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Que el club deportivo Osasuna es considerado uno de los símbolos de Navarra es algo que pocas personas ponen en duda. Lo que, sin embargo, sí que empieza a ponerse en duda es el trato que, desde hace ya muchos años, viene recibiendo dicho club.
Un trato preferente, fundamentalmente económico, que se le ha ido proporcionando desde los diferentes gobiernos de Navarra, de uno y otro signo político, que le han permitido a Osasuna ir solventando las casi continuas crisis financieras que ha ido teniendo. Crisis motivadas por una mala gestión de ciertas cúpulas directivas y gerencias. Casos como por ejemplo el de la época del presidente Izco y del gerente Vizcay, que han ido sumiendo al club en una situación ciertamente insostenible.
A finales de la última legislatura de la presidenta Barcina de UPN (Unión del Pueblo Navarro) hasta por ley aprobada en el Parlamento, le dio un trato preferente a Osasuna, cuando se le permitió poder solventar su deuda a cambio de la operación con las instalaciones de su ciudad deportiva, Tajonar. Un trato que, por entonces, sería aprobado por la mayor parte de las fuerzas presentes en dicho Parlamento y que, a los pocos meses mostraría su inutilidad, al ser acusada parte de su directiva de diferentes delitos económicos.
Un suma y sigue de despropósitos que culminan estos días, con la querella que el gobierno de Navarra tiene interpuesta contra Osasuna, por presunto delito de “dolo” económico.
Los ciudadanos no son los responsables de la mala gestión de una entidad deportiva como Osasuna. Por lo tanto, no deben ser los paganos de este tipo de situaciones. Sus impuestos no deben valer para solucionar la mala gestión de estas entidades. Ser símbolo de una comunidad como la Navarra, no sirve de excusa para permitir gestiones equivocadas. Mas bien, todo lo contrario, las instituciones, los equipos deportivos, deben ser la imagen, el ejemplo, de un comportamiento correcto. El vale, vale todo, no sirve.
