Ayer el Parlamento navarro vivía una de sus jornadas más negras. El espectáculo dado por sus señorías era digno del teatro del absurdo.
Que hasta tres declaraciones diferentes tuvieran que aprobarse para rendir homenaje a Miguel Angel Blanco y al resto de víctimas de la barbarie etarra y a todas aquellas víctimas del terrorismo en general, muestra la escasa, más bien nula, sensibilidad de nuestra clase política y, sobre todo, de aquellos que nunca han condenado con rotundidad la violencia y asesinatos de ETA.
La clase política se halla muchas veces alejada de la realidad y no muestra la sensibilidad suficiente. Las víctimas de la infamia terrorista etarra llevan décadas clamando justicia.
Aquellos partidos que no cumplen, deberían sentir «en sus carnes» lo que es negar la verdad. Y aquí la única verdad son sus disparos, sus secuestros, sus extorsiones y sus matanzas.
¿Hasta cuándo no van a reconocer su maldad?