Tenía que ser una tarde para el recuerdo y lo fue, con ocho maestros toreando en homenaje a las víctimas de los seísmos de septiembre en México; pero no supuso el triunfal regreso al ruedo del genio y figura de José Tomás, que hizo un muy buen trabajo, pero falló en la estocada.
En la Monumental Plaza México hubo hoy sangre, sudor y lágrimas. Sangre, la de los toros; sudor, el de los toreros, y lágrimas, las de una grada emocionada ante el arte derrochado por alguno de los maestros y, sobre todo, el recuerdo de un terremoto fatídico.
Nada más empezar, un sentido minuto de silencio y el himno nacional dieron fe de que esta corrida, titulada «Por México», era especial.