Al gobierno de Navarra presidido por la nacionalista Barkos le crecen los enanos. Unos enanos, por cierto, que amenazan con sumir a este Gobierno y a la sociedad, que dice gobernar, en el caos más absoluto.
No se puede negar que este Gobierno tiene abiertos varios frentes. Tiene a su cuerpo de seguridad sumido en el desorden y cuasi en una rebelión por querer aprobar una Ley Foral de policías que no quiere nadie -a fecha de hoy, ningún sindicato policial la apoya-; ha hecho tamaño despropósito con su intención de derogar otra Ley foral, la de Símbolos de Navarra, para poder colocar su querida ‘ikurriña’ y con ello crear un enorme conflicto, porque se diga lo que se diga, la ‘ikurriña’ no es el símbolo propio y privativo de Navarra; tiene a un Departamento de Educación que no sabe por donde le da el aire -un día se proclama una intención y al día siguiente se rechaza- con un consejero puesto para imponer el ‘euskera’, pero para nada más.
En fin un gobierno que prometía ser para todos y no lo está siendo para nadie, bueno si, para los de los partidos que mantienen y conforman su Gobierno.