El presidente Rajoy sabe muy bien que su partido en las próximas elecciones catalanas no va a obtener buenos resultados; sabe muy bien que su candidato señor Albiol, no va a ser nunca presidente del gobierno catalán.
Lo peor, no obstante, que pudiera pasar es que, encima de quedar últimos, el resto de las fuerzas llamadas constitucionalistas, no obtuvieran los resultados suficientes como para poder gobernar Cataluña.
Al PP catalán le han pesado muchas cosas: una “tardiana” aplicación del 155; una mala aplicación, a su vez, del 15 -no se entiende, que se aplicara dicho artículo para sólo convocar elecciones- y, algo fundamental, el apoyo prestado de manera rotunda a Ciudadanos –para cuando el aparato del PP se ha dado cuenta y ha enviado todas sus naves, Rajoy y sus ministros, ya parece que sea tarde-.
Los resultados tumbarán al señor Albiol, magnífico alcalde de Badalona, y tumbarán al PP de Cataluña. El miedo que surge en estos momentos es que dichos resultados vayan a extrapolarse al resto de España.
Para Rajoy -que todavía dice que puede presentarse de candidato del PP- esto sería un desastre y para su partido mucho más.
El PP se ha ganado a pulso esta debacle por su tibieza y dejadez.