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Decepciona los «victorinos» en Las Ventas ante 17.000 espectadores

Decepciona los «victorinos» en Las Ventas ante 17.000 espectadores

Los toros de Victorino Martín, el gran reclamo con que la nueva empresa se estrenaba hoy en festejo mayor en Las Ventas, decepcionaron finalmente por su falta de raza y entrega en una tarde en la que lo más positivo fue la excelente entrada, con más de 17.000 espectadores en los tendidos.

FICHA DEL FESTEJO:

Cinco toros de Victorino Martín, de muy desigual presentación y hechuras, algunos muy cuajados y bastos y otros escurridos de carnes. En conjunto, la corrida tuvo una acusada falta de entrega, bien por descastamiento o por poco empuje en los cuartos traseros, lo que hizo que alguno se defendiera con peligro. La excepción fue el segundo, que embistió con calidad por el pitón izquierdo. Y un sobrero de San Martín (6º), que sustituyó a un «victorino devuelto por inválido, con clase pero de medidas fuerzas.

Iván Fandiño, de tórtola y oro: bajonazo y descabello (leves pitos); pinchazo y estocada caída trasera (pitos).

Alberto Aguilar, de añil y oro: media estocada desprendida (silencio); pinchazo, estocada caída delantera y dos descabellos (palmas tras dos avisos).

Gómez del Pilar, de azul prusia y oro, que confirmaba la alternativa: estocada honda tendida (ovación); dos pinchazos, estocada baja delantera y descabello (silencio tras aviso).

Entre las cuadrillas, Jarocho saludó tras banderillear al cuarto.

Gómez del Pilar confirmó su doctorado con el toro «Estaquero», nº 89, cárdeno, de 598 kilos.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por la reciente muerte de Adrián Hinojosa, un niño enfermo de cáncer en cuya ayuda se volcó el mundo del toro.

Primera corrida de toros de la temporada en Las Ventas, con algo más de tres cuartos de entrada en los tendidos.

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FALLÓ EL RECLAMO

Los ya legendarios «victorinos» fueron el infalible reclamo con que Plaza 1, la empresa que debuta este año en Las Ventas, consiguió su primer gran éxito en las taquillas, pues los cárdenos ejemplares del ganadero de Galapagar consiguieron que a la hora del paseíllo hubiera más de 17.000 espectadores sentados en los tendidos.

Pero dos horas y media después la expectación se había tornado en una honda decepción, en tanto que apenas uno de los seis astados estuvo a la altura de las circunstancias, dentro de un lote en el que la falta de raza y entrega fueron las notas determinantes.

Ya en cuanto a presentación, la corrida dejó que desear, no tanto por su mayor o menor seriedad, sino porque los seis toros compusieron un lote demasiado desigual. Ni en cuajo ni en hechuras tuvieron que ver uno con otro, dentro de un sexteto en el que hubo algún zambomo fuera del peso o del tipo de la casa junto a otros escurridos de carnes o de fea lámina.

Y si el continente no fue bueno, menos aún lo fue el contenido, pues el juego de la corrida estuvo marcado, en distintas versiones, por la falta de raza y entrega, desde el que no se empleó al que se frenaba por falta de fuerza en los cuartos traseros, o incluso el que sacó un creciente y evidente peligro.

Fallaron, pues, los «victorinos», y más aún un sexto que fue devuelto a corrales no tanto por falta de fuerzas como por afligirse en el caballo, aunque, eso sí, hubo un segundo que, en otras circunstancias, hubiera servido para defender el honor de la divisa.

Tuvo ese toro una profunda embestida por el pitón izquierdo, la única humillada y entregada de los seis hermanos, para ofrecer con ella a Iván Fandiño una clara opción de triunfo que, en cambio, éste nunca llegó a aprovechar.

El diestro vasco dejó ver en ocasiones, apenas muletazos aislados, la gran calidad del toro pero, por falta de convicción o por desaciertos técnicos, no consiguió apurarla en una faena ayuna de mando y firmeza.

Con dos de los otros cuatro «victorinos» se estrelló la permanente voluntad de Gómez del Pilar, que confirmó alternativa con un toro que ya se le frenó en el saludo a portagayola y que, encogido de riñones, apenas tuvo un mínimo recorrido en sus ásperas arrancadas, lo mismo que su segundo, que, aun sin brusquedad, tampoco tuvo fuerzas para emplearse mínimamente.

Fandiño tampoco estuvo lúcido ni lucido con un cuarto muy descastado, mientras que Alberto Aguilar bastante logró con salir ileso ante las violentas coladas, con un creciente sentido y peligro, con que le amenazó el tercero.

Como pasó a la enfermería para que le infiltraran los médicos, se corrió el turno para que Aguilar lidiara el sexto, finalmente un sobrero de San Martín que tuvo las fuerzas muy medidas pero con la virtud de su gran clase en las embestidas.

El torero madrileño ayudó con temple y paciencia a que se asentara el animal, hasta que, de mitad de trasteo en adelante, logró, uno a uno, una docena de muletazos por ambas manos en el que el ritmo del toro y el de la muleta fueron a templado compás, componiendo los momentos de más brillo de la tarde, antes de que los fallos con la espada de Aguilar sumaran otra carga al contenedor de la decepción.

EFE

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