneficiado por los “tejemanejes” de parte de sus miembros.
El problema, sin embargo, es otro. Rajoy ha negado la realidad varias veces y a juicio, de ya algunos, ha mentido. En cualquier otro país, el presidente de un partido acusado de corrupción habría ya dimitido.
No puede negarse, una y otra vez, un desconocimiento de los hechos y «eso no va conmigo». A un presidente de un partido como el que Rajoy creó tras su llegada a la dirección en 2004, tras haber sido secretario general en 2003, le resulta imposible desconocer lo que sucedía.
La oposición se frota las manos. El PSOE, está a punto de pedir una moción de censura que va a obligar a retratarse a todos los partidos. Y sí entonces cae Rajoy ¿qué ocurrirá? ¿no debería ser antes la dimisión y nuevas elecciones?