El Estado alemán sabe muy bien lo que se hace. Está afirmación viene a cuento de comprobar que el gobierno de Ángela Merkel, la canciller alemana, no parece estar dispuesto a frenar una posible extradición del independentista catalán, Puigdemont.
El núcleo de la Unión Europea no estaría dispuesto a socavar los lazos que unen entre sí a los miembros de la UE en un conflicto que no deja de ser local.
La estrategia independentista catalana quiere «internacionalizar» su causa para que todo continúe. Por eso, no quiere que se extradite al reo Puigdemont y pide, súplica, que no se produzca la llegada de Puigdemont a su país, España.
Mientras tanto, el Gobierno de España se mantiene estático. Permite las algaradas independentistas en carreteras, en pueblos y ciudades, como si no pasara nada. Eso sí, cada vez con menos votantes que ven cómo a un Gobierno le importan más unos presupuestos que mantener el orden ; que le interesa más el apoyo de otro nacionalismo, el vasco, que frenar de una vez por todas al nacionalismo excluyente que existe en este país.