El filósofo Javier Gomá. (UN)
El filósofo Javier Gomá considera que las «tentaciones» antisistema, entre las que incluye el independentismo, van a ir perdiendo prestigio «poco a poco» y será entonces cuando se acometa una reforma constitucional, un momento que no obstante augura que será «más tarde que pronto».
«Está visto que las sociedades solo reaccionan cuando no hay más remedio, en el último minuto, cuando la otra salida ya es el caos absoluto», explica Gomá que compara las comunidades políticas con «organismos vivos que solo expulsan el virus cuando está a punto de producir una enfermedad incurable».
En una entrevista con Efe, Javier Gomá (Bilbao, 1965) cree que tras superarse la crisis económica, el sistema irá recuperando un cierto prestigio que es el que, paulatinamente, perderán esos movimientos contrarios que para él, nacen de la misma fuente.
«El antisistema territorial, el independentismo, y el antisistema político, que son los que cuestionan la Transición y la democracia que tenemos» surgen del mismo sitio, considera este filósofo.
Será entonces cuando el independentismo esté dispuesto a dialogar «de verdad y no solo a pedir la claudicación del Estado ante sus pretensiones».
Su mirada sobre la situación de España varía, explica Gomá, dependiendo de las «gafas» que uno se ponga: «Cuando tenemos las gafas de cerca nos llenamos de pesimismo pero cuando ponemos las de lejos hay razones para la esperanza».
«Con las gafas de cerca se encuentran muchas razones para la depresión porque, del país, sobresalen sus defectos: ese político, ese medio de comunicación, ese empresario…Cuando acercas la lupa a la piel ves mucha bacteria y suciedad. O cuando miras un cuadro de cerca se observan manchas feas».
«Pero cuando alzas la mirada y te distancias del cuadro, algo poco frecuente, y cambias las gafas de cerca por las de lejos la imagen es mucho más positiva», sostiene.
Así, España es un país que ha sido capaz en los últimos 40 años de pagar «una antigua deuda que tenía con él mismo, la deuda de la modernidad. España ha sido un país de modernidad truncada, tardía y sin embargo a partir de 1975 dio un ejemplo a todas las modernidades del mundo».
Algo que, subraya, «no había ocurrido antes, ninguna transición en el mundo se había producido así. Desde entonces ha sido capaz de modernizarse», sin que haya habido un «exceso de envilecimiento durante casi diez años de crisis atroz», aunque hayan surgido las tentaciones antisistema «que tratan de derrumbarlo y arruinarlo y anularlo».
Respecto a la Unión Europea cree que, paradójicamente, son las amenazas las que la cohesionan: «Quién sabe si Donald Trump no va a ser justamente aquella amenaza que va a generar un europeísmo que antes no existía. Una familia, un grupo de amigos, una comunidad, se cohesiona cuando hay un enemigo, un adversario».
Gomá duda de que el presidente norteamericano tenga capacidad de destrucción del proyecto europeo, una comunidad que sí podría acabar por «vicios internos» pero, se pregunta, «¿Y si Trump actúa como una vacuna que nos inmuniza y rehace un sentimiento europeo, un patriotismo europeo que siempre hemos echado en falta».
El filósofo advierte del auge de los «simplificadores» y considera que los intelectuales deben respetar la complejidad de las sociedades.
Los medios de comunicación y las redes sociales están llenos de «opinadores», explica Gomá, que cree que se puede tolerar que un ciudadano normal «no haga justicia a la complejidad de las sociedades modernas» pero no puede aceptarse que lo haga un intelectual.
«Un intelectual debe suspender sus prejuicios e ideología y elevarse a la complejidad para evitar las terribles simplificaciones y, además, ser anticíclico, es decir, cuando la fase es positiva, el intelectual debe alertar sobre los peligros y cuando es negativo, como los últimos diez años, debe ofrecer esperanza a una sociedad desesperanzada».
Pero, lo que ha hecho la mayoría de intelectuales ha sido «ofrecer nihilismo y anarquía en el ciclo positivo y en el negativo han añadido desesperanza, depresión y tristeza». EFE/Carmen Naranjo.
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